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Diego Aramburo: ‘Me siento y me describo en una situación de tránsito de género’

Diego será ella. El 2 de mayo —si todo sale bien en el Servicio General de Identificación Personal (Segip)—, a las 10.00, el dramaturgo y director de teatro cambiará de identidad de género en sus documentos oficiales: Diego será ella. En su carnet figurará como “mujer”, amparado en la Ley 807 de Identidad de Género, ya que ha realizado los trámites previos.     

Genero, así, sin tilde, es el nombre del nuevo proyecto de Diego Aramburo, premiado teatrista, dramaturgo y director cochabambino. Si bien se verá plasmado en lo escénico, implica un cambio formal para el artista, que dejará de ser un “hombre boliviano” y que registrará las consecuencias de esta acción que trasciende lo artístico y cruza lo social, lo legal. El principal objetivo es generar diálogo, reflexión y cuestionamiento.

— ¿Cómo se generó el proyecto?

— Hace año y medio comenzó todo. Son dos detonantes. En primer lugar estaba la pregunta ¿Qué le sigue a Hejarei (Inmortales), el performance de mujeres que cierra la Trilogía Boliviana? En las antípodas de la historia oficial hay una historia de mujeres cediendo, adquiriendo una estrategia para avanzar que no sea el ganar, derrotar o vencer; una estrategia de grupo inspirado en los suicidios colectivos de las mujeres guaraníes.

Quedaba la duda de lo que viene, pues mi obra siempre ha estado protagonizada por mujeres. El otro aspecto, aún más fuerte, es el hecho de estar acompañando el desarrollo de una persona, mi hija, en medio de un entorno absolutamente adverso a las mujeres, es algo cotidiano que asusta. Al seguir el crecimiento de una persona, uno se pone mucho más alerta y advierte cuán violento y agresivo es el entorno para ellas y cuán privilegiados somos los hombres. Entonces uno empieza a pensar en opciones, como que la sociedad no debería ser patriarcal, pero la realidad y la información diaria te muestran lo opuesto. Yo hablo mucho de ella, mas tenía que hacer algo. Entonces apareció la Ley 807, yo no estaba en Bolivia, pero ni bien la conocí vi que era una alternativa para mí.

— Esta ley tiene sus propios mecanismos, ¿cómo lo logró?

— Había que averiguar si era posible, y ahí comenzaron a darse conversaciones súper interesantes. Cuando hablaba con abogados, inmediatamente me preguntaban si yo era homosexual o travesti, y que si no lo era, para qué quería hacer eso. Eso empezó a abrirme a otro tipo de preguntas. ¿Qué es para mí género?, ¿qué es identidad sexual? Al pensarlo saltaba casi por accidente el hecho de cuán privilegiados somos los hombres. Los que seguimos la heteronormatividad somos más privilegiados, las estrellas de la sociedad. Eso saltaba a la vista  porque me preguntaban por qué me iba a meter en problemas si yo no necesitaba esto, estaba bien. Y es que está todo tan asumido.

— ¿Qué es lo que cree que está asumido en la sociedad?

— Que todo está bien nomás para las mujeres en la sociedad, o para personas de diferente identidad sexual. Pero eso no es cierto y empecé a experimentarlo. Presentar mis requisitos ha significado varios escaneos. Uno puede adivinar que te miran y reaccionar. Pero si ese tipo de reacciones fuesen todo el tiempo o fuesen más expresivas, sería terrible. Me pongo a pensar en una mujer trans y en cuán fuerte se dan esas expresiones de agresividad, que seguro que uno termina a la defensiva. Seguro que podríamos estar peor, es cierto, pero se trata de que apuntemos a una sociedad más inclusiva y menos discriminatoria.

— Pero usted ¿se siente mujer?

— Ahí hay algo importante: El paso que yo estoy dando es a no ser hombre, a no aceptar seguir en ese rol como se lo vive y como se lo da por sentado. Ese paso es absolutamente claro. La ley me da la opción de tener la identidad de género de mujer, lo que genera la siguiente reflexión, que es productiva. Mi nombre no va a cambiar, ni mi aspecto, ni mis hábitos en la orientación sexual (heterosexual). Esas cosas no van a cambiar, pero yo voy a enunciarme en femenino y pedir a que me enuncien en femenino. Se va a establecer un lugar paradójico para el género, en el que la información que recibes visualmente es masculina y se va a establecer un lugar en crisis. Me parece productivo para generar diálogos, reflexiones y movimiento en la comprensión de estos temas. Me relacionarán con un hombre, pero en lo legal seré una mujer.

— ¿Eso no es aprovechar justamente los privilegios que tiene como hombre y que la ley se lo permite?

— Yo me siento y me describo en una situación de tránsito de género, es mi sensación; puedo asociarla a un no-género. Eso es lo que estoy persiguiendo, pues de un día al otro no se adquiere la sensación completa. Es un lugar relacional en el que decir hombre o mujer no debe ser importante, tendrá más que ver con sentirse sí mismo o sí misma; sentirse persona, esta persona, única, y no otra, con la libertad de que ojalá seamos esta persona que queremos ser. Y esto a todo nivel. 

— ¿Pero por qué negarse a ser este hombre que hoy es?

— Es que todos los nortes son masculinos. Las religiones más importantes, salvo alguna excepción histórica, tiene una comprensión de una entidad superior masculina. Esto termina bajando a todo tipo de institución patriarcal y es algo que hay que terminar resquebrajando. Seguro que me apoyo en posibilidades que están dadas en la ley y en la plataforma que tengo como artista. Seguro estoy haciendo uso o abuso de ese espacio, pero me parece necesario para dar vuelo a una charla más allá de un círculo cercano y familiar. Así viene la idea de difundirlo y usar mi pequeña plataforma artística —los artistas escénicos no tenemos grandes plataformas artísticas—, hacer uso de ella para expandir este diálogo para que ciertos pensamientos establecidos como verdades incuestionables, cuando son en realidad afirmaciones normalizadas, se descoloquen y se conviertan en motivos de diálogo. Me interesa que se genere movimiento y cuestionamiento.

La acción no es algo gratuito en su obra, ya ha utilizado actrices para representarse a sí mismo…

— En la escritura trabajo desde hace rato una voz femenina y cuando uso una voz masculina que me refleje trato de desdoblarla en una actriz, en un cuerpo femenino. Siempre busco que haya una complementariedad femenina y masculina como artista, como creador.

— ¿Desde cuándo será denominado creadora, autora?

— Desde el 2 de mayo: No lo he ensayado antes para que precisamente se siga la crisis que va a implicar esto, para doc

mentar la dificultad que implica. Eso hará saltar en mí mismo lugares que estaban antes establecidos.

— También habrá consecuencias familiares, ¿es esta una decisión de vida, más que “solo una obra”?

— No voy a devolver el proceso en unos años. Es una posición ética de cuestionar a la sociedad, es un statement político que pone en crisis ciertas circunstancias anquilosadas en la sociedad. Tengo una relación muy buena con mi familia y ellos me apoyan como persona y artista. Pero habrá consecuencias sin duda. Por ejemplo, no me podré casar. Con pequeños trámites, como pasaportes, no sé qué pasará. Son chispazos de que habrá reacciones, pero lo que sí pienso es que me va a poner en un lugar vulnerable a la reacción de otras personas, porque es un lugar en crisis y se puede ser muy crítico con esto.

Además se trata de un proceso, es decir, no se va a convertir en una mujer solo por el carnet.

— No me estoy definiendo como mujer y no me animaría a hacerlo. No voy a salir a decirle al mundo “yo soy una mujer”, sería muy atrevido de mi parte. Mi corporalidad no ha atravesado a través de mi historia esa vivencia o va a estar tan vulnerable como el cuerpo de una mujer, como cuando le silban en la calle. No estoy tampoco en el lugar de las trans, que son vulnerables y vulneradas, sin afán de victimizarlas. Pero la sociedad vulnera más los cuerpos femeninos, es un hecho, sean de nacimiento o adoptados, lo mismo sucede con las identidades sexuales. Yo estaré en un lugar en crisis que no se parece a esos lugares; quizá aparezca otro tipo de violencia conmigo, quizá haya apoyos. No lo sé.

— Sin embargo, hay un soporte institucional, y textos de corte académico involucrados. ¿Es ese el entorno del diálogo?

— Con personas que pertenecen a activismo también lo he hablado, pero la idea es empezar a tener debates, precisamente para que se posibilite el diálogo. Habrá personas que lo rechacen o reflexionen. Si bien es natural que se hable con distintas comunidades trans, feministas o de jóvenes, a mí me interesaría también ir a una parroquia, hablar con los obreros de una empresa o los empleados de un banco; ingresar a lugares que están menos dispuestos a charlar sobre estos asunto.

— ¿Y dónde queda el arte en la propuesta?

— En el registro en una especie de documental escénico. Ahí están los cuerpos en vivo. Estoy yo compartiendo, narrando estos hechos. Y las reacciones son frente a cuerpos en vivo. Se aterriza hacia el documental escénico, en dos puntos de contacto con el público. Están las presentaciones escénicas, un documental en progreso que recoge reacciones. Por otro lado, está internet. Se van a generar documentos escritos, artículos —unos más académicos y otros de opinión— y apuntarán hacia otras acciones de esta naturaleza, sean artísticas o sociales. Todo estará disponible a través de una página web.

Pérfil:

Nombre: Diego Aramburo

Nació en: Cochabamba

Profesión: Teatrista y dramaturgo

Ha llevado a escena más de 55 obras, tanto con su compañía, Kiknteatr, como para compañías y festivales internacionales que le encomiendan trabajos en países como EEUU, Argentina, Francia, Brasil y Canadá.