Juan Andrés Palacios: ‘Desarregla’ en código de jazz
El compositor explora caminos creativos con Tierra Mojada y celebra seis años junto a la orquesta Rodolfo Laruta y la Sonora Final Los Andes.
Tierra Mojada es como salir a jugar con los chicos de tu barrio”, describe el compositor Juan Andrés Palacios (citando al pianista Luis García). Ambos son parte del nuevo proyecto que comparten con la cantante Diana Azero y el guitarrista Martín Tincho Castillo.
El cuarteto empezó a tocar a comienzos de 2018 gracias a la iniciativa de Castillo, que quería interpretar música folklórica boliviana, camino que Palacios —más conocido por su trabajo con el ensamble Rodolfo Laruta y la Sonora Final Los Andes— había dejado atrás hace tiempo. Él tomó la oportunidad, porque quería retomar su trabajo con este género musical y porque significaba cambiar de formato.
“Nuestra propuesta aún tiene influencia del jazz —todos nos formamos en jazz, excepto tal vez Diana— pero nuestro propósito es crear un estilo propio. Componemos y también “desarreglamos” piezas, como le gusta decir a Luis, porque en realidad no arreglamos las versiones originales. Lo más honesto es decir que hacemos versiones de canciones poco conocidas, de compositores conocidos”.
A diferencia del trabajo con la orquesta, Palacios comparte la responsabilidad de la visión creativa con los músicos de Tierra Mojada. El riesgo de esta apuesta fue que el repertorio terminara por ser una negociación con la que ninguno se sintiera satisfecho. Pero gracias a que comparten un lenguaje común, el ensamble de las piezas fluyó orgánicamente.
El repertorio del concierto que darán el 20 de julio a las 20.00 en el Teatro Nuna (21 de Calacoto 8509) contará con piezas del compositor tupiceño Willy Alfaro y otras originales de los miembros del cuarteto.
“Cada uno propuso algo con cada arreglo, después los demás, por turno, revisaron y adhirieron o quitaron cosas. De esta forma pasaron por varios filtros, que permiten escuchar las voces de cada uno, con el cuidado de no saturarlas demasiado”.
El otro proyecto grande de Palacios, la orquesta Rodolfo Laruta y la Sonora Final Los Andes también dará un concierto en julio. Después de recorrer diferentes repertorios, que pasaron por la música contemporánea o la cumbia boliviana de los 90, el ensamble cumple seis años y lo celebrará el 21 a las 20.30 en el café Efímera (final Sánchez Lima 2667, Sopocachi).
“Entiendo la historia de la orquesta en tres fases: la primera fue de mucha experimentación; la segunda, de cambios de repertorio, y la tercera, que es la que estamos atravesando, tiene que ver con composiciones mías, que tocan temas más íntimos”.
La orquesta empezó a tocar en 2012 y fue un “salto al abismo” para Palacios, que tenía poca experiencia como director y quería poner en práctica lo que aprendió en Alemania.
Fue una etapa muy difícil, porque el proyecto, que estaba compuesto por 23 músicos, contó con poco apoyo e hizo evidente la falta de formación académica para intérpretes de trompetas y trombones. Así que la principal preocupación del director fue que los miembros se formaran y ganaran experiencia.
Luego comenzó un periodo en el que la orquesta se redujo y se centró en la experimentación con diferentes repertorios, géneros musicales y colaboraciones. Estrenaron una opereta sobre Rodolfo Laruta, además de presentarse con artistas de otras áreas como el actor Luis Bredow, o los bailarines Juan Carlos Arévalo y Elena Filomeno, del Proyecto Border.
“Tocamos de todo y con todos los que quisimos. Invitamos al Papirri (Manuel Monroy), al Grillo (Rodrigo Villegas) y a Mayra González, entre otros. También tuvimos presentaciones con artistas internacionales como la pianista turca Eda And”.
En la etapa más reciente, Rodolfo Laruta y la Final Los Andes prepara su segundo disco, después de cuatro años desde que sacó el primero. Esta producción tendrá sobre todo piezas compuestas por Palacios, quien encuentra que el ensamble atraviesa su época más seria, interpretando piezas más difíciles técnicamente.
“Me he puesto en la posición de cantautor, pero con toda la orquesta. Retomé influencias que exploraba cuando era más joven, como el rock, por ejemplo. Además, las letras tienen mucho que ver conmigo, con mis experiencias y con un tono tal vez más oscuro que lo que solíamos tocar”, comenta el artista paceño.