Pop inteligente: Rosalía, trap, palmada y pisotón
‘El mal querer’ es el segundo disco de la premiada cantante catalana, en que fusiona el flamenco con la música urbana.
Hasta que fuiste carcelero yo era tuya, compañero”, dice el capítulo 11, A ningún hombre, del disco de Rosalía. ¿Han cambiado las formas de El mal querer?
La cantante catalana de 24 años rescata un texto del siglo XIV como base inspiracional para un trabajo que ha revolucionado el momento más comercial del pop latino, dándole una profundidad inusitada gracias a lo barroco de su propuesta, donde desde el cante flamenco estilizado reluce lo mejor del trap en español, la electrónica, el blues y el jazz.
En las 11 canciones del disco, Rosalía subvierte la idea de romanticismo, tanto en la narrativa como en la propuesta estilística creada junto a El Guincho, Pablo Díaz-Reixa Díaz, músico y productor catalán quien a partir del Alegranza (2008) nos cautivaba para llegar en 2010 con Pop Negro y su hit Bombay.
“Lo profundamente superficial”, frase acuñada en la mejor época para el “pop” en la década de los años 1970 gracias a Andy Wharhol, es allí donde radica lo mejor de El mal querer de Rosalía: el pop inteligente anclado en la poderosa y emotiva voz de la cantante junto a exploraciones sonoras experimentales.
La propuesta artística y estilística presenta a una cantante y bailarina profesional labrada en lo urbano con muchísima apropiación sobre el territorio que habita.
Como antecedente, en 2017 Rosalía presentó su primer disco, Los Ángeles, un debut maduro como una aproximación minimalista a cantes tradicionales del flamenco que debido a su éxito le valió el recelo y desconfianza que siempre han rodeado a este género, la idea de la pureza de la cultura gitana y el cante.
Fue así que El Guincho utilizó su capacidad para entender la palabra innovación y la puso en práctica. Su mano de productor es evidente a través de su pericia para el “sampleo”, donde logra niveles superiores pidiendo prestado el beat de Justin Timberlake (Bagdad) o a Arthur Russell (Maldición) adaptándolo con sintetizadores y las bases melódicas de hip-hop.
Y es que de eso se trata, pedir prestado.
El mal querer tiene líneas estilísticas basadas en la superposición entre ellas. Es decir, no se fusionan sino que conviven para lograr un sonido mucho más experimental y vanguardista de lo que los consumidores del pop latino de moda están acostumbrados.
Lo hipnótico y atrapante es esta mixtura de estilos, el disco envuelve al escucha con hits como Malamente o Pienso en tu mirá. Y no es solo eso, va más allá en De aquí no sales, donde se reemplazan las palmas características del flamenco con samples de sonidos de motocicletas y un downbeat que se distrae del jazz para llegar nuevamente a la tradición vocal de Rosalía, el cante emotivo y la instrumentación clásica del flamenco con un guitarra, una palmada y un pisotón.
Reniego con castañuelas y distorsión. De esta manera siguen los temas del disco, con sintetizadores pop, vo-coder y alusiones sonoras al pulso dembow del reguetón.
El plus de la propuesta: la seguridad de Rosalía, sus letras, su sensualidad, juventud y la intención de cambiar las miradas en la industria de la música actual.