En 1959, a tres meses del triunfo de la Revolución Cubana, Fidel Castro y los dirigentes de la Revolución Cubana crean el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
En la ley que promueve su creación se plantea una definición importante: “el cine es un arte” y seguidamente que “el cine constituye por virtud de sus características un instrumento de opinión y formación de la conciencia individual y colectiva, y puede contribuir a hacer más profundo y diáfano el espíritu revolucionario”.

En el campo del cine también se vivió una revolución, tras la expulsión de las productoras y distribuidoras imperialistas, y la posterior nacionalización de la industria, la producción audiovisual tuvo un impulso inusitado. Realizadores y trabajadores del cine pudieron trabajar en una industria que ya no estaba regida por intereses comerciales.

La nacionalización de la industria cinematográfica cubana es lo que permitió el importante desarrollo del campo audiovisual de la isla que hoy tiene reconocimiento latinoamericano y mundial. Estas medidas de expropiación y nacionalización de industria del cine dieron impulso a una producción audiovisual nueva y original, una renovación temática e incluso del lenguaje audiovisual, que aportó muchas de las bases del movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, surgido a fines de los años 70.

Para Fidel Castro, el nuevo cine era “una gran batalla” por la identidad, liberación, independencia y supervivencia latinoamericanas. “Si no sobrevivimos culturalmente, tampoco sobreviviremos económica ni políticamente”, dijo en 1985.

En los primeros años del ICAIC, bajo la dirección de Alfredo Guevara, Santiago Álvarez comienza con la realización del Noticiero ICAIC Latinoamericano; Tomás Gutiérrez Alea dirige el primer largometraje de ficción, Historias de la Revolución, y continúa con Las doce sillas, La muerte de un burócrata y Memorias del subdesarrollo; Julio García Espinosa, Humberto Solás y Manuel Octavio Gómez son otros de los importantes nombres de esos tiempos.

El cine cubano se destaca por la utilización de múltiples recursos y géneros, y tuvo a su vez distintos momentos en donde pudo expresar no solo la crítica al capitalismo y al imperialismo, sino también en los primeros años del impulso revolucionario, una crítica a los elementos de burocratización.

ESCUELA

La Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba, fue una idea del escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez con el respaldo decidido y visionario del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro. La EICTV, creada el 15 de diciembre de 1986 por el Comité de Cineastas de América Latina integrado por Gabriel García Márquez, Fernando Birri, cineasta, poeta, actor y titiritero argentino; Orlando Senna, realizador, actor, guionista y periodista brasileño; Edmundo Aray, poeta, cuentista, historiador, editor y cineasta venezolano, y Julio García Espinosa, director, guionista y teórico cubano, tiene en Bolivia a los cineastas Jorge Sanjinés y Beatriz Palacios como a sus principales promotores y representantes.

Concebida originalmente para estudiantes de América Latina, África y Asia, puso en práctica la filosofía docente de “aprender haciendo”, no con maestros profesionales sino con profesores que son cineastas en activo y transmiten sus conocimientos avalados por la práctica, la experiencia en carne viva y la permanente actualización de conocimientos.

Como filial de la Fundación del Nuevo Cine latinoamericano (FNCLA), es una central de energía creativa para la producción audiovisual, que tiene como objeto primordial desarrollar el talento creador y defender el derecho a disponer de la propia imagen, tanto como el derecho a ver cine de todas partes a fin de contribuir a liberar la mirada del espectador.

La Escuela Internacional de Cine y Tv está considerada como una de las instituciones más importantes de su tipo en el mundo. Desde su fundación, miles de profesionales y estudiantes provenientes de más de 50 países han convertido la Escuela en un espacio para la diversidad cultural y nunca mejor descrita como “Escuela de Todos los Mundos”.

INTERNACIONALISMO

Millones de seres humanos de todo el mundo han sido beneficiados por la solidaridad del pueblo cubano a lo largo de más de medio siglo y a pesar de las limitaciones económicas, también en el ámbito de la formación cinematográfica nunca suspendieron la ayuda a los jóvenes de América Latina, África y Asia —ni siquiera durante los años más crudos del periodo especial—, ya que buena parte de sus recursos económicos y humanos los siguen compartiendo con la población más necesitada que habita sobre la faz de la Tierra.

Pero las semillas sembradas por ellos nunca llegaron a germinar hasta el 1 de enero de 1959. A partir de aquella histórica fecha, en Cuba por fin enraizaron y crecieron vigorosas la plena soberanía, la solidaridad, la justicia, la igualdad y la libertad. Y entre tan admirable vergel, siempre erguido y orgulloso, el internacionalismo: “la flor más hermosa de la Revolución Cubana”, fieles al pensamiento de José Martí que dijo “Patria es Humanidad”.