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La trama y urdimbre femeninas

No solo los colores y las líneas hacen y cuentan historias. El punto y la tela también lo han hecho desde siempre. Son entramados de hilos, cuerdas, pitas, lajas, fibras, como esqueletos de telares y tipoyes; la urdimbre y la trama, como los colores de los lienzos y la piedra de los tallados, son expresiones de las preocupaciones del alma. Porque el espíritu de los seres humanos es como el entablado de una pieza de tela.

En la exposición Arte Textil. 4 Textiles Contemporáneos —que está en galería Puro (calle Enrique Peñaranda 1034, San Miguel) hasta el 27 de abril y que propició el conversatorio Reflexiones sobre la obra expuesta y sobre la situación del arte textil contemporáneo en Bolivia con la participación de dos de las artistas y la moderación del artista Santiago Contreras y la curadora Marisabel Villagómez— cuatro creadoras de larga trayectoria y madurez artística muestran piezas en que a través de la fibra y el hilo desarrollan su discurso. Cada una lleva más de 20 años en el arte, “con lo que la obra presentada puede ser considerada como un punto de inflexión de media carrera”, describe la artista Erika Ewel. “Todas son piezas recientes, pero se necesitó de toda una vida de trabajo constante para la realización de las mismas”.

Ellas son de distintos puntos del mundo; hay una húngara (Eszter Bornemisza), otra uruguaya (Beatriz Oggero), otra brasileña (Ligia D’Andrea) y una boliviana (Erika Ewel). Las cuatro, con trabajos individuales, logran juntas como un corpus único. Son cuatro creaciones diferentes, cada una con un sello particular, pero al mismo tiempo son piezas que unidas son parte de una historia larga y común que se comparte.

‘Enredos liberadores’

La obra Enredos liberadores pertenece a Beatriz Oggero (Uruguay, 1944). Es una cadeneta de crochet anudada con hilos de cobre y poliéster: sus dimensiones: 230 x 103 centímetros. Se trata de una especie de espirales delicadas, sutiles, que bajan de esa forma, como los cabellos ensortijados de una niña rubia. Cuelgan las pitas doradas y enredadas, desordenadas, pero ese mismo desorden ofrece la idea de una liberación del sentimiento y las pasiones. Los puntitos son pequeños nudos, como quipus, que dan la sensación de hacer conexiones, de hacer que la trama, aunque liberadora, siga conservando coherencia y lógica.

Los nudos —los enredos de una cotidianidad— a través del tiempo crean una textura: más que retener, producen el efecto contrario, la libertad. “Inventé una técnica, tejiendo con hilo de cobre e hilo de coser, e hice obras así desde 2009, (…) pero siempre se trataban de estructuras”. Con esta obra Oggero ha decidido liberarse y hacer como una telaraña desprovista de toda estructura clásica. Le fascinan las telarañas, y con Enredos liberadores, la artista uruguaya —que actualmente radica en Cochabamba— ha tratado de imitar el aspecto de una de ellas, haciendo que el tejido, gracias al hilo de cobre, obtenga brillo y vida. “Estuve dos meses, desde enero, tejiendo esta obra, inventando estos enredos, liberándome… Entonces le puse el título”.

Oggero también combina la pintura con los hilos en su exploración. “Como tejedora, siempre me he sentido controlada por las estructuras. Hoy encuentro un modo de liberarlas”.

‘Células cromáticas’

Células cromáticas es una obra que asemeja ojos de varios colores que intentan penetrar hasta lo más sagrado de la comprensión. Ligia D’Andrea (Brasil, 1948) presenta una instalación con círculos de tejidos opacos con diámetros variados, con colores sobrepuestos que sugieren células en movimiento. Sobresalen las texturas táctiles de la sobreposición de los colores, en una pieza que emula la misma génesis del color. 

D’Andrea —que vive y trabaja desde 1993 en La Paz— estudió pintura y dibujo y ha expuesto en países Alemania, España, Francia, Brasil, México y Bolivia.  En su trabajo resaltan los materiales no convencionales —recurriendo también a las nuevas tecnologías— y es en esta búsqueda incursionó en el “pintado” con tejido con hilos, que la artista conceptúa como dibujos en tercera dimensión.

Su trabajo con telas comenzó en Barcelona hace 30 años y el resultado de esa labor de mucho tiempo son sus Células cromáticas. La obra está elaborada con telas industriales de colores encendidos. La artista hace hincapié en la expresividad cromática y en la espacialidad de la obra “Este  paisaje de estrellas en el firmamento, que se mueven, como puntos de luz en movimiento; es como mirar el espacio”, indica la artista brasileña. D’Andrea se prepara para presentar y exponer unos tejidos de alambre.

‘You are here’

Eszter Bornemisza (Hungría, 1955) tiene un doctorado en matemáticas, y es probablemente esto lo cual le ha llevado a elaborar un textil como éste, llamado You are here. De los cuatro, es el más simétrico, el más lógico, el más sistemático y más geométrico. Una cuadriculación signa las formas, aunque existen partes en que los cuadrados van perdiendo forma. Hay una superposición de capas y si se lo ve de lado, es como un apilamiento de filamentos estáticos. Entre los cuadrados se tienden finos hilos cafés, haciendo éstos a su vez más cuadrados, cada vez más pequeños.

Está hecha de papel reciclado y costuras (180 x 320 x 30cm). La obra sugiere figuras rectas, ordenadas, como cuadriláteros de un mosaico. Esto si se la ve desde cierta distancia. Pero si uno se acerca, la obra se va desmembrando, o desarticulando, y es que son varias las piezas que conforman You are here; están colgando del techo y cada una cuenta una historia diferente.

En los últimos años, el trabajo de la artista húngara radicada en Budapest se ha concentrado en plantear mapas transparentes en capas que utiliza como metáfora para la búsqueda de identidad. Al encontrar puntos de referencia tanto físicos como mentales, el descubrimiento de relaciones y patrones puede revelar diferentes caminos.

‘Territorios’

Erika Ewel (Bolivia, 1970) presenta Territorios, obra que se asemeja a un sudario: tiene la apariencia de una Sábana Santa, manchada con sangre, sudor y polvo. El primer sentimiento que causa el verla es la consternación o incluso el dolor. La obra de Ewel consta de cuatro piezas de 62 x 162 centímetros cada una y está hecha con técnica collage y bordado de telas sobre madera.

“Yo trabajo en óleo, dibujo, fotografía, collage, bordado, instalaciones y tejido”, expone. En el tejido trabaja con materiales reciclados. “Me inicié con el collage cuando vivía en Brasil”. En esta obra, Ewel ha oxidado y teñido los materiales para transmitir la idea del paso del tiempo en una exploración técnico-expresiva. “Lo que me atraen son la textura y la calidad del textil, y después voy trabajando muy intuitivamente(…) No soy muy formal, me doy licencias en todo”.

Ewel —que participó en las bienales internacionales de arte de Cuenca (Ecuador), Porto Alegre (Brasil) y Tijuana (México)— trata en su obra la memoria y las secuelas del tiempo. Su textil sugiere soledad, amargura, y al mismo tiempo plenitud y vida, mucha vida.