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Mauricio Ovando: La película terminó siendo una catarsis familiar

A partir de la irresuelta muerte de su tío Marcelo —hijo mayor del expresidente de facto Alfredo Ovando Candia—, el cineasta Mauricio Ovando comienza a cuestionar la figura que las historias familiares habían construido sobre su abuelo.

A través de diferentes fuentes cinematográficas y testimoniales —oficiales, familiares y detractoras— el director construye una imagen emotiva y subjetiva de aquel personaje de la historia boliviana conocido, entre otras cosas, por dar la orden de ejecutar a Ernesto “Che” Guevara.

Algo quema se estrenó el 8 de septiembre como película de apertura del Festival de Cine Radical y se exhibirá el 14, a las 18.30 en la Fundación Wayna Tambo (C. 8 de Villa Dolores 20, El Alto) y el 16 en el Cine Teatro 6 de Agosto (Av. 6 de Agosto, esq. Rosendo Gutiérrez) a las 17.00.
 

— ¿De qué trata la película?

— Es un intento de conocer a mi abuelo —murió antes de que yo naciera— a través de sus imágenes y desde una mirada absolutamente personal. Es un viaje a través de diferentes documentos para intentar conocerlo. Éstos pueden ser oficiales, familiares y también están los que denuncian los crímenes del Estado. Esos son los materiales más importantes, a través de los cuales voy yendo y viniendo, a partir de una estructura que armé junto a la montajista uruguaya Cecilia Almeida. No es una biografía, no hay cronología ni un intento de escribir su vida. Es un collage de imágenes que intentan armar otra, una propiamente mía, que no es definitiva, porque no puedo hacerla.

— ¿Qué fuentes utilizó?

— Utilicé filmaciones y fotografías caseras, además de las imágenes que construyen los testimonios familiares. Son otros niveles de construcción de imágenes.

Hay un noticiero que muestra un reportaje sobre la vida cotidiana de los copresidentes (Ovando y René Barrientos, 1965-1966). Es uno de los principales materiales porque muestra cómo ese gobierno se presentaba a sí mismo. Tiene un discurso oficial que crea una imagen perfecta, infalible, de los presidentes. Se titula Todos los días (1966), es del Instituto Cinematográfico Boliviano (ICB) y no tiene créditos de dirección.  

Si bien tengo pocos audiovisuales de denuncia, esos pocos le hacen gran contrapeso a la versión oficial. Entre éstos hay uno clave, que hizo que toda la película tenga más sentido para mí; El Coraje del pueblo, de Jorge Sanjinés, que es de 1968, justo después de la masacre de San Juan. Los primeros cinco minutos son denuncia directa, militante y panfletaria de las masacres mineras, creo que desde 1948. Es el único material que da datos concretos con muertos, heridos y años; y muestran a los directos responsables. En todos sale la foto de mi abuelo, porque era Comandante de las Fuerzas Armadas.

También tengo noticieros extranjeros. Una serie de entrevistas a Ovando y Barrientos, que son de un noticiero argentino. Llegaron (los reporteros) durante la guerrilla de Ñancahuazú. Y les hacen preguntas por separado, porque se pensaba que entre ellos había una rivalidad y que incluso conspiraban uno contra el otro.

Otro es el noticiero de la British Pathé (Agencia de noticias), que hace un reportaje del triunfo de Barrientos en las elecciones de 1966. Es muy interesante ver cómo hablan de Bolivia; terminan diciendo: “En el continente sudamericano es más fácil llegar a ser presidente que mantenerse como tal”. Es una visión sobre cómo veían todo esto de afuera, que no está muy alejada de la verdad.

— ¿Qué relación encuentra entre las imágenes familiares y aquellas históricas?

— Las imágenes familiares y las institucionales a veces se apoyan y crean una figura aún más imperfectible, pero hay momentos en los que las familiares contradicen incluso la historia oficial boliviana. Por ejemplo, la decisión de asesinar al Che. La mayor parte de las páginas de internet dicen que Ovando dio la orden en código: “Dí buen día papá”. Pero mi abuela cuenta que se reunió el alto mando, hicieron una votación y que él votó porque no lo mataran. Bien se contradigan o apoyen, siempre hay una relación entra ambas. Otro ejemplo es la muerte de Barrientos. Tengo una entrevista a un historiador —Tomás Molina Céspedes— que en su rubro no tiene muy buena fama, porque dicen que hace crónica roja de la historia boliviana, pero es de los pocos materiales audiovisuales donde muestran otra faceta de Ovando que yo jamás había escuchado. Molina dice que Ovando fue el autor intelectual de ese supuesto atentado.

Esta muerte no resuelta se une a otra, en este caso, familiar. El hijo mayor, Marcelo, mi tío, muere en una tragedia aérea, similar a la de Barrientos, en la que tampoco se llegó a establecer si fue un accidente o atentado. Meses antes Ovando había nacionalizado la Gulf Oil y se podría pensar que fue una represalia de la CIA. Por otro lado, la guerrilla de Teoponte estaba en sus peores días y también podría haber tenido que ver con eso. La situación era tan complicada que todo suena a conspiración, espionaje, traición, incluso dentro de los mismos militares. Y si hubiese sido un amedrentamiento, funcionó. Cuando se muere mi tío, mi abuelo decide renunciar y autoexiliarse en España junto a toda su familia. Escapan del país.

El momento más complicado de la presidencia de Ovando y la muerte de mi tío, ambas al mismo tiempo, son como el clímax de esta conexión de la historia familiar y la historia de Bolivia.

— ¿Cómo nace la necesidad de hacer este documental?

— Con diferentes matices, en general la familia cuenta la vida de mi abuelo con orgullo. No se habla de la masacre de San Juan o de Teoponte. El perfil humano es aún más grandilocuente; fue un esposo abnegado y un padre amoroso, cuya prioridad fue la familia. Entonces me pregunto, ¿por qué alguien querría asesinar al hijo de un presidente así? Eso desencadenó otros cuestionamientos, a los que mi familia tampoco supo cómo responder o hablar del tema porque es muy doloroso. La película es ante todo una catarsis emocional de todo esto.

— ¿Cómo fue la reacción de su familia a la cinta?

— He recibido más apoyo del que esperaba y contra todo pronóstico me han agradecido mucho por hacer el documental. Lo han visto con mucho dolor, ha sido una catarsis familiar, grupal. Estamos destapando la herida y dejando que respire. Todo lo político, social e histórico está rondando, pero lo que duele más es la pérdida de mi tío. Se prestaron a brindarme sus testimonios y también a que utilice su imagen, con todo lo que eso implica. Ellos decidieron exponerse y yo traté de ser responsable con eso.

Pérfil:

Nombre: Mauricio Alfredo Ovando

Profesión: Cineasta

Este es el primer largometraje del cineasta paceño de 31 años. Se formó en la Universidad Católica Boliviana San Pablo e hizo una maestría en cine documental en Buenos Aires. Allí gestó el proyecto cuyo resultado es  Algo quema, en  2010. Fue uno de los responsables del espacio cultural Casa Espejo y es parte de la organización del Festival de Cine Radical.