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Teatro y tejido, construyendo comunidad

Si bien la entrada principal del Centro Cultural de España (CCELP) en La Paz está en la Av. Camacho, el patio de la institución y el pasaje Núñez del Prado están a un umbral de distancia. Sin embargo, la mayor parte de los vendedores del pasaje nunca cruzaron esa puerta.

Al tener sus instalaciones en un lugar tan céntrico, las personas que trabajan en el pasaje son los vecinos más cercanos y cotidianos del espacio cultural. Los niños, cuyos padres trabajan allí, han asistido a algunas actividades, pero los adultos aún no se acercan al centro.

Para cambiar esto, la institución llevó a cabo un proyecto de mediación —llamado Laboratorio de Teatro-Foro. Creación desde la comunidad— que busca generar lazos de solidaridad y amistad con aquella comunidad que está cerca de sus inmediaciones: “Nos definimos como un espacio de participación y encuentro. Además de tener personas que asistan a las actividades, queremos que la gente se sienta parte del centro cultural, por eso una de las tareas pendientes es vincularnos a nuestro entorno inmediato”, explica María Pérez Sánchez-Laulhé, directora del CCELP y Consejera Cultural de la Embajada de España.

El taller —guiado por la dramaturga y directora de escena Lucía Miranda— se nutrió de una actividad anterior que utilizó el tejido como excusa para acercarse a los habitantes del pasaje. Se llamó ‘Hacer con las manos’, la organizó el CCELP y la facilitó Paulina Oña (actividad que volverá a instalarse bajo la guía de Gabriela Saldías, hasta fin de año).

“No queríamos forzar un acercamiento, sino construir, con paciencia, un vínculo de confianza. Queremos sobre todo escucharlas, ver qué les interesa, porque a veces se comete el error de llegar con una propuesta cerrada y no funciona”, comenta Pérez Sánchez-Laulhé.

De forma similar, los participantes del laboratorio utilizaron el tejido para conocer la cotidianidad de los habitantes del pasaje. Y además crear con aquellas historias una obra, a partir de la herramienta del teatro-foro. Esta técnica se enfoca en un conflicto de una determinada comunidad y lo pone en escena dos veces. La primera transcurre como una representación convencional y en la segunda el público puede tomar el lugar de alguno de los personajes para proponer una solución.

“El público busca soluciones, las prueba y suelen no funcionar, porque es como la vida; lo que tienes en la cabeza, puede solo funcionar ahí”, desarrolla la dramaturga española.

Lo que sí genera es empatía entre los diferentes actores del conflicto. “Las caseritas van a poder estar en la piel de otras caseritas, de la Alcaldía o del centro cultural, y la institución va a conocer el punto de vista de ellas”.

En este caso, como los comerciantes del pasaje no pueden dejar de trabajar, se buscó a un grupo de artistas, psicólogos y maestros para recopilar y poner en escena las narraciones. Durante una hora, en cada jornada del taller, los participantes interactuaron con ellos y les mostraron las escenas que estaban creando. Luego de que dieran su opinión, los talleristas rearticularon sus propuestas.

La interacción a partir del tejido tuvo sus primeros resultados cuando vendedoras que habían dejado de hablarse volvieron a charlar para enseñarles a tejer a algunos integrantes del taller. Pero Miranda no tenía certeza de cuán bien funcionaría la obra, ya que la comunidad misma no estuvo involucrada.
Radio Caserita se presentó el jueves 30 a las 16.00. El día y la hora se consensuaron con las vendedoras para lograr que la mayoría asistiera.  

“Pusimos 40 sillas y nos faltaron, vino mucha gente, participó de la obra e incluso están comenzando a organizarse para crear una compañía de teatro para que los vendedores puedan actuar”, narró la artista española, con mucha emoción.

La técnica del teatro-foro logró su cometido: generar un encuentro entre la institucionalidad y la población, y tal vez algo más: incluir el arte en la vida cotidiana de las personas.