Icono del sitio La Razón

Marcos Loayza, memorias de un director boliviano

En el quinto piso de una oficina ubicada en la calle 21 de San Miguel (en la zona Sur de La Paz) sus ideas no cesan de fluir. Por un lado está escribiendo una obra basada en los clásicos de la literatura; por otro, planea hacer un documental y, al mismo tiempo, sigue haciendo dibujos para que la gente los vea en Instagram. Así han transcurrido las jornadas de Marcos Loayza, el director de cine que ahora, además de todas esas actividades, está a punto de presentar la obra teatral Desmemoriados.

Las personas guardan en su memoria sus aciertos y sus errores. Hay detalles que deciden olvidar y hay otros que, con la distancia, adquieren otro color y otro filtro. Manuel y su hijo lo saben bien, pero ello cambiará con la llegada de Héctor, quien hará que se pregunten si usarán la memoria como lastre o nutriente de sus vidas.

Por sus actividades, el arquitecto, guionista, dibujante y director de cine (y ahora de teatro) debería tener la virtud de retener el pasado, aunque recuerda que el ser humano es el único animal que siempre tropieza con la misma piedra. “Siempre decimos que Bolivia es un país que no tiene memoria, que somos desmemoriados. No sé si es tanto así, pero la obra trata de eso”, explica Loayza acerca de su nueva producción artística.

“Sucede en la política, en el fútbol, en los otros deportes; sucede en los estudios, en el arte, sucede en el cine. Entonces, a partir de eso quiero hacer reflexionar acerca de cómo repetimos nuestra historia”, recalca.

La transición entre el cine y el teatro ha sido difícil para Loayza principalmente por la diferencia de lenguajes. “El teatro es mucho más rico en la medida en que hay contacto con el público; aunque si está mal, los actores lo sienten al instante, mientras que cuando una película no es buena no puedes hacer nada porque ya está terminada”.

Su experiencia sobre las tablas comenzó con la obra El silencio del mar —basada en una novela homónima de Jean Bruller—, después continuó con el monólogo Séptimo sentido y siguió con la obra colectiva Excepciones.

En esta ocasión, Loayza asumió con Desmemoriados el reto de dirigir a Antonio Eguino, el director de cine boliviano reconocido por los largometrajes Pueblo Chico, Chuquiago, Amargo Mar y Los Andes no creen en Dios, además de tantos otros trabajos audiovisuales. “Me imagino que no es fácil ni para él ni para mí. Él (Eguino) está acostumbrado a tener la última palabra cuando está dirigiendo una película, pero es una persona que tiene mucha disciplina y sensibilidad artística para actuar”.

Además de Eguino, la obra cuenta con la participación de Raúl Pitin Gómez, actor reconocido por más de 40 representaciones teatrales, más de 30 cortometrajes, producciones televisivas y participación en varias películas, como El corazón de Jesús, El atraco, American Visa y Averno.
También están Antonio Peredo, quien actuó en las obras La muerte de un actor, La brújula del Chaco y Ollantay, entre otras, y Mariana Vargas, que estuvo en el filme Zona Sur y varias obras de teatro.

En más de una hora y media, Desmemoriados ofrecerá al público una producción divertida, de humor sutil y de reflexión.

“La gente va a salir con una sonrisa y, seguramente, con el pensamiento de qué puede hacer con su memoria como ciudadano”.

La obra será estrenada dentro de un mes (el miércoles 11 de julio) en el Teatro Nuna, como parte de una cartelera estable, que empezó con Las malcogidas y que posiblemente continúe con Teatro de los Andes.

Después de un momento, Loayza recuerda que también tiene una ópera lista, aunque, contagiado por el Mundial de fútbol, se dará un descanso en todos los proyectos, con excepción de Desmemoriados.