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La patria del migrante

El migrante no viaja, se traslada. Se lleva consigo. El migrante sabe de traslados. Conoce la importancia del espacio y hace la diferencia entre lo que es importante y lo que no. Así, cuando se traslada, no lleva consigo todo, sino lo esencial, lo que hace su hogar, su casa, su país.

El migrante hace un país, no es de un país. O como decían los patriotas de la Independencia: “Patria es lugar que piso” y salían a deambular por toda la región.

El migrante es su propio país, o como dijo Thomas Mann cuando estaba exiliado en Estados Unidos durante la subida del nazismo en Alemania: “Alemania soy yo”.

Por otro lado, la esencia del migrante es estar fuera de lugar. Es hacer de nacional en el extranjero. Como un tipo vestido de cotidiano en una fiesta de disfraces. Aun cuando fuera aceptado, será diferente.

La diferencia es común entre los migrantes. Es lo que comparten, es su común denominador. La diferencia es lo que los hace iguales.
Grave cosa la igualdad entre diferentes. Pero de qué otra manera podría interesarnos la igualdad. Una igualdad igual, no parte de la diferencia y por tanto anula la distancia.

Anular la distancia, es anular el punto de vista, es decir la aniquilación para el migrante. Lo peor. El olvido para Ulises.

El migrante aporta la diferencia, al mismo tiempo que intenta superarla. Su identidad se produce en esa discordia.

La identidad para un migrante es siempre un dolor de cabeza. Por eso, el mejor lugar para un migrante es la frontera. Una línea muy delgada, pero línea al fin.

Ahora bien, lo propio de un migrante es apropiarse. La apropiación no es moco de pavo, es un proceso de empoderamiento. De hacerse autoridad donde no toca pito.

El migrante posee una inteligencia particular. La inteligencia de un migrante está en estricta relación con su capacidad de adaptación.

El lugar de origen de un migrante es siempre dudoso. Puede suceder que un migrante recuerde cosas que no son reales y se atribuya orígenes distintos. Pero siempre es él.

El migrante siempre retorna, aunque no vuelva. Se vuelve de un viaje, vuelve el viajero. De la migración no se vuelve, aunque se haya retornado.
El migrante que retorna es un migrante al cuadrado.