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Hábeas corpus, la mística del cuerpo

Prácticamente desde los inicios de la civilización humana, en tiempos de la prehistoria, el hombre se ha representado a sí mismo y en relación con su entorno en diferentes superficies. Incluso, su propio cuerpo se ha convertido en soporte de creaciones y modificaciones que realzan su estatus como objeto y sujeto de subjetividades. Por ello, en términos de figuración, la presencia del cuerpo como forma representada es una de las más antiguas dentro de la historia de nuestra especie.

Anterior a la articulación de conceptos como arte, el cuerpo ha estado presente de forma recurrente dentro de los temas preferidos del arte. El retrato, el desnudo, las escenas de género o costumbristas, los temas bíblicos, históricos o mitológicos, e incluso el paisaje han inmortalizado un sinnúmero de cuerpos durante el devenir del tiempo. Y en esta acción el cuerpo no solo ha sido objeto de la mímesis, sino que se ha transformado en centro de múltiples relecturas y metáforas.

Parafraseando a Carlos Jáuregui, en su libro Canibalia. Canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consumo en América Latina, el cuerpo no es solo el contenedor de múltiples tropos, sino que en su relación con el mundo circundante, éste sirve para escribir y dramatizar el texto social. Por ello no es de extrañar que el cuerpo como terreno de múltiples negociaciones se convierta, más allá de objeto de representación, en sujeto de una práctica política activa y cotidiana.

Múltiples son las batallas entre diferentes grupos de poder para establecer un canon sobre el cuerpo y normalizar sus relaciones con el universo circundante. Un cuerpo bello, un cuerpo atlético, un cuerpo saludable, un cuerpo erotizante, un cuerpo prohibido, etc., son algunas de las cápsulas de sentidos que cada día consumimos a través de los medios masivos de comunicación. Éstas articulan nuestras relaciones sociales y se convierten de forma subrepticia en prácticas y conductas reproducidas de forma acrítica e inconsciente en la mayoría de los casos.

Dentro de la construcción occidental del mundo, quizás pueda advertirse la dimensión política del cuerpo y su importancia desde los tiempos de la civilización romana en un elemento que ha llegado hasta nuestros días y podía marcar la diferencia entre un hombre libre y un esclavo: el hábeas corpus. Analizando el origen de este concepto vemos que proviene del latín  habeas corpus [ad subiiciendum] ‘que tengas [tu] cuerpo [para exponer]’, “tendrás tu cuerpo libre”, siendo hábeās la segunda persona singular del presente de subjuntivo del verbo latino habēre (‘tener’). Este concepto, como recurso legal, hoy en día también define el destino de un hombre ante los caminos de la libertad y la reclusión.

Por todo lo antes expuesto, es que este proyecto toma como título La mística del cuerpo. Habeas corpus ad subiiciendum, pues su interés radica en explorar desde el arte, a partir de diferentes aproximaciones y soportes, esa capacidad polisémica (totalmente mística) que hace del cuerpo un tropo inagotable. El subtítulo, además de completar la intencionalidad temática, introduce e ilustra a la operativa de la muestra. El artista expone su parte cuerpo artístico y a sí mismo, queda desnudo ante el espectador y genera un diálogo con su(s) contexto(s). De aquí también que la muestra plantee una itinerancia como ejercicio de relectura y resemantización constante. Un proceso de carga y descarga de sentidos en relación con los espacios donde se muestre la exposición, escogidos con anterioridad, intencionalidad y claramente de forma premeditada; así como por la incorporación de determinados elementos locales que dialoguen con el tema en cada una de las sedes expositivas.