Alasita trae esperanzas para un año venturoso. Así como la economía es importante para todos quienes depositan sus deseos en una illa, artistas y trabajadores de la cultura también persiguen sueños: centros culturales, nuevas leyes para el artista y más pequeños objetos que se regalan con esperanza al país para que sea un año de desarrollo.

El director y actor de cine y teatro Fernando Arze le entregaría al país la maqueta de un gran centro cultural. “Tendría la forma de una estrella con cinco puntas: un ala con teatros, otra con salas de ensayo para danza y teatro. La tercera, con espacios de ensayo para música; la cuarta, con talleres de pintura y escultura y la quinta, con salas de reuniones y de lectura. En el medio habría un café en el que la gente podría encontrarse para discutir sobre arte. Y un subsuelo con un teatro grande. No se aceptarían políticos sacándose fotos. Se darían clases a gente de todo el país y del extranjero. Nadie tendría ‘muñeca’ para ser parte del plantel y la excelencia sería el objetivo”.

“Es una de las fiestas en las que más creo, y quisiera regalarle a Bolivia un teatro para que los artistas tengan opción a salas más grandes. El Municipal está muy bien equipado, pero es difícil acceder a él. El Nuna es maravilloso, pero queda chiquito en algunas obras, el Teatro de la Casa de la Cultura no es muy cómodo, y el Calvert es hermoso, pero cuesta mucho. Así que imagino algo así como un segundo Teatrito Municipal (Alberto Saavedra Pérez), eso sería maravilloso”, desea la coreógrafa Truddy Murillo.

La cantautora Sibah también regalaría espacios para el arte, entre muchas cosas, pues en Alasita se puede todo. “Le regalaría al país espacios de arte, salas de conciertos —de todos los tamaños, desde pequeñitas hasta supermegagrandes; cerradas y abiertas, para todas las artes—, profesores con creatividad. Lugares de encuentro, como cafés, donde uno entre y se salude con un abrazo con quien ya esté ahí, como si fuera alguien conocido. Mucha música, es más, mi música —estoy en proceso de componer—, así que eso también le voy a regalar. Y espacios para interactuar con personas de diferentes generaciones”. Como presentes adicionales, la artista paceña además entregaría una pócima de amor contra la violencia y “unas cervecitas proconciencia medioambiental, que sepan delicioso y que nos hagan muy bien”.

Documentos de Alasita que certifiquen leyes a favor de los artistas y la cultura son muy requeridos. “Sería un documento, así gruesito y sustancioso, de la Ley del Artista. Completo, sin ningún tipo de proselitismos. Sería como aquellos diccionarios o biblias que hay en miniatura, con todo lo que necesitamos, jubilación incluida. Y luego un certificadito de seguro médico y social para artistas, para que ya no tengamos que hacer vaquitas cuando alguien se nos está yendo”, cuenta Alejandro Archondo, ilustrador.

El gestor cultural Fabricio Nava propone objetos parecidos. “Serían dos libritos: uno que sea la Ley Marco de Culturas y otro, la Ley del Artista. Claro, acompañadas por un policía de Alasita, para que las haga respetar”.

“Me gustaría —si es que pudiese regalarle algo al hogar de cada boliviano— darles una biblioteca en miniatura con libros bolivianos y extranjeros, para que en un futuro próximo tengan una gran biblioteca”, desea el premiado escritor Rodrigo Urquiola.

La formación también es importante. “Dotaría una nuevo currículo escolar, donde se le dé importancia a materias artísticas, de diferentes géneros, para generar jóvenes más empáticos, tolerantes, sensibles, creativos, comunicativos y con pensamiento crítico. Con más herramientas de las que tienen ahora para desarrollar su vocación y transformar el mundo”, explica la actriz, directora y pedagoga Patricia García.

Una mayor toma de conciencia de los tiempos que se viven se reflejan también en estas illas. “A Bolivia le regalaría algo que simbolice sabiduría, porque la necesitamos en este tiempo de transformación. Deberían haber velitas chiquititas que representen la sabiduría que todos tenemos que alcanzar para tomar buenas decisiones. Ya sé, un minicandelabro, con una pequeña velita, que simbolice lo que dice esta frase: ‘Para que realicemos y practiquemos constantes y pequeños actos y pensamientos de amor, respeto, unidad, generosidad y gentileza’”, desea Andrea Ibáñez, teatrista.

El músico y cantante Adolfo Valdivia —el hermano mayor de la familia Valdivia— regalaría unos “cerebritos” del tamaño de una nuez, unas illas que representan la toma de conciencia. “Conciencia colectiva para ubicarnos hacia dónde nos estamos yendo, necesitamos más materia gris”.

Salud y justicia también son bienes necesarios. “Un hospital en miniatura. La felicidad se basa en una buena salud. Y si le deseo abundancia a alguien, pero no tiene salud, no puede gozarla. Lo principal es que todos los bolivianos gocemos de buena salud y tengamos mucha vida para disfrutarla. Con ella, vamos a ser buenos creadores y profesionales”, expresó el director de la película Muralla, Gory Patiño.

Para la artista visual Rilda Paco, el regalo ideal sería una pequeña Ley de Justicia. “Una nueva, porque la que tenemos no es la apropiada para nuestro país. Quisiera que en ella se estableciera una forma de que nadie tenga inmunidad. Y también pequeños hospitales. Sin estos dos elementos, nunca vamos a crecer”.

Y como en Alasita todo es posible, cerramos con un deseo desde el corazón del actor y comediante Javicho Soria: “Un minitratado favorable de La Haya junto a un minioceanito Pacífico”.