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La danza en la esceña paceña: intensa, diversa y desafiante

Folklore, contemporáneo, clásico, flamenco y otros; las propuestas en estos géneros destacaron en el año.

/ 26 de diciembre de 2018 / 21:00

Intensa, diversa, desafiante ha sido la amplia gama de propuestas que hemos tenido en la escena paceña de la danza en 2018.  Tarea nada fácil el seleccionar aquellas experiencias y presentaciones destacables, pues no es posible establecer un parámetro de comparación entre tan variada oferta de estilos y géneros en los que el arte de la danza se expresa.

Sin embargo, con la intención de compartir con los lectores algunos hitos y hechos que marcaron el año 2018 en el mundo de la danza, se presenta una selección de éstos a modo de recuento.

Tres importantes centros de formación celebraron 25 años. El Estudio Dance Mariela Gonzales, el Taller Experimental de Danza de la UCB y Cap Estudio de Danza cumplieron este 2018, 25 años de vida, un hecho que refleja la constancia y el esfuerzo comprometido de estas escuelas con este campo del arte, cuyo aporte va más allá de la formación técnica, pues educar en el arte de la danza representa infundir valores, disciplina, desarrollar la sensibilidad y templar la voluntad.

Se destaca de estas celebraciones la presencia de una joven bailarina estadounidense, hija de Claudia Pereira, cofundadora de CAP Escuela de danza, nos referimos a Elysa Ruby, que se presentó como solista invitada en Coppelia, y quien con sus 13 años de edad dejó un fulgor fresco en su paso por la escuela, demostrando que para lograr calidad en el trabajo de la danza se requiere no solo de talento, sino de entrega total, sacrificio, muchas horas de estudio al día y el apoyo familiar.

Danzénica continuó contra viento y marea. El festival, promovido por Sylvia Fernández, en su séptima versión, se ha consolidado como un espacio donde poder encontrar trabajos y artistas de talla internacional como Daniel Abreu, Premio Nacional de Danza de España (2014),  la presencia destacada también de Candelaria Antelo y Arthur Bernard Bazin de Francia/Argentina y de Marcos Abranches de Brasil, entre otros. En esta ocasión, con la participación de Abranches, tuvimos el desafío de expandir nuestra percepción y comprensión de las estéticas y lenguajes corporales en la danza contemporánea. En lo concerniente a los elencos nacionales, se destacó principalmente la participación de Camila Bilbao la Vieja que mostró un trabajo bien puesto, sobrio y elegante, aunque quedó el deseo de ver el trabajo de otros exponentes paceños de este género en este festival, como ser María Elena Filomeno, Ximena Muñoz, por ejemplo.

El Concurso Municipal de Danza Melba Zárate tuvo indiscutibles ganadores. Esta versión  se destacó gracias al impulso y empeño de Noreen Guzmán de Rojas, cuya mano profesional es bien conocida. Quien suscribe esta nota tuvo el privilegio de ser jurado de dicho certamen, donde pudo ver y valorar los trabajos. En la categoría “clásico-contemporáneo-jazz”, María Elena Filomeno, coreógrafa y bailarina de danza contemporánea, obtuvo el Primer lugar con la obra Jauría, un trabajo muy bien logrado con sólidas herramientas coreográficas que le permitieron expresar su propuesta, cuyo contenido refería a la tensión de las identidades que se confrontan entre el ser cazador o presa.

La compañía Ballet Folklórico de Bolivia Manuel Acosta (Bafobol) fue ganadora del Primer Lugar en su categoría, mostrando una excelente puesta en escena y coreografía, calidad estética, valor histórico; en suma, un trabajo impecable fue La Tragedia del Salitre, coreografía de Leonardo Acosta, basada en la Cantata de San María Iquique compuesta por Luis Advis e interpretada por el Grupo Quilapayún. Un trabajo que merece ser expuesto al público, al igual que la obra Jauría de Filomeno, que esperamos que, con el impulso de haber sido ganadoras, puedan salir a la luz para el goce de los espectadores.

Un aporte al diálogo intercultural fue el de A Compás Danzas Españolas y Roberto Sardón. A Compás Danzas Españolas está bajo la Dirección de Yadir Vázquez y Farah Arce, una vez más mostró su calidad y un trabajo comprometido con el deseo de mostrar y develar las idas y vueltas de la danza española en su contacto con la cultura y las danzas caribeñas, un aporte por cierto que contribuye a una mejor comprensión de las raíces e influencias de las danzas populares de América Latina (principalmente de Cuba) en su encuentro/diálogo con la cultura y las expresiones del flamenco.

Casi al cierre del año, Truddy Murillo repuso su obra Frida en el marco de la presentación de su escuela más, en esta ocasión, sorprendió con una versión revisada de Frida, con elementos nuevos y escenas potentes. Así pues tuvimos la grata sorpresa de estar frente a una coreógrafa que no teme reinventarse y recrearse permanentemente.

Como corolario, Milena Tejada, quien se presentó en La Paz bajo el rótulo de Jóvenes Flamenco el reciente fin de semana, junto a Álvaro Echanove (cantaor español) y Jonathan Goldie (guitarrista estadounidense), con quienes realizó recientemente una gira por Canadá. Habiendo iniciado su formación en danza clásica y luego en danzas españolas y flamenco, con Yadir Vásquez en La Paz, Milena continuó sus estudios de perfeccionamiento en prestigiosas escuelas de flamenco de España cuyos frutos vino a compartir a su ciudad natal. Al cierre de esta edición, no tuvimos la ocasión de poder comentar sobre sus presentaciones, mas tenemos la certeza de que esta joven bailaora, ya conocida en nuestro medio por sus capacidades, habrá entregado al público, junto a sus compañeros de escena, un derroche de magia y talento.

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Francisco Centeno-Rodríguez: ‘Entrar a escena para mí es como entrar a un templo místico’

La crítica de danza Tania Delgadillo conversó con el coreógrafo y director costarricense sobre la obra que creó con bailarines bolivianos

/ 6 de diciembre de 2021 / 20:08

Francisco Centeno-Rodríguez, coreógrafo costarricense creador de Frágil e Intenso, obra que se presentó en el Festival de Danza Contemporánea Danzénica en su décima versión, en un preestreno que tuvo lugar en el teatro El Galpón del Parque de las Culturas y la Madre Tierra el 26 de noviembre, y que se estrenó oficialmente, el 4 de diciembre en el Teatro Nuna de La Paz, cerrando sus presentaciones este domingo 5 en el mismo escenario.

Francisco llegó en plena pandemia a La Paz, el nuevo destino que lo acogió desde un inicio tras haber vivido en varios países de América Latina y dirigido compañías de ballet y danza contemporánea en las ciudades donde vivió: República Dominicana, Perú, El Salvador y España.

Formado en la Universidad Nacional de Costa Rica, en la Facultad de Danza, fue bailarín de la Compañía de Cámara Danza U.N.A, director y coreógrafo invitado en la Escuela de Arte Teatralia y en la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica. También fue director de la Compañía Nacional de Danza de su país. Más adelante inició su recorrido fuera de Costa Rica para seguir su formación en dirección y coreografía.

Fue director académico y artístico de la Escuela Nacional de Danza Morena Celarie, director artístico y fundador de la Compañía Nacional de El Salvador; director adjunto del Ballet Nacional de Perú; director y coreógrafo invitado en el Ballet San Marcos; director y coreógrafo invitado en el Ballet Nacional Dominicano; director y coreógrafo invitado en la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de República Dominicana; director y coreógrafo invitado en la Compañía de Danza Fernando Hurtado de España.

Obtuvo el Premio Nacional de Danza Mención de Honor con la obra Las siete partes en que antiguamente se dividía la noche (1997); el Premio Nacional de Danza en Costa Rica por la obra Punto ciego (2008); Premio Teatro Nacional como director y coreógrafo de Mentiras verdaderas (2014). 

Desde que llegó a La Paz, dice haberse conmovido por la energía telúrica que la envuelve, rodeada de apus, que siente que lo han recibido con generosidad. Apenas llegó se puso en contacto con el círculo de la danza, donde conoció a Truddy Murillo, en un taller organizado por el Centro Cultural Simón I. Patiño, así como a otras artistas de la danza.

Para el coreógrafo, de una gran sensibilidad, el acto de la creación representa una ofrenda, “una obligación de entregar lo mejor de sí. Y no importa de dónde venga el público. Hay un respeto que debe estar presente. Entrar a escena para mí es como entrar a un templo místico”.

Francisco Centeno-Rodríguez acaba de retornar de España, donde estrenó la obra El encierro, y en Costa Rica, presentando otro trabajo. En Bolivia, ha preparado también una pieza que se estrenará próximamente, con bailarinas de la escuela Elevé. Este creador permanecerá en Bolivia, al menos por tres años, de modo tal que tendremos ocasión de seguir su trabajo.

DIRECTOR. El reconocido coreógrafo costarricense Francisco Centeno-Rodríguez

Un diálogo a partir de Frágil e Intenso

“Siempre fui ambicioso de hacer más de lo que mis límites pueden hacer”, confiesa Francisco. Afirma que encontró en Truddy Murillo y sus bailarinas una complicidad y disposición para asumir el reto, al que se sumó Sergio Valencia, bailarín de danza contemporánea, y Gustavo Diez de Medina, maestro de Ashtanga Yoga, a quien incorporó a la obra para sumar otros lenguajes corporales y otras calidades de movimiento, recursos cada vez más frecuentes en la danza contemporánea.

Frágil e Intenso es una obra para una compañía y creo que ellos han tenido una actitud de resolución y yo también he tenido una actitud abierta. Gustavo, por ejemplo, no es bailarín y, ahora que lo miro, me conmueve”, confiesa al reconocer la nobleza y naturalidad de los movimientos, la extrema flexibilidad y el poder que emana este yogui, cuyo dominio corporal viene de otra disciplina. “Estoy totalmente satisfecho y más, pues con el grupo (Ensamble Mandala) se generó una complicidad, se abrieron a un estilo diferente al que estaban acostumbradas. Antes de partir de exigencias técnicas, quise partir de ese espíritu que ellas y ellos tienen”, dice el coreógrafo.

“El salir a cada cultura y a diferentes continentes es lo que me ha permitido la apertura, esa visión que permite diversificar mi pensamiento. El viaje para mí es una manera de acercarme al lenguaje directo de lo que es el ser humano, de respetar las culturas, las sensaciones, los cuerpos de cada bailarín. He tenido en mis manos bailarines de muy buen nivel, y a quienes no tienen muy alto nivel los trabajo para que se vean de la mejor forma”, agrega Francisco, y es justamente eso lo que se percibe, una totalidad, un trabajo en el que todos los bailarines están en el lugar preciso.

“Pienso que el universo me tiene aquí con una misión. Doy lo que sé, me sensibilizo y aprendo de todo lo que me da la vida. Ese es mi modo de vivir todos los días”, concluye Francisco.

Algunos apuntes sobre la obra

La historia parece suceder en la Edad Media, más con el recurso sonoro y la música utilizada, donde mezcla diversos géneros y épocas, parece decirnos que los dramas que expone el coreógrafo con esta creación son atemporales y profundamente humanos, donde están presentes las contradicciones, las crisis de identidad, la culpa, la tentación, la mirada acusadora de la sociedad y la fragilidad.

Algo muy grato fue ver a bailarines conocidos del medio como Truddy Murillo, que además asume la dirección general, y Sergio Valencia, en manos de un coreógrafo experimentado, venido de otras latitudes. Ambos solistas se lucieron en sus roles, ambos internalizaron a sus personajes de tal manera que lograron conmover y convencer al público. De igual manera, ha sido una revelación, por su calidad interpretativa, la participación de Fernanda Gutiérrez, quien tuvo un papel protagónico, así como el de las otras integrantes del Ensamble Mandala que dirige Truddy, interpretando al “coro” de una manera sólida, exponiendo el dramatismo y la madurez que exigía este personaje colectivo.

Frágil e Intenso es una obra con argumento, que dura aproximadamente 55 minutos, construida con base en una historia con personajes extraños, como un príncipe lisiado, un sacerdote, una doncella y una mujer seductora, y el coro, que representa a la sociedad que mira, juzga y señala.

La obra se desenvuelve en un continuum de escenas, muchas de las cuales son cuadros al estilo renacentista. Con atmósferas también, entre barrocas y surreales. Se puede apreciar diversos planos en la utilización del espacio y la creación de escenas que suceden simultáneamente, enriqueciendo y aportando a la escena principal, donde cada personaje es protagonista en algún momento y donde el coro (o cuerpo de baile) también tiene un rol y una presencia clave. Se puede advertir que el coreógrafo ha sabido sacar lo mejor de cada bailarín, tanto de los solistas como del grupo, lo que hace que sea una obra compacta, intensa de principio a fin.

FICHA TÉCNICA

Dirección general: Truddy Murillo

Director y coreógrafo invitado: Francisco Centeno-Rodríguez

Bailarines invitados: Sergio Valencia, Gustavo Diez de Medina

Ensamble de Danza Mandala: Fernanda Gutiérrez, Emilie Marín, Natalia Salvatierra, Manuela Prudencio, Gabriela Miranda, Sabrina Viscarra, Geraldine Foronda.

FOTOS: JAVIER ISHINO

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Alicia Alonso ‘Bailar es vivir’

La ‘prima ballerina assoluta’ cubana falleció el 17 de octubre en La Habana.

/ 23 de octubre de 2019 / 12:00

Alicia Alonso, la prima ballerina assoluta partió hacia la eternidad, a sus 98 años de edad, el jueves pasado. Nacida en La Habana, Cuba un 21 de diciembre de 1920, llevaba como nombre de pila Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, fue no solo una figura del ballet a nivel mundial, por su indiscutible calidad artística, interpretativa y dominio técnico, sino que fue más que eso: fue una revolucionaria y visionaria al crear una escuela cubana de ballet, una pedagogía y un estilo con identidad no solo cubana, sino latinoamericana. 

Apenas se supo de su partida, una serie de imágenes y remembranzas se agolparon en mi mente: Alicia Alonso forma parte de la memoria y admiración, no solo de las grandes figuras del ballet, sino de miles de estudiantes, quienes formados en la década de los 80, principalmente, sabíamos de su existencia y admirábamos cómo esta artista tan exquisita había logrado colocar entre las grandes compañías del mundo al Ballet Nacional de Cuba y había desarrollado una metodología de enseñanza que se ajustaba a los cuerpos latinoamericanos y que combinaba la tradición clásica europea más estricta con la gracia latina, dotándola de un sentido expresivo propio, en este caso caribeño, en el que se podían ver reflejados bailarines y estudiantes de ballet del resto de América Latina.

Y en ese orden de reflexiones, surgió también la pregunta de cuál sería la mejor manera, en esta ocasión, de rendirle homenaje y así repasar pasajes de la vida y reflexiones de una de las más grandes figuras de la historia del ballet del siglo XX, que vivió y siguió nutriendo el ya entrado siglo XXI, para continuar siendo un referente primordial, una leyenda de vida. Cómo hacerlo sin tener que recurrir únicamente a los datos fríos de una biografía, y más bien acercarse a ella a través de sus pensamientos, sus reflexiones y sus anécdotas contadas a viva voz. Así fue que recurrí a sus Diálogos con la danza, un libro que en 2010 ya iba años pasados por la cuarta edición y que seguramente este año y los venideros se disparará en nuevas reproducciones, y que afortunadamente forma parte de mi biblioteca personal sobre danza.

Otro trabajo fundamental es el de Miguel Cabrera, El Ballet en Cuba, joya que llegó a mis manos como obsequio de un apreciado amigo bailarín y coreógrafo cubano, Yadir Vázquez, que reside en La Paz desde hace más de una década.

Alicia Alonso fue primera figura de varias compañías afamadas del mundo, como el Ballet Ruso de Montecarlo, el Ballet de Washington, el American Ballet Theatre y el propio Ballet Nacional de Cuba. Bailó en los grandes escenarios de la ex Unión Soviética, como el Teatro Kirov de Leningrado, en enero de 1958, y en el Bolshoi de Moscú, donde interpretó su tan aplaudida y emblemática Giselle, recibiendo innumerables ovaciones, donde la crítica especializada la declaró como “una de las más completas ballerinas de la época”, como menciona el historiador Cabrera.

Alonso trabajó con los más destacados coreógrafos de su tiempo, como Georges Balanchine, Mijail Fokine, Anton Dolin, Antony Tudor, Jerome Robins y Agnes de Mille, entre otros; y bailó junto a Rudolf Nureyev e Ygor Youskevitch, como partenaires, además de otros tantos. Tuvo una fecunda labor como maestra de ballet, habiendo formado varias generaciones de bailarines, con el convencimiento de que, si bien es imprescindible dotarse de técnica, el arte de la danza y el ballet, para Alonso está “más allá de la técnica”, por lo que para alcanzar el nivel de arte se debe trabajar profundamente en varios aspectos, así lo señala en Diálogos con la danza.

Tras el triunfo de la revolución en Cuba, cuando retornó a su patria, Alicia realizó un trabajo de difusión del arte del ballet en fábricas, escuelas y en alejadas zonas rurales, con el propósito de fomentar este arte entre sectores que nunca antes habían tenido la oportunidad de apreciarlo.

Uno de los retratos más bellos sobre Alicia Alonso lo hace Miguel Cabrera, justamente, pues este historiador cubano fue integrante del Ballet Nacional de Cuba y tuvo el privilegio de acompañar la trayectoria de esta diva por cuatro décadas, y es quien nos describe, en esa su obra, a esta figura de la danza de la siguiente manera:

“En estos albores del siglo XXI, la Alonso ha pasado a una rara y singular categoría, aquella sólo alcanzable por elegidos que, como ella, supieron ver en el trabajo la válida senda del genio. Mujer única y múltiple, real y mítica, quien con su sentido del humor no presta atención al devenir de los calendarios si no es para poner en agenda las coreografías que planea crear, los pocos lugares que le quedan por conocer o los muchos planes por realizar”.

Con toda la gloria que cosechó en su larga trayectoria, la enfermedad de la vista que la asechó tempranamente no le impidió bailar hasta los 75 años y llevar adelante su proyecto de elevar el nivel de la danza en su país y proyectarlo a toda América Latina y el mundo. En su libro de memorias confiesa: “Si en algo he podido aportar con mi arte y el trabajo pedagógico (…) ha sido a contribuir por medio del ejemplo a que nuestros pueblos adquieran confianza sobre el carácter ilimitado de sus propias posibilidades para expresarse dentro de la danza”. El legado que deja, entre otras cosas, es pensar que cualquier innovación debe estar cimentada en las propias raíces, reconocerlas, valorarlas e incorporarlas en los procesos creativos.

Esta prima ballerina assoluta, casi centenaria, nos hace pensar que la danza le dio la vitalidad y ligereza que la sostuvo hasta sus últimos días, pues para ella, “bailar es vivir (…) la danza es vitalidad, cambio. El baile es mi estado natural, y dentro de él, amo, sueño, creo”. Y aun cuando los últimos años, su cuerpo ya no era apto para el movimiento sofisticado del ballet, en sus reflexiones nos dice: “Cuando se ha sido bailarín, no se deja nunca de bailar. Si no se lo hace físicamente, se lo expresa de otra forma. Hasta se puede bailar con el pensamiento”.

Con todo lo que aportó al mundo de la danza y del ballet, se aseguró ya un sitial en el Olimpo. Y seguramente estará junto a Terpsícore bailando para los ángeles y demás huestes celestiales.

* Los textos de Tania Delgadillo pueden seguirse en el blog ‘Andanzas’: cuerposymovimiento.blogspot.com

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Danzénica, un espacio para el encuentro con cuerpos inquietos y reflexivos

El festival internacional de danza contemporánea se realizó del 4 al 9 de octubre.

/ 16 de octubre de 2019 / 00:00

El Festival de Danza Contemporánea Danzénica —organizado por Sylvia Fernández, en su octava versión y desarrollado entre el 4 y el 9 de octubre— se consolida como una palestra en la cual se pueden observar las tendencias de este arte escénico, que nos habla desde sus diversos lenguajes, discursos y formas de expresión. También deja claro que se apropia de cuanto recurso expresivo tiene a la mano, ya sea el texto, la palabra, la voz u otros lenguajes y géneros, para decir lo que quieren decir los cuerpos inquietos, inteligentes y reflexivos.

En estos seis días de festival, que tuvo como sede principal al Centro Cultural Utópica (García Lanza 1000, entre calles 9 y 10 de Achumani), el público estuvo expuesto a una variedad muy rica de propuestas, en la que participaron compañías, colectivos y solistas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, España y Francia. Fueron días de alta intensidad por la presencia de intérpretes portadores de una gran capacidad expresiva y con obras y puestas en escenas provocadoras, como la de la compañía de Sao Paulo (Brasil), Cuerpo Agonizante, dirigida por Sandro Borelli, cuya propuesta mostró un discurso político y un trabajo coreográfico teatral que impactó y que dio habida cuenta de un alto grado de exigencia, en lo que respecta a la ejecución y al trabajo corporal de sus intérpretes.

Otro trabajo con una sólida puesta en escena, aunque en otra línea discursiva, fue el de Yenzer Pinilla, coreógrafo y director de la compañía Proyecto Escénico Hombre Búho (Colombia), quien presentó dos obras en las que el uso de la palabra se constituye en un recurso marcado por la necesidad de expandir las posibilidades expresivas para referirse a la condición humana, propuesta que se complementa con un versátil manejo corporal de sus intérpretes, así como de una capacidad expresiva muy elocuente, y por la propia calidad artística, conceptual e interpretativa del mismo Pinilla.

De los otros invitados internacionales, el dúo conformado por Agustina Sario y Matthieu Perpoint de Argentina y Francia, respectivamente, mostró una propuesta que buscó impactar en los sentidos del espectador, utilizando para ello elementos sonoros, audiovisuales, escenográficos y otros recursos sensoriales, que dieron cuenta de una línea discursiva que busca abordar la esfera de lo cotidiano y lo íntimo.

En la línea más bien intimista y conceptual, Jesús Rubio Gamo, bailarín, coreógrafo y escritor español, presentó su obra Ahora que no somos demasiado viejos todavía, de carácter referencial y autobiográfico, cerrando así el festival en el escenario del Teatro Doña Albina del centro Espacio Simón I. Patiño. En la puesta escénica de Rubio se apreció una exquisita calidad de movimiento y la utilización de textos de su autoría como un lenguaje independiente del movimiento, aunque complementario en el conjunto de la obra. Fue una propuesta que fue del agrado del público, principalmente joven, que conectó con la estética de este creador.

También estuvo presente Other Side Company, con la participación de Marie Giquel; y, Rumos Compañía Experimental de Danza de Sao Paulo, que se presentó en el espacio cultural distrital Warmi Qamasa.

Entre las compañías nacionales, se contó con la presencia de La Lupa, bajo la dirección de Carmen Collazos; el Colectivo BICI, dirigido por Ana Cecilia Moreno, ambas de Cochabamba; la Compañía Fases de Santa Cruz, dirigida por Diego Jorge Guantay; el Taller de Danza Contemporánea de la Universidad Católica Boliviana (TED), que presentó Simbiosis, una composición a tres manos, a cargo de los coreógrafos Camila Bilbao la Vieja, Fabricio Ferrufino y Norma Quintana; el colectivo Cuerpo Animal, bajo la dirección de María Elena Filomeno y Juan Carlos Arévalo, con la obra Jauría; y Camila Bilbao la Vieja, bailarina y coreógrafa que presentó Phatos, con la participación de Filomeno.

Sobre las compañías nacionales se tuvo un amplio abanico y se pudo evidenciar lo que se viene haciendo en materia de danza contemporánea en Bolivia, así como dio a conocer, un poco más, a sus protagonistas. Con trayectorias y estilos muy diversos, pudimos vislumbrar los rumbos, los asuntos o preocupaciones que los mueven y las propuestas artísticas que están detrás de ellos.

A manera de un análisis de lo que se vio, en general, se pudo advertir que aún prevalece la preocupación por la técnica, más que por el discurso o la búsqueda/indagación de recursos y lenguajes expresivos. En algunos casos aparece el juego como elemento, en una suerte de divertimento, como la obra expuesta por La Lupa; el humor también aparece como recurso en otras propuestas. En otros casos, se puede identificar una tendencia al discurso político, como expone la compañía Fases, con su obra El contrato del género. En el caso de Juan Carlos Arévalo y María Elena Filomeno es posible encontrar algunos rasgos distintivos, un discurso que busca ser crítico, un trabajo en proceso de búsqueda y construcción de una corporalidad capaz de acomodarse y responder a las necesidades expresivas de estos artistas.

Lo cierto es que las creaciones y los creadores de la danza contemporánea responden al contexto en el que habitan, no cabe duda, y son el resultado de las condiciones en las que han desarrollado su formación y ejercen su oficio de artistas. En América Latina, la danza contemporánea tiene diferentes grados de desarrollo, siendo Brasil, México, Argentina, Chile, Uruguay y Colombia los que mayores avances presentan, producto de políticas públicas orientadas a su fomento; lo mismo sucede en Europa, donde este arte tiene ya un amplio historial. Bolivia, en ese sentido, tiene mucho camino por recorrer y muchas batallas por ganar para favorecer al trabajo de sus creadores, intérpretes y así promover el desarrollo profesional dentro de este género. Danzénica se constituye en un importante aporte a esta causa, razón que le ha merecido ser beneficiado por el Programa de Intervenciones Urbanas del Ministerio de Planificación del Estado Plurinacional de Bolivia.

La danza contemporánea es un género en constante renovación y transformación. No es uniforme. Es intrépida. Es liberadora. Tiene una naturaleza transgresora. Así nació de la rebeldía, de la necesidad de expresar e interpretar cuestiones humanas. Se caracteriza por la posibilidad de usar el cuerpo (como instrumento), por la experimentación, por la exploración de sus posibilidades, así como de todos los recursos posibles, lenguajes, técnicas y herramientas necesarias para los objetivos que buscan sus creadores e intérpretes. La danza contemporánea tiene como pretexto las preocupaciones existenciales, los discursos políticos de su tiempo o las experiencias personales, místicas o mundanas, utilizando estructuras narrativas, argumentales o no. En fin, es la expresión de la libertad, en esencia.

En ese orden de cosas, y como reflexión última, es posible afirmar que la danza contemporánea es portadora de potencialidades transformadoras, tanto en el plano individual como social, al ser un arte que involucra todas las dimensiones del ser (mente, cuerpo y alma). Por esta razón, gestores, educadores, creadores y activistas del mundo de la danza y las artes escénicas, como ser Solange Borelli, de Brasil, quien participó de este encuentro —en conversatorios y foros—, consideran esencial que en toda sociedad se fomente las artes escénicas en los espacios educativos, particularmente la danza y el teatro, y se permita así una aproximación desde temprana edad; como también, que se destine recursos para crear centros de formación, que sean reconocidas como profesión y que se promueva su desarrollo; posición compartida por la mayoría de los actores culturales y artistas que creemos en sus potencialidades. Estas y otras cuestiones formaron parte también de la agenda del festival Danzénica.

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Elisa Ruby: las claves para que un talento se haga éxito

La bailarina nacida en EEUU de madre boliviana tiene una promisoria carrera y actuará en La Paz.

/ 31 de octubre de 2018 / 04:01

Elisa Ruby Pereyra es una joven bailarina nacida en Estados Unidos, de padre estadounidense y madre boliviana. Con apenas 13 años de edad, tiene compromisos artísticos como una profesional: viajes de por medio, responsabilidades y exigencias propias de una artista de la danza.

La vida de Elisa por cierto no es la de una niña común de su edad. Asiste a un curso de formación en ballet clásico en el prestigioso centro Sarasota Cuban Ballet School (SCBS) de Estados Unidos, en donde sigue el programa Preprofesional. Ingresó a esta escuela que ofrece un riguroso estudio que se caracteriza por formar a jóvenes talentosos, en la carrera profesional de danza, con el famoso método cubano de ballet. De esta exigente escuela, los bailarines pasan a formar parte de compañías como el Dance Theatre of Harlem, el Milwaukee Ballet, el Cincinnati Ballet, el Tulsa Ballet, el Boston Ballet, el San Francisco Ballet, el Ballet West y el Royal Ballet.

Claudia Pereyra, cofundadora de CAP Escuela de Danza, y madre de Elisa, nos confiesa que tuvo que tomar la difícil decisión de sacar a su hija de la escuela formal, ya que la exigente formación requeriría 26 horas semanales de estudio de ballet. Claudia, exbailarina profesional, es también pedagoga, lo cual le favorece a la hora de tener que apoyar a su hija todas las mañanas a seguir un programa estatal de escolarización a distancia, para casos especiales como el de Elisa.

Cada mañana —cuenta— ambas se despiertan temprano para realizar una rutina de pilates en casa y luego continuar la jornada matinal con los deberes escolares. De lunes a viernes, Elisa asiste a sus clases de ballet desde las 14.00 hasta las 18.00, y los sábados de 09.00 a 13.00. Aparte de estudiar los diferentes estilos y géneros de danza, Elisa toma clases de elongación, una vez por semana, para mantener y reforzar la flexibilidad ganada cuando practicaba gimnasia artística. Los días jueves, después de su rutina de ballet, viaja hasta Orlando para tomar clases privadas de jazz y contemporáneo.

Elisa visitó La Paz recientemente, donde se presentó, como invitada especial, para desempeñar roles de solista en el espectáculo de aniversario de los 25 años de la escuela de danza CAP, de propiedad de su familia. Retornó a Estados Unidos al concluir sus presentaciones, pues otro compromiso la espera los días 7 y 8 de noviembre, junto al SCBS donde participará en la obra Carmina Burana, para retornar a La Paz el 9 del mismo mes, ocasión en que la escuela CAP presentará Coppelia, una de las famosas obras del repertorio que conjuga la danza clásica, la danza de carácter y la pantomima. Elisa hará el papel de la muñeca, uno de los personajes protagónicos.

Para llevar una vida como la de Elisa, se necesita un sólido apoyo familiar, no cabe duda. Así, su madre se convirtió en el principal pilar para que esta talentosa joven pueda cumplir el sueño de ser una bailarina profesional, el mismo que lo alcanzará gracias a su esfuerzo personal, su pasión y una formación de primer nivel.

Claudia, su madre, reconoce haberse sentido agotada más de una vez: “He tenido momentos difíciles, pues debo apoyar en los estudios a Elisa; viajar más de 100 millas para llevarla a sus clases. Muchas veces he tenido que conducir hasta cuatro horas en un día”, relata.

La joven bailarina entra sigilosamente a la sala donde dialoga con Claudia, pues se prepara para la presentación de la noche. Su grácil figura y su dulce sonrisa me dicen que es feliz con lo que hace. Y me confiesa: “Me siento increíble. La altura no me afecta. Las niñas de la escuela (refiriéndose a las estudiantes de CAP) son muy dulces y buenas conmigo”.

“La danza es mi vida, si no fuera por la danza no sé quién sería”. Elisa es consciente del apoyo y sacrificio de su madre. Y con un gesto noble de reconocimiento, dice: “En mi vida mi mamá es el soporte, porque ella hace todo para mí, desde la mañana haciendo la escuela conmigo hasta la noche, manejando de Orlando a Tampa”.

En este camino del arte de la danza, Elisa no solo tiene grandes condiciones, pues ha sido considerada como “niña prodigio”, sino además, cuenta con todas las oportunidades que le brinda el medio en el que vive: grandes escuelas, programas de profesionalización, afamadas compañías que abren sus puertas a talentosas estudiantes como ella, y por sobre todo, tiene el apoyo decidido y apasionado de su familia, y el de su madre en particular”. Elisa llegará muy lejos. Nos dice que en sus sueños se ve “bailando en el Bolshoi de Rusia”.

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Elisa Ruby: las claves para que un talento se haga éxito

La bailarina nacida en EEUU de madre boliviana tiene una promisoria carrera y actuará en La Paz.

/ 31 de octubre de 2018 / 04:01

Elisa Ruby Pereyra es una joven bailarina nacida en Estados Unidos, de padre estadounidense y madre boliviana. Con apenas 13 años de edad, tiene compromisos artísticos como una profesional: viajes de por medio, responsabilidades y exigencias propias de una artista de la danza.

La vida de Elisa por cierto no es la de una niña común de su edad. Asiste a un curso de formación en ballet clásico en el prestigioso centro Sarasota Cuban Ballet School (SCBS) de Estados Unidos, en donde sigue el programa Preprofesional. Ingresó a esta escuela que ofrece un riguroso estudio que se caracteriza por formar a jóvenes talentosos, en la carrera profesional de danza, con el famoso método cubano de ballet. De esta exigente escuela, los bailarines pasan a formar parte de compañías como el Dance Theatre of Harlem, el Milwaukee Ballet, el Cincinnati Ballet, el Tulsa Ballet, el Boston Ballet, el San Francisco Ballet, el Ballet West y el Royal Ballet.

Claudia Pereyra, cofundadora de CAP Escuela de Danza, y madre de Elisa, nos confiesa que tuvo que tomar la difícil decisión de sacar a su hija de la escuela formal, ya que la exigente formación requeriría 26 horas semanales de estudio de ballet. Claudia, exbailarina profesional, es también pedagoga, lo cual le favorece a la hora de tener que apoyar a su hija todas las mañanas a seguir un programa estatal de escolarización a distancia, para casos especiales como el de Elisa.

Cada mañana —cuenta— ambas se despiertan temprano para realizar una rutina de pilates en casa y luego continuar la jornada matinal con los deberes escolares. De lunes a viernes, Elisa asiste a sus clases de ballet desde las 14.00 hasta las 18.00, y los sábados de 09.00 a 13.00. Aparte de estudiar los diferentes estilos y géneros de danza, Elisa toma clases de elongación, una vez por semana, para mantener y reforzar la flexibilidad ganada cuando practicaba gimnasia artística. Los días jueves, después de su rutina de ballet, viaja hasta Orlando para tomar clases privadas de jazz y contemporáneo.

Elisa visitó La Paz recientemente, donde se presentó, como invitada especial, para desempeñar roles de solista en el espectáculo de aniversario de los 25 años de la escuela de danza CAP, de propiedad de su familia. Retornó a Estados Unidos al concluir sus presentaciones, pues otro compromiso la espera los días 7 y 8 de noviembre, junto al SCBS donde participará en la obra Carmina Burana, para retornar a La Paz el 9 del mismo mes, ocasión en que la escuela CAP presentará Coppelia, una de las famosas obras del repertorio que conjuga la danza clásica, la danza de carácter y la pantomima. Elisa hará el papel de la muñeca, uno de los personajes protagónicos.

Para llevar una vida como la de Elisa, se necesita un sólido apoyo familiar, no cabe duda. Así, su madre se convirtió en el principal pilar para que esta talentosa joven pueda cumplir el sueño de ser una bailarina profesional, el mismo que lo alcanzará gracias a su esfuerzo personal, su pasión y una formación de primer nivel.

Claudia, su madre, reconoce haberse sentido agotada más de una vez: “He tenido momentos difíciles, pues debo apoyar en los estudios a Elisa; viajar más de 100 millas para llevarla a sus clases. Muchas veces he tenido que conducir hasta cuatro horas en un día”, relata.

La joven bailarina entra sigilosamente a la sala donde dialoga con Claudia, pues se prepara para la presentación de la noche. Su grácil figura y su dulce sonrisa me dicen que es feliz con lo que hace. Y me confiesa: “Me siento increíble. La altura no me afecta. Las niñas de la escuela (refiriéndose a las estudiantes de CAP) son muy dulces y buenas conmigo”.

“La danza es mi vida, si no fuera por la danza no sé quién sería”. Elisa es consciente del apoyo y sacrificio de su madre. Y con un gesto noble de reconocimiento, dice: “En mi vida mi mamá es el soporte, porque ella hace todo para mí, desde la mañana haciendo la escuela conmigo hasta la noche, manejando de Orlando a Tampa”.

En este camino del arte de la danza, Elisa no solo tiene grandes condiciones, pues ha sido considerada como “niña prodigio”, sino además, cuenta con todas las oportunidades que le brinda el medio en el que vive: grandes escuelas, programas de profesionalización, afamadas compañías que abren sus puertas a talentosas estudiantes como ella, y por sobre todo, tiene el apoyo decidido y apasionado de su familia, y el de su madre en particular”. Elisa llegará muy lejos. Nos dice que en sus sueños se ve “bailando en el Bolshoi de Rusia”.

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