No me jodas no te jodo, crónicas escritas por y para la ciudad de El Alto (2018) es un texto que reúne, hasta ahora, lo poco que se ha escrito sobre El Alto. Desde sus múltiples perspectivas, la obra trata de armar, a través de una serie de miradas internas y externas, el espacio narrativo de la ciudad; pues hacen que el libro no caiga en una tediosa suerte de clichés establecidos. De hecho, el texto plantea nuevas vistas de la ciudad; de ahí que el compilador, Alexis Argüello Sandoval, señale lo siguiente: “El Alto se ha quedado con aquello que La Paz no ha podido quedarse… quizá más bien con lo que La Paz ya no quiere mostrar: una población urbano popular ya no emergente, sino establecida espacial y económicamente”.

Las 17 crónicas que componen el libro, fluctúan entre los espacios habitados a más de 4.000 msnm, y las vistas alejadas, como finas estampas, de aquellos que hablan y describen la ciudad a partir de los recuerdos. En este sentido, se pueden leer las crónicas: Pan de batalla y La soledad de los pobres hombres pobres como dos visiones íntimas y profundas, que narran las experiencias vividas de sus actores, y parecen encontrar una correspondencia casi umbilical con la ciudad que habitan; mientras uno sentirá una satisfacción plena al elaborar y repartir panes, encontrando una paz interior que la ciudad a momentos parece olvidar, el otro verá un espacio oportuno, en los apivideos, para dar rienda suelta a sus formas de amor, escondiéndose en el espectáculo clandestino, porque la ciudad todavía rechaza a los “indios” maricas que se entremezclan entre sus gentes de apariencia dura y de rostros curtidos por el sol.

También están aquellas crónicas que les es imposible crear un diálogo ameno con la ciudad. En Taqinki Lunthata, el autor empezará diciendo: “La ciudad de El Alto es una ciudad hosca, podría decir casi hostil. Cuando uno vivió toda una vida allá, como yo, está tan acostumbrado a ello que no se da cuenta siquiera”; y es que para muchos, incluso para sus mismos habitantes, El Alto representa un espacio caótico, para nada tranquilo, acostumbrado al desorden y al bullicio comercial.
Tanto así, dirán algunos, que es difícil moverse por sus calles sin mostrar un poco de miedo y, claro, de respeto. Sin embargo, a pesar de los problemas sociales— típicos de las grandes ciudades— las crónicas comparten, más que una experiencia fallida, una visión enriquecedora de lo que representa vivir o estar de paso por la ciudad; ya sea viendo un terrible accidente a través de los cristales de un minibús, tal como pasa en Sangre; o caminando a paso rápido por sus calles, en procura de llenarse de miles de estampas urbanas, lo más antes posible, como en El Alto, infinito; o la de sentirse extranjera en tu propio país, tal cual sucede en Hocicrónica.

17 Crónicas, 17 autores que exploran la ciudad de El Alto con bastante fuerza y originalidad; desde adentro o desde afuera, la ciudad es el único escenario y protagonista, de la cual emergen experiencias enternecedoras y hasta algo irónicas como la del pingüino con chaleco, subastado en la feria de la 16 de Julio, narrada humorísticamente en Crónica aviar; o de aquel equipo de fútbol, de primera división, secuestrado en una cancha de la zona Cosmos 79, escrita con sumo detalle y cuidado en El secuestro más extraño del fútbol.

Crónicas que hablan de sus héroes muertos, cuyas hazañas forman parte del imaginario alteño y exaltan el valor ecuánime de sus habitantes: la del Choco, aquel perrito simpático que defendía a los vecinos de Satélite de las peligrosas pandillas (El guardián y las piedras); la del padre Obermaier que, bajo su figura de “santo”, ayudaba a los más necesitados, no solo con la oración, sino trabajando en pos de su bienestar (Sebastián Obermaier).

Las crónicas escritas por y para El Alto forman un texto vigoroso, necesario, que nos permite acceder a un imaginario adverso e incomprendido; muchas veces ensombrecido por los prejuicios locales que la tildan de violenta y peligrosa. No obstante, el libro va más allá de esas afirmaciones, mostrándonos un universo complejo e interesante, y que, en cuyas páginas, nos devela los misterios y la cotidianidad de una ciudad que emerge de entre las alturas, para señalar lo que somos. Quizá el libro sea el camino que nos lleve a ver y entender el comienzo de nuevas narrativas.