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‘Luz en la Copa’ realza la indeterminación

Para acentuar la sensación de espontaneidad que dio origen a su película más reciente, Luz en la Copa (2017), el realizador boliviano Alejandro Pereyra  volverá a presentarla con música en vivo.

El grupo Colectivo de Improvisación —compuesto por los músicos Alexander Choque, Adrián Quintela, Guillermo Leonardini, Jorge Monroy y Yerko Estévez— asumió este reto, que es un paso hacia el cine expandido, que “le otorga a este arte el aura de las cosas irrepetibles. Eso es emocionante”, comenta el director sucrense.

Las presentaciones serán el 5 de julio en las instalaciones de la Fundación Wayna Tambo, (calle 8 20, Villa Dolores, El Alto) y 6 de julio, en El Desnivel (Sánchez Lima 2282, Edif. Da Vinci). Y en la Cinemateca Boliviana (Óscar Soria 100) puede verse la película en su versión original a las 19.30.

La cinta tiene una estructura fragmentaria, que se organiza como un espejo roto en muchos trozos. Cada pieza del espejo está compuesta por las escenas que Pereyra filmó entre 2005 y 2012. El rodaje se realizó en Sucre en 10 días. El realizador no utilizó un guion definido, sino esbozos de diferentes proyectos. Por eso, en gran medida la cinta está compuesta de improvisaciones. En contraste, el montaje se hizo lentamente, buscando mantener activa la atención de los espectadores.

“La estructura fragmentaria de Luz en la copa y el tratamiento formal de sus planos invitan a que emane todo tipo de material sonoro. También usé obras musicales que tienen una resonancia afectiva personal, de determinados episodios reales; música que me acompañó al vivir las experiencias que narro en la película. Mi intención de indeterminación es similar a lo que ocurre en el haboku (estilo oriental de pintura con tinta), donde un hábil trazo hace aparecer de pronto un paisaje detrás de la niebla, sin dejar de ser, al mismo tiempo, un simple trazo”, explica.
La película propone una experiencia que detona historias que el público deberá unir, para direccionar su sentido. Y si bien se asume el riesgo de que muchos puedan no aceptar entrar en este acuerdo propuesto por el filme, otros se han lanzado al reto apasionadamente, relata el director nacional.

Al plantearse un proceso similar a un poema, Pereyra dilucida una forma análoga de acercamiento. “Hay una forma más simple de seguirla; abrirse a las emociones que propone. A un poema no le pedimos que cuente una historia, sino que cale hondo en nuestras sensaciones y emociones”, afirma.