— ¿Cuál es el detonador creativo de este décimo poemario?
— Lo distante intenta una búsqueda entre lo que soy en este presente y aquello que conocí, que amé, que ya no está, que permanece. Pero también intenta una exploración entre un presente y lo nuevo, lo que toca vivir ahora y aquí, y lo que vendrá. Entre las cosas maravillosas que nos ofrece el lenguaje está su capacidad única para viajar por la vida fracturando todos los límites temporales, sensoriales, carnales. Pienso que así, la vida puede convertirse en un espacio habitable y pleno. Se trata de una distancia cuyo itinerario pendular puede permitirnos en el mundo vernos a nosotros mismos, intuirnos en lo que fuimos, en lo que somos, en lo que seremos.
— ¿Por qué lo distante es el hilo conductor de los 24 poemas?
— Porque de distancias está hecha la vida. Lo distante es lo irreversible, lo lejano, todo aquello que fue, pero al mismo tiempo es la inquietud por conocer los misterios que encierra lo cercano, lo que es, lo que aún queda por hacer, por vivir y por morir. Esas también son distancias.
— ¿Cómo se relacionan lo distante, la memoria y el tiempo?
— Todas las cosas del mundo le deben su razón de ser a las travesías, a los recuerdos, al ritmo. Todo sería improbable si ellos no nos acompañaran en nuestro ir y venir. Todo sería menos tolerable si ellos no se nos cruzaran permanentemente en el trayecto.
— Considerando su presencia constante, ¿qué papel juega la naturaleza en este universo poético?
— Es que la naturaleza, toda ella, los animales, la fruta, los seres humanos, las palabras, los insectos, el sonido… todos nacemos, gozamos y celebramos, gemimos, hablamos y morimos luego. Nada pasa desapercibido.
— ¿Cómo surgió la iniciativa de incluir fotografías?
— La inclusión de imágenes en el interior del texto aparece ya en mi primer libro, De amor, piedras y destierro, al igual que en Oficio del tiempo, en que se incluyen dos fotografías de Vassil Anastasov. Vassil hizo el trabajo de composición y tomó las fotografías de las portadas y contraportadas de la mayoría de mis libros, al igual que de Lo distante.
— ¿Cómo fue el trabajo con el fotógrafo?
— Único. Vassil es un artista estupendo y genial, y con quien logramos, en este y otros poemarios, un nivel de trabajo absolutamente gratificante pero, a la vez, altamente profesional. Incluir fotografías e imágenes es como establecer un diálogo con otro tipo de sensibilidad poética. Es como incluir otra voz que dialoga con la poesía y que sugiere, pone en entredicho, cuestiona y propone. Desde el punto de vista estrictamente textual, ese diálogo tiene lugar en el último poema de Lo distante, Diálogos desde el lugar que ahora habitas, en el que sus versos establecen un diálogo con versos del poeta Guillermo Bedregal García. Así habla ese poema.
— ¿Cómo engrana (o no) este poemario con sus obras anteriores?
— Soy de los que piensa que, finalmente, un poeta, a lo largo de su obra, gira en torno a no muchas temáticas que con el tiempo se van renovando, pero que, principalmente, se van expresando de distinto modo. En realidad, entiendo yo, en esos modos de expresión diversa radica la validez de una obra poética. Desde esa perspectiva, pienso que Lo distante engarza en el resto de mi obra.
Perfil
Nombre: Juan Carlos Orihuela
Profesión: Poeta y docente de Literatura en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Obras
El escritor paceño nació en 1952 y sacó su primer poemario en 1981. Es doctor en Narrativa Hispanoamericana Contemporánea por la Universidad de Davis, California, y ejerció como docente, director del Instituto de Estudios Bolivianos y director de la carrera de Literatura de la UMSA.
Poemarios Publicados:
– Día de amor, piedras y destierro (Premio Nacional de Poesía Franz Tamayo, 1981)
– Llalva/Los gemelos (1995)
– Febreros (1996)
– Cuerpos del cuerpo (2000)
– Oficio del tiempo (2005)
– Poemario de sensaciones (2009)
– La horas del mundo (Antología personal, 2010)
– Fragmentos nómadas (2014)
– Padre nuestro (2017)
– Lo distante (2018)