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Yaneramai, la distribución internacional de ‘Søren’

Yaneramai Films ha asumido la responsabilidad de distribuir internacionalmente Søren, la más reciente película de Juan Carlos Valdivia, un desafío para cualquier realización boliviana que aspira a la proyección internacional. Otros filmes de Valdivia han tenido alcance internacional, así como cintas premiadas como Viejo calavera, Averno o Eugenia. ¿Cuál es el viaje que debe hacer un filme boliviano para tratar de impactar en un mercado internacional? Marcelo Cordero, director de Yaneramai, destaca la necesidad de ofrecer productos locales que sean de trascendencia global.

“Con Juan Carlos Valdivia venimos trabajando desde 2010, comenzamos con Zona Sur, de hecho, fue una de las primeras películas boliviana que se confió a Yaneramai Films para la representación internacional como agentes de venta y distribuidores. Desde ahí venimos trabajando con el cine de Valdivia casi de forma continuada. Vale decir que este trabajo responde no solo a temas de interés laboral, sino de filosofía sobre el cine, el arte y la cultura”, expone.

Ante un mercado internacional complicado, en que en la mayoría de los casos no importa si el filme es bueno o malo, “los criterios de selección responden a una serie de variables entre lo cinematográfico artístico y las relaciones públicas. Por su lado cada año las tendencias cambian y los grandes festivales son las que marcan el ritmo del mercado, donde no necesariamente la demanda del público define la forma y contenido de las obras. Como cineasta tienes dos caminos: seguir estas tendencias o ser un rebelde y nadar contra la corriente, ya sea en festivales, ventanas comerciales o espacios alternativos”.

Hablando específicamente sobre Søren, se trata de un filme radicalmente distinto, aunque no opuesto a toda su cinematografía previa. “Juan Carlos Valdivia es un director estético y político de mucha sensibilidad y eso lo hace interesante, con filmes humanos que retratan a su vez un contexto histórico concreto desde la experiencia y lectura íntima. Es muy temprano para decir qué recorrido puede tener la película, sin embargo, puedo adelantar que estamos trabajando en una estrategia que no solo contempla el camino que normalmente sigue un filme, sino que estamos viendo cómo llegar a nuevos públicos. Además, el director pasa por un momento diferente donde sus intereses no se resumen a los festivales de cine y el circuito tradicional, sino en la búsqueda de públicos que puedan conocer su obra y dialogar con ella. Por su parte, de algún modo, Juan Carlos está trabajando, como se podrá ver cuando se estrene Søren, en el registro y lectura de una Bolivia que normalmente no está retratada en el cine nacional, entonces está siendo provocador a su vez, sobre todo para los ojos que se encuentren con el filme fuera de Bolivia, acostumbrados al folklore cultural”, enfatiza Cordero.

El cine boliviano —hablando ya en general— tiene características que le dificultan ingresar a estos circuitos. “Está la falta de previsión por parte de los productores respecto al contexto internacional. Se piensa de forma muy local, nos miramos mucho el ombligo y olvidamos que para que un filme tenga vida más allá de las fronteras debemos pensar en la estrategia de circulación prácticamente desde que se está pensando el filme. Muchas películas buenas de nuestro país mueren y se autosabotean antes de ver la luz justamente por no llevar en cuenta el contexto internacional”.

Si bien la participación en la mayor cantidad de festivales ayuda, la estrategia es lo más importante. “Es preferible tener un premio de un único festival prestigioso que mil que no te llevan a ninguna parte fuera de algún viajecito. Por su lado se piensa mucho en el lanzamiento local, cuando por lo general, y sobre todo en un cine como el boliviano que no tiene industria ni público, el lanzamiento local debería ser en lo último en lo que se debería pensar, a no ser que el contexto te obligue a lo contrario”.

Entre las experiencias sobresalientes en términos de estrategia de circulación, Cordero destaca Zona Sur y Viejo calavera de Kiro Russo, pues fueron filmes que pasearon el mundo pensando cada paso, sin apuro y de forma serena.

“Por último, el cine boliviano tiene que salir de su folklorismo. Puede ser local y universal a la vez y, es otro detalle importante, tiene que alcanzar patrones de calidad que no se resumen a tener una buena cámara, buen sonido o buenas actuaciones, sino directores que construyan mundos personales y eso se lo hace solo con una vasta cultura general, viendo cine de todas las procedencias y estando al tanto de lo que sucede en el panorama cinematográfico internacional”.

Yaneramai se fundó en 2002 y es la única agencia de venta internacional boliviana. “Somos muy pequeños respecto a otras empresas, no contamos con ningún tipo de apoyo estatal porque no existen fondos para distribución y circulación de películas. Yaneramai es vista afuera como un foco alternativo de resistencia para la circulación de filmes donde nuestra filosofía no busca someter los filmes a los caprichos corporativos, sino que nos adaptamos a la realidad de cada película y mercado, lo que nos ha permitido llegar a lugares impensables bajo métodos de distribución tradicional. Hemos llegado con nuestro trabajo a varios países como Argentina, México, Brasil, Perú, Chile, Colombia y Ecuador, entre otros. Nuestra línea editorial son filmes de riesgo, innovadores, minimalistas y provocadores”.