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‘CAMPEONES’

Ilustrando cómo y hacia dónde apunta la difusión cinematográfica librada al designio de las multisalas, en medio del barullo promocional del lanzamiento del nuevo espécimen de Hombre Araña parido por una horrible, ruidosa, compilación de efectos apilados sin ton ni son para bienvenir al sucesor del avejentado Peter Parker, inaugurando así, es de temer, una nueva saga añadida a las ya incontables vueltas de tuerca de la pandemia de los superhéroes, la cual suma ahora asimismo a sus huestes a Aquaman, la nueva ficha de DC Comics en su pulseta con Marvel por los mercados, aterrizó en las pantallas locales Campeones, la película española candidata al Oscar, estrenada ayuna de promoción alguna, como uno más del montón de títulos para relleno que suben y bajan de la cartelera sin dejar rastro. Si no fuera demasiado suponer cabría pensar incluso en un deliberado ocultamiento a fin de que realizaciones como la mencionada no vayan a restar un solo espectador a la taquilla de las insufribles megaproducciones del denominado mainstream.

El mundo del deporte suele ser un ámbito a menudo recurrido para propinarle al espectador alguna lacrimógena monserga a propósito de la superación. El esfuerzo para sobreponerse a variopintas dificultades, la complicidad bien entendida, el trabajo en equipo, se prestan a esos alegatos bienintencionados en el intento de refrescar de tanto en tanto el consabido lugar común del rédito del empeño personal cuando de conseguir objetivos que en principio parecieran inalcanzables se trata.

Por lo general, tales chirriantes loas a la épica de la entrega sin retaceos a cierto propósito individual, perseguido con la debida obstinación para reducir a nada escollos enormes, es el guisado que le viene de perillas a un sistema siempre urgido de nublar sus mecanismos operativos endosando a la responsabilidad personal de cada quién la eventualidad de salir adelante, aun cuando todo esté previsto para mantener intactas y, de ser dable, ahondar las inequidades en materia de acceso a oportunidades.

Marco Montes acaba de ser despedido del cargo de técnico adjunto, o entrenador asistente, de un equipo profesional de básquet luego de intentar dirimir a empellones con el técnico titular una discusión en pleno partido. Está por lo demás en un momento existencial cenagoso: acaba de separarse de su mujer y, por obligación, ha vuelto a casa de su madre, doña de pocas pulgas chapada a la antigua, para la cual pronunciar la “mala palabra” maricón en la mesa de la comida resulta inadmisible. Intentando paliar sus broncas acumuladas, el iracundo Marco resuelve tomarse unos tragos. En estado inconveniente sale a manejar, se burla del encargado de controlar los parqueos tildándolo de “tarado mental”, enseguida trata de escapar de un patrullero arrancándole el espejo retrovisor y finalmente termina chocándolo de atrás.

La jueza a cargo le ofrece una sola alternativa: marcha preso o acepta realizar un trabajo comunitario poniéndose durante tres meses al frente del equipo de baloncesto de una institución social de barrio dedicada a la asistencia hacia personas con distintos tipos de discapacidad intelectual. A Marco, quien carece de filtros entre lo que piensa y lo que dice, se le antoja un castigo aún peor que la cárcel.

Así arranca Campeones. Y si adentrarse en una historia focalizada en personas que el grueso de la gente tilda de “anormales”, basándose en un opinable criterio acerca de la normalidad, es tarea riesgosa por demás, Javier Fesser director y coguionista del filme duplica la dificultad del punto de partida asumiendo el reto de entrarle al relato en vena de comedia, género este último en el cual posee amplia experiencia con títulos que rompieron récords taquilleros en España, aun cuando con mucha menor repercusión en otras latitudes (El milagro de P. Tinto/1998; La gran aventura de Mortadelo y Filemón /2003; Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo/2014).

En esta materia la complicidad es una estrechísima franja que colinda de un lado con el sarcasmo, del otro con la conmiseración y la sensiblería, pero si además el género elegido es el de la risa, tales límites se angostan aún más. Es verdad, Fesser, quedó anotado, ha construido su filmografía básicamente con títulos que tienen en la humorada su principal materia prima, pero así y todo en la ocasión el envite era altamente problemático, peor todavía atendiendo la elección de conformar el elenco con intérpretes “naturales”, vale decir actores que no personifican a personas psíquicamente disminuidas, lo son en la vida real. Semejante apuesta aumentaba el peligro de incurrir en ese paternalismo bienintencionado que impregna las producciones de Hollywood abocadas a contar historias semejantes.

La fórmula que Fesser encontró para sortear en buena medida tal cúmulo de contingencias es desprenderse de la corrección política y de la ñoñería, apuntando a la franqueza de propósitos como vía de abordaje para su narración en espera que ello conduzca al espectador a cuestionarse sus adquiridas premisas acerca de la propia discapacidad emocional cuando de enfrentarse a un otro, diferente, se trata.

Ese recorrido a la confrontación con los prejuicios interiorizados está corporizado en el personaje de Marco, a cargo del siempre solvente Javier Gutiérrez, protagonista de la serie televisiva Estoy Vivo. Es por cierto previsible el proceso de mutación que irá experimentando aquel, pues la película se despreocupa por entero de las sorpresas confiando en que la linealidad del guion no será en absoluto, como en efecto no es, un impedimento mayor para conectar al espectador con la narración y para mantener a todo lo largo de ella el vínculo emotivo con ese grupo que se ríe de sí mismo, neutralizando así el eventual desliz burlón del asunto.

De hecho no se requiere gran perspicacia para adivinar, apenas transcurridos 10 minutos desde el inicio, hacia dónde enrumbarán las cosas. No obstante ello, en los detalles está la cifra del sostenido interés por acompañar los sesgos de un aprendizaje —el de Marco sobreponiéndose a su talante sacado de sí—, a propósito de las frescas ganas de vivir de esos seres resueltos a ser ellos mismos pasando por alto dificultades y prejuicios enraizados en recelos fuertemente arraigados en un contexto que malentiende, se dijo, la normalidad, confundiéndola con el mimetismo en comportamientos encajados en los moldes de una esquemática escala de valores impuesta por el triunfalismo a ultranza y la presunta fatalidad de resignarse a la grisura de una homogeneización que cifra el éxito en la vida en difuminar cualquier rasgo de individualidad.

No escasean, es verdad, los aspectos cuestionables en una puesta en imagen lastrada a ratos por accesorios prescindibles, en particular ciertos diálogos embebidos de intencionalidad aleccionadora y, sobre todo, una banda sonora desbordada de caramelo y cursilería, como si la narración requiriese enfatizar aquello que relata con firmeza y desparpajo suficiente como para dejar en archivo tales subrayados. Sale sobrando por demás la anécdota lateral en torno a los conflictos de pareja de Marco y su cerrada negativa a tener un hijo.

Sobreponerse a esas debilidades para valorar en verdad esta propuesta cercana a la incorrección demanda dejar de lado la racionalización a rajatabla y abrirse a la ternura de sus entrañables criaturas haciendo lo suyo con una naturalidad sin adobos de ninguna especie. Y a su vez en  haberlos dejado ser ellos, poniendo atajo a los estereotipos, posiblemente estribe el punto más alto de esta película necesaria.

Ficha técnica

Título original: Somos Campeones

Dirección: Javier Fesser

Guion: David Marqués, Javier Fesser

Historia: David Marqués

Fotografía: Chechu Graf

Montaje: Javier Fesser

Diseño: Javier Fernández

Arte: Esther García Roures

Música: Rafael Arnau

Efectos: Julio Navarro, Juan Olmo,

Moisés Cambra, Daniel de Madrid, Javier Fesser 

Producción: Gabriel Arias-Salgado, 

Alexandra Lebret, Pilar Lebret

Intérpretes: Javier Gutiérrez, Athenea Mata,

Juan Margallo, José de Luna, Sergio Olmo,

Jesús Vidal, Gloria Ramos, Alberto Nieto Ferrández,

Julio Fernández, Jesús Lago, Fran Fuentes,

Roberto Chinchilla, Stefan López, Luisa Gavasa,

Luis Bermejo, Daniel Freire, Mariano Llorente,

Laura Barba, Vicente Gil, Itziar Castro- ESPAÑA /2018