‘Algo quema’
Mauricio Ovando cuestiona las distintas miradas sobre su abuelo, el exdictador Alfredo Ovando Candia.
Acercarse a las grandes figuras históricas pescadas en pantuflas ha sido una seducción recurrente en los biopics, mayormente apuntada a demoler los pedestales de mármol encima de los cuales se encontraban encaramados esos seres presuntamente inmunes a las debilidades humanas. Los hubo también, claro, aquellos alineados a la conversión de notabilidades de hoy y siempre en divas(os) al modo Hollywood. En una y otra modalidad no solo focalizados sobre personajes políticos: músicos, pintores, escritores, actrices, gánsters concitaron de igual manera a menudo la atención de realizadores interesados en escarbar las intimidades, o las ruindades, de famosos.
El género se encuentra últimamente viento en popa. Solo remitiéndonos de memoria a los años recientes, entre otras biografías fílmicas cabe mencionar: La dama de hierro (Phillida Lloyd/2011) sobre M. Tatcher; Escobar: paraíso perdido (Andrea Di Stefano/2014); Nina Simone (Cinthya Mort/2015); Jackie (Pablo Larraín/2016) acerca de Jacqueline Kennedy; Neruda (Pablo Larraín) 2016; Gilda (Lorena Muñoz/2016); Las horas más oscuras (Joe Wright 2018) centrada en W. Churchill; Gotti (Kevin Connolly/2018) a propósito del capomafia homónimo.
En todos los casos referidos, entre los biógrafos y los biografiados no existía otro vínculo que el de la curiosidad de los primeros por los segundos, lo cual podía garantizar en cierto grado la objetividad del retrato ofrecido, si bien fatalmente existe de partida una presunción, o una hipótesis, que el filme intentará develar, sobre todo en los ensayos en los cuales el producto no responda a la intención simple y llana de rendir tributo de admiración a la figura elegida.
Por eso es singularmente llamativo el reto que se impuso el director debutante Mauricio Alfredo Ovando, nieto del Gral. Alfredo Ovando Candia, al afrontar el retrato filmado de ese personaje por demás controversial de nuestra historia contemporánea. Un descarnado y lacerante ejercicio introspectivo en procura de desentrañar la verdad acerca de la fantasmagórica figura de su abuelo, sabiendo de antemano la por demás probable imposibilidad de dar con una certeza monócroma en el caso de cualquier ser humano inevitablemente investido de infinitos matices contradictorios, peor aún tratándose de una figura pública.
Más que un documental a secas Algo quema —galardonada en el Festival de Cine de Buenos Aires 2018 con el premio a la mejor dirección— es un ensayo documental en la línea de Octubre (Sergio Eisenstein/1927), Morir en Madrid (Frederic Rossif/1963) o La hora de los hornos (Fernando Solanas y Octavio Getino/1968), solo que en la oportunidad el director se propone plantar cara a sus sentimientos, y a los de su familia, sin maquillar ninguna de las facetas del hombre a cuyo encuentro se dirige ahíto de interrogantes.
Tres cuando menos son las visiones de su abuelo, al cual no conoció personalmente, que Mauricio Ovando va entrelazando en ese zigzagueante recorrido, siempre en primera persona, por sus incertidumbres. De una parte la imagen familiar que lo recuerda como un hombre cariñoso, atento, bonachón, con ribetes heroicos, eco de su participación en calidad de voluntario en la Guerra del Chaco como miembro del grupo “Tres pasos al frente”.
En segundo lugar está el perfil del mandatario que encabezó un régimen alineado en la corriente del nacionalismo militar activo en varios países latinoamericanos a finales de los años 60 del siglo anterior, protagonista de la nacionalización del petróleo con la expulsión de la Gulf Oil, de la instalación de la primera empresa estatal fundidora de minerales en Vinto y asimismo de varias intensivas campañas de alfabetización monitoreadas, nada más y nada menos, por Paulo Freire e Iván Illich, logros conseguidos por añadidura con el acompañamiento de un gabinete de lujo conformado por jóvenes intelectuales de la talla, entre otros, de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Mariano Baptista Gumucio, José Ortiz Mercado.
Pero, en el reverso de la medalla, se encuentra la tenebrosa efigie de quien encabezó dos golpes de estado contra gobiernos democráticos y al cual se acusa de haber levantado el pulgar para la ejecución del Che Guevara, amén de tener plena responsabilidad en las órdenes para la intervención a las minas durante la Masacre de San Juan y la exterminación de los guerrilleros en Teoponte. Adicionalmente sospechoso de haber instrumentado el accidente del helicóptero a bordo del cual viajaba el Gral. René Barrientos Ortuño, su antagonista, pero antes su par en el cogobierno de facto surgido luego del derrocamiento del MNR en noviembre de 1964, episodio que bajó el telón a 12 años de gobiernos surgidos de la Revolución Nacional de 1952, por entonces en plena decadencia, como efecto de la subordinación a las políticas instrumentadas desde la embajada norteamericana.
En esta tercera línea exploratoria el realizador no hesita en darle la palabra incluso a Tomás Molina, perito en la fabricación de brulotes escandalosos y sensacionalistas, uno de los más duros detractores de su antepasado. A algunos puede antojárselas una falta de lealtad, malentendida por supuesto, con este último. Pero es que lanzado a la aventura no le restaba sino quemar todos los cartuchos para evitar seguir atragantándose con las dudas que, está claro, lo rondaban hace mucho.
Después de unos 15 minutos de búsqueda, más bien algo pesada, entre viejos fragmentos de cintas caseras en formato Super 8 Mm. y 16 Mm. la película cobra impulso dándole la palabra a la viuda de Ovando, a su hija, a la prima del director, en torno a todos los cuales revolotea el recuerdo del duro trance de la muerte del primogénito del biografiado en brumosas circunstancias que precipitaron una crisis familiar.
Dichos testimonios, que basculan entre la nostalgia y la curiosidad, alternan con retazos de noticieros del Instituto Cinematográfico Boliviano y de otras procedencias en esa suerte de operación a corazón abierto que va configurando un fresco barroco preñado de múltiples lecturas subjetivas y despojado de las coartadas de la memoria selectiva.
Semejante apertura al carácter a tal punto polifacético de la figura pública-privada de Ovando Candia testimonia la honestidad de un trabajo que, se anotó, no rehúye toparse con los cuestionamientos más severos al rol de aquel en los eventos puestos en cuestión a lo largo del relato, así éstos impliquen para el realizador enfrentar el sentimiento de culpa heredado, negando la improbable sanación que su trabajo presumiblemente perseguía de principio en el modo de la catarsis familiar.
La de sí ponderable transparencia de intenciones de la prometedora ópera prima de Ovando cobra mayor valor por la bien pensada elección de los recursos narrativos puestos en práctica. Era, por ejemplo, tentador recurrir a la voz en off en afán de “aclarar”, “explicar”, “subrayar” elementos del relato. El director prefiere renunciar a ese facilismo dejando que las imágenes “hablen” y que las tensiones dramáticas afloren naturalmente de la interacción entre lo escuchado y lo visto. El buen trabajo de montaje ayuda sobremanera a potenciar tal tirantez. Cuando finalmente recurre, en los minutos de cierre del filme, a su propia voz en off sobre una pantalla en negro, intermitentemente iluminada por las llamas, Ovando consigue densificar esa suerte de confesión acerca del doloroso proceso que veníamos acompañando. De paso se trata de una plausible manera de evidenciar el doble sentido del título, alusivo por una parte a la combustión íntima de su —nuestro— reencuentro con el pasado, y por la otra a las llamas que lo van devorando materialmente cada vez que se enciende el proyector de aquellas inmanejables cintas en Super 8, expuestas siempre a trizarse por la fragilidad de su tamaño y la vulnerabilidad de su soporte.
Para decirlo breve y pronto: una película a ver.
FICHA TÉCNICA
Título original: Algo quema
Dirección: Mauricio Alfredo Ovando
Guion: Mauricio Alfredo Ovando
Fotografía: Mauricio Ovando Inés Ducastella, Soledad Rodríguez
Montaje: Mauricio Alfredo Ovando, Cecilia Almeida
Producción: Juan Álvarez Durán, Mauricio Alfredo Ovando
Reparto: Elsa Omiste de Ovando, María Teresa Ovando, Alfredo Ovando, Carolina Freudenthal Ovando, Jessica Freudenthal
Productora: Nicobis / Artes Andes Américas
BOLIVIA/2018