Keiko, Monumental
El artista expande las fronteras de la pintura en su exposición ‘Grosso Modo’.
La búsqueda de nuevos movimientos para crear trazos, de involucrar todo el cuerpo en la creación de una pintura, es uno de los motores de la nueva propuesta del artista boliviano Keiko González. La componen siete pinturas de cuatro metros de alto por cuatro de ancho, que articulan la muestra Grosso Modo. Ésta se inauguró el 2 de mayo y podrá verse durante un mes en el Museo Nacional de Arte (C. Comercio y Socabaya).
“Siempre me preguntan qué haré con ellas, no son un encargo, esto no es una comisión. Su fin no las determina, las hago porque era algo que deseaba desde hace tiempo”, explica el pintor y grabador formado en Estados Unidos.
Apasionado por las dimensiones grandes, descubrió su pasión por este formato en museos, donde las obras que más lo impactaron tenían esta cualidad. Para esta exposición buscó un taller que se adecuara a sus requerimientos, pero no lo encontró, así que construyó uno en su casa. Luego solicitó el espacio al museo, que es el único lugar donde podrían mostrarse adecuadamente.
Sieteobrasmonumentales es el subtítulo de la muestra. La dimensión tiene que ver con este calificativo, pero sobre todo la creación de nuevas formas físicas que implica su producción.
“Mientras más grande mejor. Me gusta pintar caminando, el acto mismo, el gesto. Cuando entras en un ritmo donde haces cuadros más pequeños, se hace una cosa sencilla de llenar, de mover. En cambio, con uno de cuatro por cuatro, es una cosa muy difícil. Y hay que buscar nuevas soluciones, todo esto influye sobre la obra, que para mí es importante”, admite el ganador del Premio Único del Salón Pedro Domingo Murillo en 1991.
El tamaño también condiciona la experiencia artística del creador y de los espectadores. Es una obra en proceso, ya que si bien el taller de González está diseñado para pintarlas, aún era necesario verlas juntas, colgadas en un espacio neutro para sentir que su desarrollo estaba cerca de completarse.
Otro aspecto imprescindible es la reacción de la gente que visita la exhibición. El color, el trazo y, claro, el tamaño funcionan para saturar el espectro visual y romper límites perceptivos.
“Siempre busco en la pintura esa reacción inicial, inmediata. Es un golpe que cuanto más grande es la pintura, más fuerte es. Estoy tratando de romper los límites de los cuadros, expandiéndolos cada vez más, ya que al acercarte el borde del cuadro desaparece”.