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Alejandro Archondo y las soledades

Quizás la soledad sea la conciencia del frío. No el frío. / La certeza de la geografía que huye o del cuerpo que se aleja. No la ausencia. / La indagación por lo absurdo del extravío. No la pérdida./ El convencimiento del paso inevitable del tiempo. No las arrugas”, escribe César Antezana Lima —Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal 2017— sobre la nueva exposición del artista Alejandro Archondo Vidaurre (Arxondo).

En la muestra gráfica Vademécum de las soledades y otros fantasmas, el artista enfrenta la soledad —que tras iniciada su investigación se hizo plural y se convirtió en soledades—, un proceso que empezó por el trabajo consigo mismo y que después se trasladó a entender a los demás.

A través de 25 piezas gráficas atravesadas por el arte digital, la animación y el arte sonoro, Arxondo no solo recurre a la gráfica, sino que ha creado espacios íntimos en que cada visitante a la muestra —que se abrirá el 9 de abril a las 19.30 en el Espacio Simón I. Patiño (av. Ecuador entre Rosendo Gutiérrez y Quito)— se encontrará ante una suerte de espejo que busca la introspección y la identificación.

“Al principio, cuando hablaba de la soledad surgía el tema del desamor, el asunto pasional, pero introduciéndome en otras esferas he podido ver un lado más antropológico y sociológico, adentrándome en distintos contextos, identificando cómo se esconden y cómo se visibilizan las soledades. Abordar la otredad ha sido posible gracias al humor, que hace que estos temas sensibles sean más fáciles de abordar, pero para mí ha sido algo muy difícil y duro”, explica el autor.

En la muestra, el artista utiliza todos los elementos que tiene a la mano: está la gráfica y el cómic, evidenciado en la palabra como textura y también como concepto, su veta musical y su trabajo escénico aporta en la colaboración con otros artistas como las Kory Warmis, Manuel Monroy Chazarreta (El Papirri) o Joaquina Revollo. Se trata de una experiencia que busca la interactividad, que invita a acercarse y a tocar.

Se trata de un trabajo de múltiples capas. “Siempre hay filtros y de manera sutil es que se develan estas soledades. Por eso quiero interpelar al público, que rompa el filtro entre obra y espectador, con una variedad de piezas en las que podrá encontrarse con él mismo, en una faceta en que quizá no necesariamente quiere verse. La soledad es difícil de digerir”.