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La agonía de los Oscar

El año pasado, La Forma del Agua ganó los Oscar a mejor película y mejor director, probando una vez más que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (AMPAS, por sus siglas en inglés) cada vez diferencia menos entre el cine arte o de autor y el cine comercial exitoso, pero intrascendente. Ese año, Tres anuncios por un crimen, Hilo Fantasma o hasta Dunkerque merecían el premio a mejor filme por encima de la patética historia de amor entre una mujer muda y un monstruo acuático. Este año, Pantera Negra o A Star is Born demuestran que las premiaciones no buscan un mensaje, calidad artística o siquiera un guion original, sino audiencia que se sienta valorada por haber visto dicha cinta en un cine.

Roma es otro ejemplo de conformismo en la selección, donde por detrás está Netflix con una millonaria inversión en pos de conseguir la nominación y ahora la estatuilla por mejor director y película. Porque la mecánica de selección funciona así: cuando un estudio quiere que una de sus películas sea tomada en cuenta, debe darla a conocer a un público votante que muy posiblemente no haya visto esa película. Tomar en cuenta que cada fin de semana salen en promedio 75 nuevos estrenos contando lo comercial, lo independiente, el cine arte extranjero y las reediciones remasterizadas que suelen competir con los estrenos. La Academia cuenta con más o menos 6.000 votantes, muchos de ellos no tan afines a ver películas todo el tiempo como uno imaginaría. Hablamos de gente que se dedica a la música, edición, producción o distribución. No son cinéfilos, pero miembros de una industria con tiempos tan apretados que como cualquier ser humano, apenas pueden ver cuatro o cinco películas nuevas al mes, como máximo. Hay que recordar también que allí no existe la piratería, así que está la compra o alquiler de las películas como alternativa a los 10 dólares que cuesta un ticket al cine.

A estas personas que no vieron la película son a las que cazan las promociones de “para su consideración”, que además de artes de página completa en periódicos y revistas, suelen funcionar con tentadores regalos que llegan personalizados a los votadores junto a una copia de la película en DVD para que la “consideren”.

Bajo esta mecánica dudosa, las votaciones no siempre reflejan lo mejor del cine de ese año. De nuevo como ejemplo, Roma de Alfonso Cuarón es una película que no debería calificar para competir en nada porque le pertenece a una plataforma de pago. Los Oscar representan lo mejor del cine, esas películas pensadas para verse en pantalla grande y que involucraron el esfuerzo de cientos de personas para lograr consolidarse. Roma fue filmada en 35 mm, pero comprada por Netflix y expuesta en unos cuantos cines para cumplir el requerimiento básico de exhibición y poder entrar a estos premios. Trampa.

Roma fue hecha en México y a pesar de una hermosa fotografía y unos excelentes últimos 30 minutos, es un bodrio de autocomplacencia por parte del director. En el espectro opuesto, Burning (Corea del Sur, Lee Chang-dong), una obra maestra de cine inteligente, con un guion introvertido, melancólico y nihilista, es ignorada completamente en todas las categorías con la única excusa de reemplazarla por un cine que todos puedan reconocer dentro y fuera de Estados Unidos. Porque si más gente reconoce la película más gente verá la premiación y más podrán cubrirse los costos de producción con la venta de derechos de transmisión y, obviamente, el pauteo de tandas comerciales. Negocio.

En mejor película, la inclusión de Pantera Negra o Bohemian Rhapsody es una falta de respeto para Green Book, La Favorita o las que ni siquiera fueron consideradas, como Boy Erased, The Rider (inexplicable esta ausencia) o Sorry to bother you (posiblemente lo más original que se ha hecho el año pasado). Incluso los documentales, que deberían ser imparciales, traicionaron la calidad al ignorar Tres Extraños Idénticos (la vida real es más extraña que la ficción) y Won’t you be my neighbor.

Este año, los ganadores son obvios e injustos: Roma, Pantera, Increíbles 2 y A Star is Born, que ganarán por la razón equivocada: que el público se sienta feliz de verlos ganar.

Green Book es una hermosa película acerca de la amistad, y que esté basada en hechos reales le da más fuerza. No será perfecta, pero vale más que la historia de un príncipe vestido de pantera. Y exceptuando a Lady GaGa (!), todas las actrices principales y secundarias valen su nominación y será de lo más peleado este año.

Por lo menos, tomando en cuenta que ni una sola mujer fue nominada en dirección o por película, en una ceremonia que cada vez representa menos lo mejor del cine.