Filosofía en la Alcoba es un filme fuera de lo común, provocador y transgresor, una sorpresa dentro del cine brasileño y latinoamericano. Es un pequeño descubrimiento para el espectador curioso y ávido de cosas nuevas y buenas. Basado en la obra La Filosofía en el Tocador del Marqués de Sade, sus directores, Ivam Cabral y Rodolfo García Vázquez (venidos del mundo del teatro), no solo logran traer y actualizar el texto al siglo XXI, sino que, de forma exitosa, consiguen cuajar literatura y teatro con el universo cinematográfico, haciendo que estos tres se encuentren, complementen y dialoguen. Un experimento osado de puesta en escena, donde lo performático hace que los conceptos e ideas sadeanas ganen prácticamente un cuerpo físico.

En ocasión de la presentación de la película en la Cinemateca Boliviana (C. Óscar Soria 100) el 17, 18 y 19 de enero a las 19.30 y 21.00 (para después exhibirse el jueves 25 de enero y todos los jueves de febrero a las 19.30), se pudo conversar con sus directores, quienes propusieron unir sus puntos de vista dando una sola respuesta colectiva a las preguntas propuestas para su publicación en Tendencias.

— ¿Cómo se iniciaron en el teatro, desde donde se proyectaron después al cine?

— Nosotros (Ivam Cabral y Rodolfo García Vázquez) fundamos una compañía de teatro en 1989, que lleva por nombre Os Satyros. En esa época éramos jóvenes que queríamos expresarnos como artistas, en un periodo en que la democracia todavía era muy joven en Brasil, después de décadas de dictadura militar.

La compañía de teatro trabaja siempre pensando en los temas que más nos provocan, incomodan y llaman nuestra atención. Este trabajo es resultado de una larga experiencia nacional e internacional, incluso, un periodo de siete años de refugio en Lisboa, Portugal. Durante todos esos años tuvimos la oportunidad de trabajar con textos clásicos y contemporáneos, con procesos muy distintos.

— Satyros es la empresa que produce Filosofía en la Alcoba, ¿cómo pasó del teatro al cine?

— Satyros Cine es un departamento de Os Satyros. Os Satyros es un colectivo de artistas que trabaja en variados campos: teatro, accesibilidad social, música, festivales culturales, etc. Nuestra asociación es un espacio para la expresión de artistas que trabajan en la región central de Sao Paulo. Nuestro interés por el audiovisual empezó cuando, en 2009, fuimos invitados a dirigir y escribir algunos trabajos para Tv Cultura, el canal público de televisión de Sao Paulo. Fue donde aprendimos mucho de lo que más tarde utilizaríamos en nuestro cine.

— Tienen una vasta experiencia profesional en teatro, pero las reglas de puesta en escena, una de las columnas vertebrales del cine, no son iguales. ¿Cómo logran equilibrar o complementan ambos mundos sin que se perjudiquen?

— Es verdad que la puesta en escena es muy distinta entre los dos artes, pero siempre hemos tenido mucho interés en el lenguaje cinematográfico. La esencia del drama tradicional teatral es muy cercana a las reglas de un guion de cine. Los conceptos básicos de conflicto, personaje, evolución de la acción dramática son todos muy claros para nosotros. La ventaja del teatro es que es un arte mucho más rápido de realizarse. Desde la idea hasta la finalización de un proyecto podemos tener procesos entre tres meses y un año, lo que nos posibilitó una larga experiencia y varios errores, con los cuales hemos aprendido muchísimo. En el cine, por otro lado, cuando cometes un error, eso puede costarte la carrera. Lo que cambió en nuestro trabajo con el mundo del cine fue la mirada. Lo que podemos crear visualmente y que el teatro jamás permitiría.

Todavía tenemos mucho que aprender, pero creemos que es posible pasar de un mundo a otro si estamos disponibles para ello. No podemos olvidar que muchos grandes cineastas empezaron su vida en el teatro, como Ingmar Bergman, Vittorio de Sica, Sam Mendes, entre otros.

— A pesar de que el filme es una apuesta cinematográfica, está presente la mirada teatral que tienen como directores, esto hace que la cinta se convierta en una especie de propuesta performática. Tanto los actores como la forma en que se presentan las situaciones evocan a un escenario. ¿Esto fue totalmente intencional? ¿Cuál ha sido su objetivo al hacerlo?

— No queríamos olvidar nuestro origen, algunos elementos fuertes del filme son determinados por nuestra mirada teatral y creemos que fue lo adecuado para lo que intentamos hacer. La idea original de la puesta en escena era mantener como un ritual de iniciación a una niña virgen en el mundo de la lujuria, tal como lo escribió Sade. El aspecto ritualístico del filme tiene que ver con el carácter teatral de la puesta en escena.

El ritual se hace en etapas que tienen que ser vividas al extremo y ultrapasadas por la protagonista. Todo esto hizo parte del estilo que queríamos plasmar en el trabajo. Hay, incluso, una escena metateatral, de acuerdo con el propio espíritu del Marqués de Sade, que siempre decía de su pasión por el teatro. La mezcla entre teatro y cine es muy arriesgada y tenemos consciencia de ello, pero estamos seguros de que, para esta película, era la opción más adecuada.

— ¿Por qué llevar Filosofía en la Alcoba a la pantalla grande?

— Hay muchas razones. Cuando hicimos la obra de teatro por primera vez, queríamos discutir temas políticos muy presentes en aquel momento en la sociedad brasileña, en especial la hipocresía de nuestra clase social más opulenta. Después, con el tiempo, otras lecturas se asomaron a la lectura inicial. El aspecto feminista de la obra se manifestó fuertemente con la liberación de una joven oprimida por la iglesia y las reglas de su madre ultraconservadora. No podemos olvidarnos que la primera edición de la obra de Sade en Francia se dio solamente en la década de 1950, más de 100 años después de su muerte, y Simone de Beauvoir fue la persona que escribió el prefacio de esta primera edición, donde habla del poder de las protagonistas femeninas en la obra sadeana.

  • Ivam Cabral y Rodolfo García Vázquez

— El filme tiene además una fuerte connotación política, no solo porque su fuente de inspiración lo es, sino que es algo que ustedes como directores quieren mostrar y reflexionar…

— Sade es un autor político, básicamente. Filosofía en la Alcoba fue escrita en la prisión durante la Revolución Francesa y esto es especialmente sintomático a todo el sentido político que tiene esta obra. El romance original de Sade, en un determinado momento, es interrumpido, y entonces leemos un largo manifiesto del autor sobre el futuro de la República. Tal manifiesto comienza con: “Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos”. Está claro que se dirigía al pueblo francés y proponía una serie de ideas radicales para el nuevo tiempo republicano. En el filme, eso fue presentado en una escena metateatral donde se resumen las principales propuestas del manifiesto. Nosotros hoy  también vivimos un momento de profundas transformaciones sociales que todavía no tienen respuestas exactas. Así como Sade, queríamos proponer una discusión para los tiempos de hoy.

— ¿Cómo se ubica Filosofía en la Alcoba en el actual contexto social y político brasileño?

— Las lecturas posibles para el filme en Brasil han cambiado profundamente después de la elección del nuevo presidente. No sabemos todavía todas las consecuencias de la asunción de la derecha radical, pero ya podemos observar que vivimos un tiempo donde el diálogo es casi imposible entre las diferentes corrientes sociales. Todo está cargado de mucha violencia y poca escucha. El filme puede ser leído en la actualidad como un manifiesto en contra de la opresión excesiva que está contra la libre manifestación y la libertad. Tenemos que luchar por ser libres, hoy, más que nunca.

— En algunos comentarios se juzga a la película por contener una escena de sexo no consentido. ¿Por qué recurrir en el filme a una violación?

— Como hemos dicho arriba, tenemos que encarar la obra de Sade como una metáfora hiperbólica, una alegoría. Todo es exagerado y radical al extremo, como se puede ver en Los 120 días de Sodoma. La violación y la muerte de la madre, en el caso del filme, es la metáfora de la muerte de la opresión del deseo femenino de la niña.

Al matar a su propia madre, ella está matando a todos los dogmas, prejuicios, hipocresías que la madre le había enseñado durante toda su vida, para finalmente poder volverse libre. La libertad tiene un costo que ella tiene que pagar. El empoderamiento de Eugenie, la niña, solo podría ocurrir a través de la muerte de su madre cínica.

— ¿Cómo fue el trabajo con los actores, con el sexo y los cuerpos como personajes del filme?

— Fue un trabajo muy respetuoso, por irónico que pueda parecer la afirmación. Como somos un colectivo artístico, nos conocemos muy bien y sabemos perfectamente los límites de cada uno y cómo podemos trabajar juntos. Es diferente de un proceso cinematográfico tradicional, donde los artistas vienen a conocerse solo para el trabajo del set. No podemos olvidarnos que la obra fue presentada más de una centena de veces con estos actores delante de miles de espectadores. Podemos decir que sin la experiencia teatral previa no sería posible lograr algunos de los momentos más importantes del filme. La escena de la orgía, en la cual tuvimos la participación de más de 90 personas, fue un desafío. Mucha gente que no pertenecía al colectivo fue parte de la filmación. Teníamos un equipo limitado para dirigir muchas personas y situaciones. Pero al final, nos sentimos satisfechos con el resultado.

— ¿Cómo fue la recepción en Brasil? ¿Qué esperan de los espectadores de otros países, como Bolivia?

— No sabíamos exactamente cuál sería la reacción de los críticos ni del público. Era un riesgo muy alto para gente de teatro que se mete en el cine sin una gran estructura. Pero los críticos escribieron buenas cosas sobre el filme, cosas que nos alegraron mucho y el público de Sao Paulo fue sorprendente. Estuvo más de 56 semanas en cartelera, algo muy raro para el cine brasileño. Ahora vamos a empezar a presentar la cinta en otras ciudades brasileñas, y no sabemos qué puede pasar.

Nos encanta la idea de ver nuestro trabajo viajando por el mundo sin nuestra presencia, algo casi imposible para el teatro.

— ¿Cuáles son sus próximos proyectos cinematográficos?

— Nuestros proyectos son muchos, tenemos unos directamente relacionados con nuestro trabajo teatral. Por su lado vamos a realizar nuestra versión de Los 120 días de Sodoma, del Marqués de Sade. Con seguridad será comparada con la obra magistral de Pasolini, pero pensamos en hacer una versión más cercana a nuestra versión teatral, que logró mucho éxito desde su estreno. El otro filme que pretendemos hacer se llama Personas Perfectas. Éste tiene una trayectoria curiosa: empezamos por escribir un guion cinematográfico, pero no teníamos dinero para realizarlo. Entonces, el guion se transformó en un texto teatral y lo hicimos en 2014. Fue un gran éxito, con larga repercusión en la prensa y mucho público. Entonces, ahora nos gustaría llevar la idea a la pantalla. Será un sueño realizado.