El profesor Stephen Hawking, quien recientemente nos dejó (8 de enero de 1942 – 14 de marzo de 2018), más que nadie mostró su pasión por descifrar los comienzos del universo, esa primera chispa que dio origen a todo lo que nos rodea y siempre nos habló en un lenguaje accesible al común de la gente.

Su libro Breve historia del tiempo fue un talismán de ideas y teorías que describen el funcionamiento del universo, avanzando así el conocimiento general acerca del cosmos. Sus teorías acerca de la radiación de los agujeros negros fue novel, luego propició el inicio de una teoría que nadie se atrevió a intentar, como la coexistencia de lo pequeño a nivel molecular de la mecánica cuántica, entremezclado con lo más grande del universo cósmico impreso en la Relatividad General y esa su posible convivencia armónica gobernada por incógnitas leyes físicas que trató de describirlas en la inconclusa Teoría del todo.

Él nos describió como una estrella grande, que al colapsar crearía una descomunal atracción giratoria en su centro, que lo devoraría todo, donde ningún cuerpo podría escapar del Evento Horizonte. Nos estaba explicando así la naturaleza física de un agujero negro.

El pensamiento de Hawking no solo ha inspirado a toda una generación de científicos, sino también a una juventud de estudiantes y a una vasta población de amantes de la ciencia, y con más énfasis a los que utilizamos los telescopios. La influencia de los científicos de hoy en día se tiende a medir en miles de citas de internet. Hawking tiene con seguridad la colección más grande de admiradores en millones de lectores de sus teorías. En efecto, 28 millones de libros vendidos de su Breve historia del tiempo nos da la idea de su gran popularidad. Sus teorías han abierto nuevos caminos de investigación en física teórica, cosmología y matemáticas.

Cosmos. Hawking, al igual que nosotros, se admira de que estemos dentro de una maravilla cósmica donde existe una especie que piensa que el universo es algo espectacular.  Nos explica que las galaxias se están separando, lo que nos hace deducir que, hace muchísimo tiempo, partieron de un lugar único en una gran explosión. Él nos dice que ese fue el gran momento de una ingeniería celestial admirable. Más tarde de esa nube primordial que se expandió a gran velocidad al enfriarse, se formarían las estrellas, los planetas y nosotros, explicándonos que lo más interesante es que a través de los telescopios podemos ver casi el comienzo del universo al observar las estrellas más antiguas.

El notable cosmólogo británico fue un digno sucesor de Albert Einstein y, con seguridad, en unos años más sabremos quién será el próximo sucesor brillante de ellos dos, alguien que  pueda tal vez, en este o en el próximo siglo, continuar la Teoría del todo y también iniciar los primeros pasos para descifrar la naturaleza de la Energía Oscura que nos está llevando al borde del cosmos, al que definitivamente no queremos llegar, porque allí podrían desintegrarse las partículas de las que estamos hechos.

Al igual que nosotros, él se preguntaba con curiosidad filosófica si allí afuera hay alguna autoridad suprema que establece las leyes de la naturaleza para que todo pueda existir.

El pensamiento de Hawking siempre estará con nosotros, pues continuamente estaremos inmersos en la tarea de resolver las incógnitas más grandes de la naturaleza: el tiempo y el espacio que gobiernan nuestras vidas.