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50 años de una odisea espacial

El cine ofrece hoy emocionantes películas de ciencia ficción con naves circundando el espacio. Hace 50 años, el género tuvo un gran impulso gracias al estreno de 2001: Odisea del espacio que cambiaría la forma de filmar aventuras espaciales. Así se pasó de realizar películas que no eran muy elaboradas a proponer productos con un gran manejo del lenguaje visual, filosófico, existencial y hasta religioso.

Cuenta la historia que el 17 de mayo de 1964, después de una reunión larga e intensa entre Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, ambos salieron a la terraza para contemplar el cielo claro y salpicado de estrellas. Ante su asombro contemplaron una mancha ovalada de luz resplandeciente cruzando el cielo. Kubrick quedó un poco asustado y no porque no creyera en la vida fuera de nuestro planeta, sino porque de confirmarse aquello, la película en la que trabajaba y se documentaba desde hace tiempo quedaría desfasada. Para el alivio del cineasta y el escritor, lo que habían observado era el Echo I, el primer satélite de comunicaciones experimental de la NASA. Más tarde Kubrick afirmaría: “Si no hubiera sido así, no habría existido 2001: Odisea del espacio”.

Un año después, cuando el Mariner 4 se acercaba a Marte, el nerviosismo se volvió a apoderar del cineasta quien, junto a Clarke, empezó a escribir alternativas a su guion, por si las primeras fotos de la sonda revelaban la existencia de algo en la superficie marciana. Kubrick era un hombre meticuloso y detallista que se sentía obligado a controlar todo al momento de comenzar un proyecto de gran envergadura, la carrera espacial de los años 60 ponía en peligro su trabajo, así que trató de adelantarse a la posibilidad de que se descubriera vida extraterrestre.

El perfeccionismo del cineasta lo llevó a querer obtener la máxima excelencia visual y la máxima veracidad científica y verosimilitud sobre incluso el aspecto más insignificante del futuro diseño de aeronaves, vestimenta, objetos, mobiliario y condiciones de la vida del hombre en el espacio. Para ello trabajó varios años con técnicos de la NASA y del departamento de diseño de IBM. Carl Sagan, autor de la serie Cosmos, fue otro confidente que aportó varias ideas para la trama del filme. La obsesión de Kubrick casi desesperó a Clarke, que, siguiendo sus sugerencias, tuvo que rehacer varias veces el guion; al resto del equipo de trabajo  de más de 100 personas, incluidos 36 diseñadores y 25 técnicos en efectos especiales, que al igual que el escritor soportaron el carácter del director durante años para dar forma al universo de 2001: Odisea del espacio.

Kubrick creía en la tesis que en la actualidad se conoce como el “principio de mediocridad”, que plantea que nuestro planeta no es una excepción en el universo, sino que hay varios mundos con las mismas condiciones para albergar vida. También se basa en los estudios de conocidos científicos como Sagan y el físico Francis Crick, quien descubrió el ADN sobre la existencia de vida extraterrestre. Sus estudios lo llevaron a aceptar a los que subrayaban que una divinidad omniconsciente y omnipotente había generado la vida en la tierra. Se puede apreciar el concepto de Dios en la cinta, pero no en el sentido tradicional que manejan las religiones del mundo. Sin saberlo, ésta fue una de las primeras respuestas científicas a la existencia de Dios.

Para la escena final, Arthur Clarke había propuesto que la nave Discovery se encontrara con una gigante nave extraterrestre, pero Sagan convenció a Kubrick para que no se muestre qué apariencia pueden tener estos seres. Este hecho es uno de los responsables del poder hipnótico de la película, que evita de forma deliberada las explicaciones lógicas, dando paso a la ambigüedad y naturaleza abstracta que la convirtieron en un desafío para el espectador.

Entre los títulos que manejaron para la película estaban el de Viaje más allá de las estrellas, La conquista del espacio o Cómo se conquistó el Sistema Solar, (una referencia al título original de La conquista del Oeste, una espectacular producción de 1962 en Cinerama. Finalmente, el título elegido remitía a la Odisea del célebre poema griego de Homero.

En 1968, con el estreno de la película, el público pudo dar un salto hasta el año 2001, donde se mostró los grandes avances en aspectos como la inteligencia artificial, pero también se invitó a reflexionar sobre el estado más primitivo del ser humano. Muchos directores del género que vieron la película siendo niños fueron influenciados. Durante el estreno de Star Wars en 1977, casi 10 años después, George Lucas dijo: “Kubrick ha hecho la película definitiva de ciencia-ficción. Va a ser muy difícil para cualquier otro hacer una mejor, incluso yo mismo estoy muy lejos de sus logros”. Steven Spielberg, director de películas como ET o Inteligencia Artificial, aseguró que “fue la primera obra que nos transportó al espacio como ningún otro documental, película o experiencia en IMAX lo ha hecho”.

Si bien al comienzo el público y la crítica no fueron benévolos con el director y su obra, se puede concluir que 2001: Odisea del espacio inspiró en su momento a miles de personas a seguir carreras científicas afines con la astronáutica, la astronomía y la tecnología de la informática o la inteligencia artificial.​ Sus efectos especiales y sus vanguardistas elementos tecnológicos fueron un modelo a seguir para las siguientes películas y novelas del género de la ciencia ficción. Han pasado 50 años desde su estreno y es muy claro que sin esta obra de Kubrick no hubiéramos apreciado otras producciones como Star Wars, Blade Runner o Alien.