Hotel Transylvania 3 – monstruos de vacaciones
Invitados, todos los cuates de papá: Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, el Hombre Invisible, y hasta el conde Vlad, todos ellos felizmente emparejados.
Con certera puntería alguien apuntó que este asunto de las franquicias vendría a ser “la plaga del siglo XXI”, no sin agregar que se trata en la actualidad de la inversión menos riesgosa para la industria del entretenimiento. O dicho en otras palabras, las cifras de recaudación de la primera semana en cartelera en su país de origen del tercer episodio de esta enésima saga de personajes de animación así lo atestigua, para qué arriesgar en materia creativa o exponer al estrés a guionistas y directores si la fórmula de la reincidencia sigue arrojando suculentos dividendos.
Lo curioso empero es que, al mismo tiempo, las primeras víctimas de la infección son en la gran mayoría de los casos las propias secuelas, sin que esta tercera vuelta de tuerca sobre la historia echada a rodar en 2012, sea, ni mucho menos, la excepción. Misterios de una época indescifrable. O no tanto apenas se toma cabal conciencia de la fuerza del marketing sobre los gustos y pareceres de las legiones de espectadores anhelantes de reencontrar lo ya consumido con anterioridad, con algunas leves variantes que en nada alteran los patrones de los capítulos precedentes a no ser para desmejorarlos, salvo una que otra excepción. Lo cual por lo demás tampoco inmuta a los fieles seguidores.
Extenuado por el exceso de trabajo en la administración del Hotel Transylvania y por el defecto de relaciones, Drácula anda de humor medio bajoneado. Cuando Mavis, su hija, descubre que anda tanteando hacer citas en línea cree llegado el momento oportuno de un descanso en regla, vale decir la vacación familiar junto a Johnny, su marido humano, y el hijo de ambos a bordo de un crucero. Invitados, todos los cuates de papá: Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, el Hombre Invisible, y hasta el conde Vlad, todos ellos felizmente emparejados.
La idea es pasarla bomba, pero las cosas se ponen pronto un tanto espesas. Ocurre que el viaje de placer es en verdad una celada tendida por Van Helsing —el incansable perseguidor de monstruos— junto a su hija Ericka. Y el asunto termina saliéndose por entero de madre cuando Drác (para los amigos) queda prendado a primera vista de esta última y comienza a coquetear con la idea de poner término a la viudez que lo aqueja desde tiempos inmemoriales.
Genndy Tartakovsky, director de la trilogía (por ahora, con seguridad habrá más) y en la oportunidad asimismo coguionista, fue en su momento, durante la última década del siglo pasado, puntal de la época de oro de Cartoon Network a la cual aportó series por demás bien ponderadas como Dexter o Samurai Jack, credenciales que llevaron a Pixar a reclutarlo de inmediato. No se equivocaron los mandamases de la productora que a su vez reinventó el cine de animación: Hotel Transylvania fue una de las puntas de lanza en su avance sobre el mercado en base a la estrategia de renovar por entero el género de películas para chicos, con un ojo puesto asimismo en el público adulto.
El desenfado, la ironía, el humor burlón respecto a muchos convencionalismos sociales y a personajes con anterioridad encasillados en los lugares comunes de la moralina didactista y edulcorada de Disney fueron probablemente los rasgos más destacados de ese soplo de aire fresco aportado por Tartakovsky y algunos otros pocos colegas. Pero todo ello daría la impresión de pertenecer al pasado, una vez que Pixar también ha sido presa de la contienda entre franquicias por la taquilla.
De aquellas cualidades renovadoras recién traídas a colación no queda en efecto casi nada en la tercera entrega dedicada a Drác y compañía. Una vez a bordo del crucero y acaecido el flechazo de Cupido, la trama discurre entre el jolgorio momentáneo, lindante con la aprensión del realizador al vacío, lo cual lo lleva a atiborrar la pantalla de incontables personajes secundarios de relleno —brujas, gremlins, babosas, etc.— en una caótica, hiperactiva, cansadora, descripción de la alegría, y los morosos, reiterativos, regresos al romance en ciernes, ingrediente muy pronto desprovisto de cualquier arista en condiciones de sostener el relato a menudo desarticulado al borde del sinsentido radical.
Unas pocas escenas prometedoras acaban totalmente malversadas en medio de ese ir y venir falto de ton y son. Así la aparición de Van Helsing en las secuencias de arranque maquinando sus próximos pasos a fin de consumar sus planes, las travesuras de un grupo de gremlins a bordo de una ruinosa aeronave y, sobre todo, el paso por el Triángulo de las Bermudas para avizorar la Atlántida perdida. Chispazos sin consecuencias para un tratamiento que pronto deja de interesar a la platea adulta y tampoco tiene las condiciones para cautivar a los pequeños.
Para peor el acento caricaturesco de los dos episodios anteriores deja lugar al sermoneo convencional a propósito de la importancia de la familia y del trabajo, la necesidad de ser tolerante con los distintos, por muy horripilantes o grotescos que puedan ser. Toda la monserga usual de la cual tomaban airosamente distancia los dos capítulos precedentes.
Queda encajonada en definitiva una de las líneas de mayor atractivo en la saga: la tensión que oponía el conservadurismo de papá Drác con la rebeldía de Mavis, desentendida por entero de los prejuicios de los monstruos respecto a los humanos y viceversa hasta llegar en el capítulo del 2015 al matrimonio de ella con Johnny, relegado esta vez a un rol menos que secundario, y al nacimiento del nieto que terminaba de poner de cabeza toda aquella bizarra mescolanza.
En el original las voces de los personajes fueron encomendadas a conocidos comediantes: de Adam Sandler y sus amigos a Mel Brooks pasando por Selena Gómez y Steve Buscemi, lo cual ayudó seguramente a reforzar el tono humorístico de buena parte de las escenas. Pero dado que con el doblaje al castellano la modulación de los diálogos pierde inevitable e invariablemente buena parte de su registro las copias aquí exhibidas resignan casi toda la carga paródica del argumento, no demasiada tampoco para decirlo todo.
Ficha técnica ‘Hotel Transylvania 3: Summer Vacation’
– Dirección: Genndy Tartakovsky
– Guión: Michael McCullers, Genndy Tartakovsky
– Montaje: Joyce Arrastia
– Música: Mark Mothersbaugh, Tiesto
– Arte: Christian Schellewald
– Diseño: Scott Wills
– Animación: Clarissa Amiata,
Sergey Berengard, Greg Berridge,
Vanessa Blair, James Chan, Byung Joo Choi,
Ignacio Conesa, Juan Couto,
Zvi Eaton, Chad Ellis,
Bruno Carias Fogaça, Clint Gamble
– Efectos: Benjamin Aguillon,
Tosin Akinwoye, Negin Bairami,
Baljinder Singh Bassi, Paula Bell, Jonathan Beres
– Producción: Michelle Murdocca, Carey Smith – EEUU/2018