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Inmaterial, una apuesta por la reflexión artística

Inmaterial deja de lado la búsqueda de un objeto o producto final para centrarse en la reflexión. Esta residencia artística pretende intervenir en el mecanismo de producción de arte en Bolivia, creando un espacio que permita que 20 creadores locales puedan profundizar sus procesos creativos, durante un mes. 

“El objetivo de Inmaterial no es exigir resultados. Comprendemos que la naturaleza de los trabajos artísticos e investigaciones tienen un tiempo, un ritmo propio que pretendemos respetar y alimentar”, explica Juan Carlos Arévalo, creador en artes vivas y uno de los organizadores.

Este proyecto —que se llevó a cabo en La Paz, del 2 al 28 de abril— fue una iniciativa de Arévalo, junto a la productora Gabriela Claros y la coreógrafa y bailarina Elena Filomeno, con el apoyo del Programa de Cooperación Iberoamericana para las Artes Escénicas, Iberescena.

Este financiamiento permitió la presencia de tres artistas internacionales —Luis Moreno (Chile), Eleonora Fabião (Brasil) y Cuqui Jerez (España)— que guiaron laboratorios de investigación en tres ejes: cuerpo, concepto y movimiento.

Si bien los participantes no concluyen con una obra acabada, el proceso termina con la edición de un fanzine. Éste es parte del proceso guiado por la artista, coreógrafa y performer madrileña Cuqui Jerez, cuyo trabajo cuestiona la forma de creación establecida por el mercado.

“Cada uno abrió puertas y se contaminó. Ahora nos toca aterrizar en cosas más concretas que puedan servirles para desarrollar la producción”, cuenta Elena Filomeno.

Inmaterial surgió a partir del análisis de la situación de las artes vivas en Bolivia. Este concepto abarca a disciplinas relacionadas, de forma general, al movimiento. “Queremos ser provocadores. No intentamos instaurar nociones, sino que buscamos ser un detonador de hibridaciones”, detalla Arévalo.

Para Claros, el teatro, la danza y las artes visuales, por ejemplo, habrían tenido un gran desarrollo en los últimos diez años. Sin embargo, detecta un riesgo: la mecanización del proceso creativo artístico.

“Vimos que el tiempo en que se generan las obras comenzó a regirse por los premios, los fondos concursables o las temporadas, en lugar de permitir que las propuestas maduren. Esto hace que se descuide el proceso de creación, que no se logre profundizar, algo a lo que te condiciona el medio. Esto hace que se le dé demasiada importancia al producto, porque es lo que se mueve, lo que se vende”, expone.

Para romper con este mecanismo crearon Inmaterial, que brinda a los artistas un espacio donde pueden dedicarse exclusivamente a profundizar y reflexionar sobre proyectos artísticos, colectivamente.

“Algo que nos quedó claro es que el arte es un proceso individual, pero que no tiene por qué hacerse en solitario. Les pedimos a los postulantes que estuvieran dispuestos a que otros se inmiscuyeran en sus proyectos y esto generó un encuentro colaborativo”, cuenta Arévalo.

Así se generaron tres esferas de interacción: artistas de varios ámbitos se conocieron y colaboraron entre sí. El arte nacional se relacionó con referentes experimentados de Iberoamérica, que propusieron nuevas metodologías e investigaciones.

Y por último, se generó un tejido de instituciones que colaboraron para que la residencia lograra los fondos para hacerse realidad. “La convocatoria de Iberescena era para centros de residencia establecidos y Bolivia no tiene ninguno, así que no nos hemos querido limitar y planteamos articular recursos, infraestructura, logística y todos los apoyos posibles, para llevar esto a cabo”.    

Entre la instituciones se encuentran la Embajada de Francia en Bolivia, Centro Cultural de España en La Paz, El Desnivel Espacio Alternativo, Persona Casa Galería, Materia Gris Residencia Artística, Secretaría Municipal de Culturas y Centro Cultural Brasil Bolivia.