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Poder negro: ‘Everything is love’

Beyoncé no para de sorprenderme. Ahora lo hace junto a su pareja, Jay Z con Everything is love (2018) donde Queen Bey muestra lo mejor de su rap hipnotizando —gracias al Auto-Tune— al oyente con una de las mejores versiones del hip hop actual, pero también conformando una propuesta soul suave californiana que no tiene nada que envidiar a Marvin Gaye.

“Lets make love in the summertime, yeah on the sands, beach sands, make plans tobe in each others arms, yeah” (“Vamos a hacer el amor en el verano, sí, en la arena, arena de playa, hacer planes. Para estar en los brazos uno del otro, sí”), un delicado inicio del disco con Summer.

En una industria cultural donde las temáticas que nutren la música y el arte son permeadas por fórmulas afines a problemáticas coyunturales, la pareja —acostumbrada a los reflectores del mass media— aprovecha su popularidad para hablar sobre el amor y las relaciones románticas desde lo particular para volverlo universal.

La actitud de Beyoncé es mucho más conciliadora que en su antecesor Lemonade, lo mismo con 4.44 —último disco de Jay Z—. Si ambos en 2016 trataban de superar una relación que se desmoronaba, Everything is love funciona como una terapia de pareja, la producción de un trabajo conjunto los hace reencontrarse a través de un discurso de empoderamiento pero también de hedonismo como una suerte de relato histórico.

Pero más allá del hedonismo de pareja —hecho una marca publicitaria—, es difícil no impresionarse ante la forma imponente y autoritaria con la cual se desarrolla el trabajo. Como ejemplo: una soberbia interpretación de Beyoncé que la saca completamente del pop ligero al que nos había acostumbrado.

The Carters construyen su propio relato, desmitifican la superficialidad de la autorreferencia estilística con una creatividad abrumadora desde el rap y el R&B utilizando mucha ironía y sarcasmo en sus letras y en su propuesta sonora.

El álbum tiene como single a Apeshit con una lectura cuasi sociológica filmada íntegramente en el Museo Louvre en París, que nos adelantaba que nada sería austero en Everything is love.

Los flashes de las nueve canciones del disco se quedan calcados en la memoria sonora del oyente, Apeshit con un fino trap ultraostentoso junto a una narración visual con referencias raciales, sociales y culturales encerradas en el museo. Un lugar prohibido para ellos, para los negros, donde la pareja se adueña de cada espacio y hace una interpretación visual de cada obra pasando por la Monalisa, La victoria alada de la Samocracia, la Gran Esfinge de Tanis y las curvas de la Venus de Milo, que son nada al lado de las de Queen Bey.

Los movimientos y la extravagancia negra se respiran en cada momento del disco.

Como una obra de arte, las caderas de Beyoncé y las rimas de Jay Z son fantásticas: “My great-great-grandchildren already rich That’s a lot of brown children on your Forbes list” (Mis tataranietos ya son ricos / esos son muchos niños de color en tu lista de Forbes), dice “Boss”.

Exalto el impulso de la sensualidad negra a través de la reivindicación estética y sonora que presenta el disco. Además del movimiento de sus mujeres en la escena, si no es lo mejor de la performance actual, está muy cerca de serlo.

Everything is love fue coproducido por Beyoncé y Jay Z pero Cool & Dre, Pharrell Williams y Boi-1da aportaron desde sus nichos, definiendo el sonido de la propuesta que va hacia lo “classy” y “trendy”, pero con el ímpetu de la música urbana en cada acorde.

Otros puntos altísimos del trabajo son Nice, Summer, Blackeffect y Lovehappy, algunas más pegajosas que otras. Como un resumen, escuchamos un trabajo que versa sobre el ascenso del poder negro y la ostentación llenando los diales con sus canciones que tienen referencias a  Shawty Lo, Common y Biggie además de homenajes a figuras tales como Kalief Browder, Trayvon Martin, Martin Luther King, Jr. y Malcolm X. 

Pero aún con todo el poder y el dinero, esta cuasi realeza negra, ¿acaso puede contra las políticas y el sentimiento que tiene sumida a la coyuntura en Estados Unidos? Esperemos que sí.