Mariano Baptista Gumucio: ‘Guillermo Vizcarra Fabre tiene un lugar destacado en la lírica boliviana’
El escritor e historiador presenta el libro ‘Vida y poesía’, dedicado a la obra del sorateño.
El incansable polígrafo Mariano Baptista Gumucio apuesta nuevamente por sacar del olvido a una figura importante de las letras. Biógrafo infatigable, antologador acucioso e historiador en el más amplio sentido, ha dedicado gran parte de su vida a la revalorización de los mayores valores del arte y la cultura; sus libros Yo fui el orgullo: Vida y pensamiento de Franz Tamayo y Atrevámonos a ser bolivianos: Vida y epistolario de Carlos Medinaceli dan fe de este aserto. Ahora ha decidido exhumar la gloria de un poeta sorateño: Guillermo Vizcarra Fabre. Este libro, titulado Vida y poesía (Plural Editores, 2018), y que en realidad es una coautoría, se debe, según el mismo escritor, a una serendipia, a un hallazgo inesperado, cuando, en una caja encontrada en el Consulado de Bolivia en Santiago, halló mucho material inédito del poeta.
— Usted ha hecho semblanzas, antologías y biografías de personajes de la cultura boliviana, ¿por qué ahora elige a Guillermo Vizcarra Fabre?
— Este es un libro que ha esperado su tiempo para publicarse. Es muy anterior a varios otros que publiqué. En general me he ido ocupando, salvo unas cinco excepciones, de la generación de mi padre, esa que corresponde al 900. Son personajes a los que siempre les tuve simpatía y que han sido olvidados en Bolivia. Como digo en el prólogo de este libro, citando a García Márquez, el olvido es peor que la muerte. Y así les sucedió a estos escritores. Y yo nunca cometí (literaria ni históricamente) el crimen del parricidio, nunca me volví contra mis mayores. Creo que es una actitud juvenil iconoclasta, pero bastante injusta en general.
— En el canon artístico boliviano, que tiene relevancia continental, como lo demuestra por ejemplo la figura de Marina Núñez del Prado, hermana de la esposa de Vizcarra, hay personalidades muy relevantes. ¿Qué representa el poeta sorateño en ese canon?
— Tiene un lugar destacado en la lírica boliviana, está al nivel de Reynolds y de Cerruto. Lo que pasa con él es que, por falta de empleo y una desgracia que tuvo (el asesinato de su hijo, en El Prado paceño, a manos de un miliciano del MNR), él se fue de Bolivia y volvió ocasionalmente, pero les dijo a sus hijos que si se quedaban aquí, iban a ser personas infelices como él, y que había que poner distancia entre la desgracia y ellos. Por eso es que Vizcarra Fabre no es muy conocido en las letras bolivianas, aunque en su tiempo sí fue muy valorado.
— ¿Cómo se podría definir el estilo literario de este autor desde el punto de vista formal o técnico?
— Él pertenece a la generación vanguardista; era gente que rompió con las reglas métricas, con el sentido incluso, que llenó su obra de metáforas, algunas poco comprensibles, pero siempre con una tendencia a exaltar lo bello y a valorar el país, el paisaje, la cultura aymara… él era un admirador de esta cultura por la influencia de su madre. Vivió en Sorata hasta los ocho años y vino a La Paz y, por supuesto, antes había jugado con los niños a la escuela a la que asistía, hablando en aymara. El español lo adquirió luego, en sus años de estudio en el colegio San Calixto.
— Haciendo referencia al vanguardismo literario, se ve que en sus últimos poemas él hace uso de recursos más serenos y no tan abstractos como los que hay en sus primeros trabajos. ¿Podría hablarse de una transición estilística?
— Claro que sí. Sobre todo en sus últimas obras se nota esa evolución.
— ¿Y qué se puede decir de su poesía desde el punto de vista del fondo?
— El paisaje… Era un hombre de la montaña, que había recorrido las montañas que están en torno a Sorata a pie y que las conocía muy bien. Pensaba, como otros poetas, que había una suerte de dioses tutelares en ellas. Así que él creó en Santiago poemas muy bellos sobre los Andes. Además, cultivó la poesía amatoria…
—¿Algo así como la de Soriano Badani?
— Exactamente.
— ¿Cómo fue el proceso de este libro en el sentido de la recopilación de su obra inédita y su correspondencia?
— Yo encontré en el Consulado de Bolivia en Santiago una caja de cartón que nadie me supo explicar de quién era; tenía las iniciales GVF y estaba amarrada con una pita. Cuando le quité el polvo me enteré de que se trataba de los papeles personales de Guillermo Vizcarra Fabre, que le había pedido a un amigo suyo que los dejara en el consulado como una suerte de botella tirada al mar, para que alguien los leyese y conservase. Yo me interesé, traje la caja a Bolivia, les saqué copia a los documentos y entregué los originales a los hijos. Ahí empieza esta historia, hace más de 30 años, que ahora culmina con la edición de este libro.
— ¿Cuál ha sido la impresión que se llevó de Guillermo Vizcarra Fabre en esa fugaz pero intensa ocasión en que, como queda referido en el prólogo del libro, se encontraron en el Consulado de Bolivia en Santiago?
— Era un hombre muy alto, corpulento, de anchas espaldas, con unos bigotes de morsa, sonriente, pacífico…
— Cuando uno hace historia y biografía y ha publicado un libro, siempre terminan quedando cosas en el tintero porque aparecen nuevos datos y documentos. ¿Podría pensarse en una segunda edición del libro con material nuevo?
— Justo acabo de encontrar en los papeles que se acumulan aquí en la oficina un cuento de su infancia que se llama El ciego; trata de un ciego a quien él conoció en Sorata, que tocaba el órgano en la iglesia… Otro tema de interés del libro es que él era hijo de un sacerdote y de una joven posiblemente aymara del pueblo que no reaparece nunca en su vida. Esas dos ausencias, la del padre y de la madre, deben haber pesado sentimentalmente de una manera terrible en su ánimo.
Pérfil:
Nombre: Mariano Baptista Gumucio
Nació: Cochabamba, 1933
Es abogado, historiador, ensayista, periodista, académico, investigador y divulgador de la cultura boliviana. Fue Ministro de Educación y Cultura, además de Embajador en EEUU. Recibió numerosos premios, incluyendo el Nacional de Cultura (1991).