Fanny Abregú: ‘Los cambios más notables atañen a la forma; son juegos ingeniosos’
La filósofa argentina clasifica la lúdica de la novela posmoderna.
La transgresión de convenciones a partir de juegos formales —como la ruptura del contrato entre autor/lector, la fragmentación o el pastiche— es la apuesta de la literatura posmoderna. Esa es la conclusión a la que llega la investigadora y filósofa argentina Fanny Abregú. En 777 páginas, detalla y caracteriza estos mecanismos a partir de un análisis de novelas de diversas partes del mundo, en Espejos en la posmodernidad. Antología narrativa. Esta suerte de diccionario —que se presentó en mayo en la Casa Marcelo Quiroga Santa Cruz (Av. 6 de agosto, casi Aspiazu)— permite que los conocedores y curiosos descubran los recursos literarios que caracterizan una nueva forma de narrar.
— ¿Cómo surgió su interés por la novela posmoderna?
— La posmodernidad suscitó mi atención desde el principio de la década de 1980, cuando empezaron a publicarse ensayos sobre el tema. En 1979, Lyotard publicó La condición posmoderna, donde admitía que una nueva ideología estaba haciéndose cargo de la cultura. Le siguió la respuesta de Habermas: Profundicemos la modernidad. En cuanto a la novela, como persona solitaria que siempre fui, he leído una montaña impresionante, hasta que decidí darle alguna utilidad al caudal que mi bulimia de lectora omnívora venía atesorando desde la adolescencia. Nunca compartí el criterio de las personas serias y probas de que leer novelas es perder el tiempo.
— ¿Existe realmente la novela posmoderna?
— No me cabe duda. De otro modo, he diseñado un espejismo. Es una vertiginosa posibilidad haber escrito un libro de 777 páginas sobre algo que no existe. Quizá sea un fenómeno que entra en la categoría del triunfo de la ficción sobre el realismo.
— ¿Qué autores toma en cuenta? ¿Incluye alguno latinoamericano o boliviano?
— Contiene fragmentos de autores que escriben en francés: los oulipianos Queneau y Perec, el Nouveau Roman (movimiento literario) en varios de sus representantes, y los novelistas más actuales: Joël Dicker y Pascal Quignard, por ejemplo. Están presentes los minimalistas, los británicos —como Martin Amis e Ian McEwan— y los norteamericanos David Foster Wallace, Thomas Pynchon y Paul Auster, entre otros. También, Borges y Cortázar. Menciono a Jaime Saenz porque usa un recurso posmoderno en Los papeles de Narciso Lima Achá. Hay rasgos de este tipo de escritura en Arturo Borda, por la manera en que fragmenta el texto y lo propone indeterminado y en Adolfo Cárdenas, por su fiesta rabelesiana en Periférica Boulevard. No era mi intención incriminar a ningún autor de posmoderno. En internet se dice que Paz Soldán es posmoderno. No lo creo. Clasifiqué los artificios del relato posmoderno; no a los autores.
— ¿Por qué se detuvo en los recursos formales de estas novelas?
— Porque me interesa la época en la cual vivo; quería conocer el impacto de la posmodernidad en la narrativa. Si el narcisismo es la arista cultural más relevante en nuestros días, ¿Cómo se manifiesta en el texto? ¿Hay cambios en los temas o solo cambia la forma y de qué modo? Postulo que los cambios más notables atañen a la forma; son juegos ingeniosos.
Para alcanzar una formación sólida, se debe conocer la literatura clásica, pero, ¿no será también muy importante saber qué novelas están siendo escritas en Europa y Estados Unidos?
— ¿Cómo los analiza?
— Trabajando el texto y basándome en las categorías establecidas para la posmodernidad, como el narcisismo, y en sus manifestaciones narrativas: autorreferencia, fragmentación, indeterminación, collage, pastiche, transtextualidad y otros juegos de la representación. La lingüística estructuralista, la semiología y la narratología fueron mis herramientas. En Alemania, Francia, México y Canadá están los teóricos más notables de estos fenómenos.
— ¿Qué juegos formales parecieron más interesantes?
— Sin duda, la metalepsis y la puesta en abismo. En la metalepsis (Gérard Genette) estamos ante una transgresión de niveles ontológicos. En la película La rosa púrpura del Cairo, de Woody Allen, el protagonista, Tom, baja de la pantalla donde se proyecta el film a la sala de cine y sale a pasear por la ciudad, de la mano de Cecilia, una espectadora.
La puesta en abismo es una suerte de fractalización del texto. Por ejemplo, la escena del tapiz de Helena de Troya, evocada por Borges, que se encuentra en La Ilíada de Homero. Iris encuentra a Helena en el palacio bordando las escenas de la Guerra de Troya. Pero Helena es el motivo desencadenante del conflicto; por lo tanto, ese tapiz debería incluir la figura de Helena, bordando. Helena, el tapiz y la Guerra de Troya volverán, en nuestro imaginario, infinitas veces.
Pérfil:
Nombre: Fanny Abregú
Nació en: Córdoba (Argentina)
Apasionada
Espejos en la posmodernidad es el cuarto libro publicado por la filósofa y el primero que se enfoca en la literatura. Los temas de sus investigaciones anteriores recorren la economía política y el análisis del discurso. Además fue docente durante más de dos décadas en diferentes carreras de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz.