Cito a Leonardo García Pabón: “Se dice que la crítica literaria hace de una serie de textos una literatura, y, en muchos casos, una literatura nacional. Sin esos lectores profesionales que son, sobre todo, académicos, no habría una ‘Literatura’ que participe de forma significativa en una sociedad dada”.

Este es, creemos, el leitmotiv de cuatro grandes proyectos de rescate y reedición: “Letras Fundacionales” (Plural), la “Biblioteca del Bicentenario” de Bolivia (Vicepresidencia), “Papeles de antaño “(La Mariposa Mundial) y “Prosa Boliviana” (Carrera de Literatura de la UMSA). Cinco, si agregamos la Biblioteca Plurinacional, proyecto trunco y de una sola serie, del Ministerio de Culturas. Todo esto es a la vez, claro está, el leitmotiv de las IV Jornadas de Literatura Boliviana que, con el título La mirada al pasado: redescubriendo nuestra literatura, se efectuaron entre el 2 y 4 de agosto en la XXIII Feria Internacional del Libro de La Paz (Campo Ferial Chuquiago Marka).

¿Cómo afecta esta revalorización en las tendencias de nuestra narrativa actual? ¿Qué aportes nos dejan estas colecciones? ¿Será posible redefinir, gracias a esta relectura fresca, la identidad literaria nacional? Estas fueron algunas de las preguntas que motivaron el coloquio que se organizó en tres mesas con lecturas de ponencias de los escritores y académicos Luis H. Antezana, Virginia Ayllón, Mónica Velásquez y Edmundo Paz Soldán, el primer día; Leonardo García Pabón, Ana Rebeca Prada, Amaru Villanueva y Omar Rocha, en la mesa 2; y en el cierre, Wilmer Urrelo, Kurmi Soto, Marco Montellano y Juan Pablo Soto.

Contextualizando

Durante décadas uno de los grandes vacíos en la literatura boliviana fue la falta de crítica, revisión y lectura de los autores y libros del pasado. Fue a partir de la colección “Letras Fundacionales” de Plural Editores, dirigida por Leonardo García Pabón, que empezó una suerte de tendencia por rescatar, recuperar, reeditar grandes piezas y escritores olvidados. El formato de esta colección: ediciones críticas, anotadas y precedidas de estudios introductorios, marcó una suerte de referente para este tipo de trabajos. La importancia de “Letras Fundacionales” salta a la vista nada más repasar algunos de sus primeros títulos: Íntimas, de Adela Zamudio (1999); Relatos de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Arzáns (2000) y Aluvión de fuego, de Óscar Cerruto (2000).

Luego vino La Mariposa Mundial, revista literaria creada en 1999 por Rodolfo Ortiz  y Omar Rocha y que en 2004 incursionó en el mundo editorial con Pirotecnia, de Hilda Mundy; Cuentos completos y Las cuatro estaciones, de René Bascopé Aspiazu. Tras ese impulso inicial, luego crearon el sello “Papeles de Antaño”, que acoge trabajos de recuperación esenciales: no hay que olvidar que tras la revisualización de Mundy, la autora orureña es objeto de atención de numerosos lectores dentro y fuera del país. Luego vino un encomiable trabajo de recuperación, clasificación, edición y publicación de libros de Arturo Borda, Roberto Leitón, Juan Conitzer, Sergio Suárez Figueroa y David Villazón. 

No se puede negar que tanto “Letras Fundacionales” como “Papeles de Antaño” son antecedentes y responsables, para bien, de la “Biblioteca del Bicentenario de Bolivia”, el proyecto editorial más ambicioso emprendido por el Estado, cuyo objetivo es publicar hasta 2025, año del bicentenario, 200 de los más importantes libros de bolivianos y sobre Bolivia, en ediciones definitivas, editadas, anotadas y con estudios críticos. Bolivia empieza a leer de nuevo —¡y de verdad!— a sus autores y obras capitales y ese rescate, estamos seguros, cambia el panorama, la perspectiva e influye en la renovación creativa.

Un ejemplo concreto de esta necesidad de interacción se vio reflejado en 2014 en la Biblioteca Plurinacional, lanzada por el Ministerio de Culturas y en la que el equipo consultor que seleccionó y editó los libros, escogió a su vez a ocho literatos jóvenes para que efectúen estudios introductorios en esa perspectiva: la pertinente mirada crítica al pasado. Parte del documento de justificación de esta colección, a cargo de Fernando Barrientos, Alfonso Hinojosa, Marco Montellano y Martín Zelaya, señala: “Como los ocho primeros textos son de la primera mitad del siglo XX, y brindan un variado y completo retrato del país y de los bolivianos de entonces, consideramos oportuno que la lectura e interpretación que aparece en la introducción de cada tomo sea efectuada por especialistas jóvenes (casi todos menores de 40 años) para que así también sea apreciable la valoración generacional en el conjunto del trabajo”.

La mirada al pasado, de esta manera, puede ser la verdadera puerta de acceso a un futuro más halagüeño para las letras bolivianas.