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Germán Araúz

Si hay algo evidente en cada escrito de Germán Araúz, desde los artículos que publicó en cinco matutinos bolivianos a lo largo de más de tres décadas y que rebosan de agudeza y humor, siempre bajo seudónimos que marcaban el tono y el tema de los mismos, hasta los cuentos que publicó esporádica, pausadamente en los últimos 30 años, es una mirada propia y una profunda sensibilidad con el entorno, expresadas con un lenguaje directo, despojado, audaz, que aúna lo coloquial y lo culto con una naturalidad muy personal.

En el oficio de la escritura, y sobre todo en el que, por razones profesionales, nos comanda a escribir todos los días acerca de temas tan disímiles como, por ejemplo, y como es el caso de Don Germán, la coyuntura política o las vicisitudes de un montaje teatral, es difícil salir airoso con una voz autoral, identificable, única. Es por eso que no me caben dudas de que estamos más ante un escritor empleado como periodista durante casi toda una vida laboral, que ante el fenómeno opuesto: el periodista con arrebatos literarios.

Si bien su producción, en tanto cuentos, no es prolífica, es innegablemente vital y consistente. No extraña, entonces, que tenga muchos relatos dispersos en diversas publicaciones y un solo libro publicado: Crónica secreta de la Guerra del Pacífico (Correveidile, 2002), título que despertó un equivocado entusiasmo en sectores chauvinistas y que, como Martín Zelaya señala en sus apuntes preliminares a Nadie supo finalmente. Cuentos reunidos que es “el libro de un autor hecho y derecho (…) y está claro que para lograr cada cuento —lo mismo podemos decir del resto de las piezas acá reunidas— seguramente se desecharon decenas de otros bocetos e intentos. Un periodista, un lector contumaz, un crítico cultural como Araúz, nunca se permitiría publicar (…) alguna pieza de ficción que no esté madurada, digerida, corregida…”

En las ficciones de Araúz parecen reunirse los temas y recursos de las tradiciones y vanguardias de la narrativa latinoamericana del siglo XX: el costumbrismo, el realismo mágico, la microficción, la conciencia social; que sintetiza de manera solvente, sin descuidar la intimidad y complicidad que establece desde la inmediatez espacial y temporal de su infancia, la de los contextos sociales a los que le acercaban sus viajes y mudanzas, la de la fauna urbana entre la que trabajó muchos años como oficinista, la de la idiosincrasia nacional. En este cuerpo narrativo confluyen, continúa Zelaya, “lo urbano y lo rural, los personajes campechanos provincianos y los burócratas duchos e infames; la primera persona intimista, directa y la voz narrativa omnisciente, aunque casi nunca ajena del todo a la trama”.

Así, por dar solo algunos ejemplos, en Esperanza, desde una narrativa cruda en primera persona, el autor denuncia la miseria marginal y las oprobiosas condiciones de vida de la mujer rural; en El tesoro, destapa la olla de la dinámica familiar, al mismo tiempo que relata, a la manera de Cinema Paradiso, la complicidad entre un niño y un viejo, el nieto y el abuelo en este cuento; en Marisa y el ángel ensaya una historia fantástica en un contexto urbano nocturno y marginal y en El volador explora un universo infantil, a la vez tierno y cruel. Siempre existe un halo de misterio, algo sugerido y no dicho, una risa burlona que se difumina en el aire.

Cuando emprendimos este proyecto editorial, hace un par de años, se me figuró no solo como un homenaje necesario a alguien con una labor sostenida y calificada en el periodismo cultural, sino más que nada como una enmienda. Estamos ante un autor significativo de la narrativa boliviana como lo consignan voces autorizadas en el tema —Jorge Suárez, Manuel Vargas, Mauricio Souza, entre otros— cuyos textos relativos a la obra de Araúz anexamos al compendio de relatos, además de un estudio introductorio, a manera de prólogo del periodista y gestor Martín Zelaya, con quien asumimos la tarea de compilación y reedición. El respaldo de la Editorial 3600 redondeó la tarea y garantizó la publicación del libro que ahora presentamos.

Nadie supo finalmente. Cuentos reunidos viene a ser el primer volumen de la obra completa de Germán Araúz. La otra, la referente a periodismo, crónica y crítica cultural, será seleccionada y antologada para un segundo tomo, que proyectamos presentar la siguiente gestión. Este libro busca aportar a la constante y —creo— necesaria labor de leernos, de (re)conocernos en estos personajes a la vez fantásticos y terrenos, de encontrarnos en las voces de los que cuentan historias, de los que le otorgan a través de esas historias, voz a los que no están, a los que no vemos, a los que nos negamos a ver. Como en el cuento El tesoro, de Araúz, es posible que nos hallemos ante un baúl viejo y pesado y que nos sorprenda lo que encontremos allí.