Tuesday 23 Apr 2024 | Actualizado a 14:00 PM

Yo soy porque Nosotras Somos

El recital de las cantautoras será el 22 de noviembre a las 19.30 en el Teatro 6 de Agosto.

/ 21 de noviembre de 2018 / 04:00

En 2014 por primera vez me subí al escenario a hacer música con las mujeres del movimiento Nosotras Somos. Recuerdo que en ese momento formaba parte de la banda de clásicos Antología y llevaba un par de años cantando covers. Con 26 años de edad la única composición que había compartido con el mundo era la canción de mi “promo”, y me daba vergüenza cuando mis compañeros me cantaban fragmentos de la letra. Con una sonrisa y las cejas levantadas me daba la vuelta y me retiraba lentamente mientras recordaba mis rimas cursis de los años colegiales.

Recuerdo esa etapa de mi vida intentando construir mis primeras melodías y letras mientras pensaba en las críticas que mis compañeros músicos hacían a las canciones de moda del rock nacional. Ya era bastante difícil deshacerme de mis prejuicios sobre los versos escritos durante mi adolescencia, y a esto se sumaba una nueva capa de inseguridades que esperaba satisfacer las expectativas musicales de los demás. Mi proceso creativo estaba lleno de preguntas como: ¿por qué mis melodías son tan sencillas? ¿por qué sigo intentando si no sé nada de música? ¿por qué no puedo hacer una gran canción? ¿Qué pensará la gente cuando escuche esto? ¿Para qué estoy haciendo estas canciones? Y cada cuaderno que llenaba capturaba esas ideas, sentimientos y testimonios que me daba miedo sacar y dejarles ver la luz.

Entonces llegó el concierto del diciembre de 2014, en el que cantando por primera vez con Nina Uma, Julie Marin, Tere Morales, Capelú y Sibah sentí en cada una de ellas la misma vulnerabilidad, pero transformada en canción, liberada y compartida. Conmigo. Claro, también con un auditorio lleno de gente, pero… conmigo. Yo me volví parte de sus canciones y por eso me sentí privilegiada. Qué afirmación tan grande de amistad es compartir una de tus creaciones con otra persona, qué encuentro tan especial y significativo crecer y reconstruir una melodía, proponer, dialogar. Entendí que las canciones eran una oportunidad valiosa para poder mirar el mundo a través de los ojos de otra persona, que las composiciones de las mujeres del movimiento estaban hablándome del país, de la familia, el amor… de una forma única e irrepetible, y que cada una de ellas estaba llena de un extraordinario valor que las había impulsado a grabar y difundir su trabajo. Me pregunté también cómo habían evolucionado ellas en el proceso de crear y socializar su música, ahí me di cuenta de que tal vez ellas eran la respuesta a todas mis preguntas.

Hoy, cuatro años después, me pongo a pensar cuánto ha transformado mi vida el haber escuchado a Marisol Díaz y Lucía Soriano cantando una de mis canciones. Cómo en tres minutos una parte de mí había comenzado a flotar entre la gente para siempre, gracias a sus voces, y cómo esos breves tres minutos me inspiraron a registrar en un material discográfico canciones infantiles que me permitían mostrarles el mundo a mis estudiantes de preescolar a través de la música. Pienso en la cantidad de mujeres que tienen tantas cosas que decir, y que aún no pueden contestar sus preguntas internas y deseo hacerles un llamado a alzar la voz, a expresar sus sueños y deseos más profundos de la forma que ellas quieran, porque he aprendido que la voz de una mujer despierta la de otra, y que todas las voces deben ser escuchadas en su belleza y diversidad.

Entender el Movimiento Nosotras Somos significa mirar el colorido sendero que viene tejiéndose desde hace años con voces de mujeres bolivianas que cuentan sus historias  de amores y temores, sueños, dolores, ira, duda, seguridad ….Nuestros caminos están indudablemente cruzados desde hace mucho tiempo. Somos una en la otra, y somos cada vez más.

( Montserrat Arce Soria)

El espíritu de la sororidad

Carla María Vaca Díez  –  cantautora

Formar parte del Nosotras Somos es una de las cosas más hermosas que me ha pasado. El año que participé llegué desde de Santa Cruz, me hospedé en la casa de Sibah, fundadora  del movimiento. Esto me dio el tiempo de compartir durante una semana con las cantautoras presentes de La Paz y Cochabamba,  llegando a convertirnos en hermanas del alma.

Cada ensayo, visita a los medios y momentos libres descubrimos la expresión y visión musical de cada una, abriendo nuestros corazones de una manera artística y humana, expresando a través de la música  situaciones que se repiten de una manera u otra en todas las que fuimos parte de ese Nosotras Somos en 2016. Al  ser de diferentes ambientes artísticos, y haciendo géneros musicales distintos  pensamos que no tendríamos tanto en común como tenemos, no como mujeres, no como artistas, sino como mujeres en el ambiente musical. Tras una semana compartiendo canciones y  miles de emociones, el día del concierto llegó y cada una dejó una parte de su corazón en la otra. Ese momento fuimos una comunidad de mujeres que nos apoyábamos en un ambiente de sororidad, cariño y lealtad en el que da mucho gusto estar y que ojalá durara para siempre.

Sé que todos esos sentimientos fueron transmitidos al público, fue el momento cúspide del Nosotras Somos, lo increíble que logramos fue sentido por un público de primera que con empatía entendió lo que somos y cuánto evolucionamos juntas. Dimos todo en el escenario y la respuesta del  público no tiene palabras.

Comparte y opina:

Yo soy porque Nosotras Somos

El recital de las cantautoras será el 22 de noviembre a las 19.30 en el Teatro 6 de Agosto.

/ 21 de noviembre de 2018 / 04:00

En 2014 por primera vez me subí al escenario a hacer música con las mujeres del movimiento Nosotras Somos. Recuerdo que en ese momento formaba parte de la banda de clásicos Antología y llevaba un par de años cantando covers. Con 26 años de edad la única composición que había compartido con el mundo era la canción de mi “promo”, y me daba vergüenza cuando mis compañeros me cantaban fragmentos de la letra. Con una sonrisa y las cejas levantadas me daba la vuelta y me retiraba lentamente mientras recordaba mis rimas cursis de los años colegiales.

Recuerdo esa etapa de mi vida intentando construir mis primeras melodías y letras mientras pensaba en las críticas que mis compañeros músicos hacían a las canciones de moda del rock nacional. Ya era bastante difícil deshacerme de mis prejuicios sobre los versos escritos durante mi adolescencia, y a esto se sumaba una nueva capa de inseguridades que esperaba satisfacer las expectativas musicales de los demás. Mi proceso creativo estaba lleno de preguntas como: ¿por qué mis melodías son tan sencillas? ¿por qué sigo intentando si no sé nada de música? ¿por qué no puedo hacer una gran canción? ¿Qué pensará la gente cuando escuche esto? ¿Para qué estoy haciendo estas canciones? Y cada cuaderno que llenaba capturaba esas ideas, sentimientos y testimonios que me daba miedo sacar y dejarles ver la luz.

Entonces llegó el concierto del diciembre de 2014, en el que cantando por primera vez con Nina Uma, Julie Marin, Tere Morales, Capelú y Sibah sentí en cada una de ellas la misma vulnerabilidad, pero transformada en canción, liberada y compartida. Conmigo. Claro, también con un auditorio lleno de gente, pero… conmigo. Yo me volví parte de sus canciones y por eso me sentí privilegiada. Qué afirmación tan grande de amistad es compartir una de tus creaciones con otra persona, qué encuentro tan especial y significativo crecer y reconstruir una melodía, proponer, dialogar. Entendí que las canciones eran una oportunidad valiosa para poder mirar el mundo a través de los ojos de otra persona, que las composiciones de las mujeres del movimiento estaban hablándome del país, de la familia, el amor… de una forma única e irrepetible, y que cada una de ellas estaba llena de un extraordinario valor que las había impulsado a grabar y difundir su trabajo. Me pregunté también cómo habían evolucionado ellas en el proceso de crear y socializar su música, ahí me di cuenta de que tal vez ellas eran la respuesta a todas mis preguntas.

Hoy, cuatro años después, me pongo a pensar cuánto ha transformado mi vida el haber escuchado a Marisol Díaz y Lucía Soriano cantando una de mis canciones. Cómo en tres minutos una parte de mí había comenzado a flotar entre la gente para siempre, gracias a sus voces, y cómo esos breves tres minutos me inspiraron a registrar en un material discográfico canciones infantiles que me permitían mostrarles el mundo a mis estudiantes de preescolar a través de la música. Pienso en la cantidad de mujeres que tienen tantas cosas que decir, y que aún no pueden contestar sus preguntas internas y deseo hacerles un llamado a alzar la voz, a expresar sus sueños y deseos más profundos de la forma que ellas quieran, porque he aprendido que la voz de una mujer despierta la de otra, y que todas las voces deben ser escuchadas en su belleza y diversidad.

Entender el Movimiento Nosotras Somos significa mirar el colorido sendero que viene tejiéndose desde hace años con voces de mujeres bolivianas que cuentan sus historias  de amores y temores, sueños, dolores, ira, duda, seguridad ….Nuestros caminos están indudablemente cruzados desde hace mucho tiempo. Somos una en la otra, y somos cada vez más.

( Montserrat Arce Soria)

El espíritu de la sororidad

Carla María Vaca Díez  –  cantautora

Formar parte del Nosotras Somos es una de las cosas más hermosas que me ha pasado. El año que participé llegué desde de Santa Cruz, me hospedé en la casa de Sibah, fundadora  del movimiento. Esto me dio el tiempo de compartir durante una semana con las cantautoras presentes de La Paz y Cochabamba,  llegando a convertirnos en hermanas del alma.

Cada ensayo, visita a los medios y momentos libres descubrimos la expresión y visión musical de cada una, abriendo nuestros corazones de una manera artística y humana, expresando a través de la música  situaciones que se repiten de una manera u otra en todas las que fuimos parte de ese Nosotras Somos en 2016. Al  ser de diferentes ambientes artísticos, y haciendo géneros musicales distintos  pensamos que no tendríamos tanto en común como tenemos, no como mujeres, no como artistas, sino como mujeres en el ambiente musical. Tras una semana compartiendo canciones y  miles de emociones, el día del concierto llegó y cada una dejó una parte de su corazón en la otra. Ese momento fuimos una comunidad de mujeres que nos apoyábamos en un ambiente de sororidad, cariño y lealtad en el que da mucho gusto estar y que ojalá durara para siempre.

Sé que todos esos sentimientos fueron transmitidos al público, fue el momento cúspide del Nosotras Somos, lo increíble que logramos fue sentido por un público de primera que con empatía entendió lo que somos y cuánto evolucionamos juntas. Dimos todo en el escenario y la respuesta del  público no tiene palabras.

Comparte y opina: