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Hielo: gestos y metáforas contra la modernidad

La trama es sencilla: dos mujeres, una empleada, interpretada por Débora Falabella, y una empleadora, interpretada por Yara de Novaes, (el humano y la Ley) que evidencian (quizás simplificando mucho) las relaciones de poder y los extremos hiperbólicos a los que uno puede llegar por mantener una “estabilidad” solo pensada en términos económicos, a partir de una terrible cláusula del contrato que prohíbe las relaciones románticas entre los que trabajan en la empresa. Pero como reza la sabiduría popular, lo prohibido es lo que más atrae… La puesta en escena también es simple, naturalista: una especie de muro, con ventanas y dos puertas, marca el territorio de la oficina de la empleadora, que será el territorio donde se jugará casi toda la obra, ahí hay, descentradas hacia la derecha, una mesa y dos sillas; afuera de las paredes hay una batería y tres personas (seguramente los que controlan luces y sonido) que, aunque no dicen nada, evidencian que el sistema no está solo representado o definido por la empleadora, sino que es una red más amplia de poder de la que, inevitablemente, el espectador se siente parte.

El valor de Contracciones, obra brasileña que generó (y cumplió) demasiadas expectativas en el Festival Internacional de Santa Cruz de la Sierra (Fitcruz) y se ganó el honor de las últimas dos noches en el escenario más grande de la ciudad, además de haber sido traída ahora a La Paz, no está en ninguno de estos dos factores. Sino en otros dos: las escenas metafóricas (ausentes en el texto dramático de Barlett) y, por supuesto, las actuaciones. Las metáforas, como se verá en el siguiente análisis, sirven para que el espectador llegue a la catarsis y no sienta la imposibilidad que, quizás, buscaba Barlett y que queda clara en la actuación de Novaes: una máquina fría que rechaza cualquier afecto, cualquier dejo de humanidad, que responde en un tono monótono, sin que ello afecte a su presencia escénica, intensa de principio a fin.

La obra empieza explicitando que un código no naturalista interrumpirá en el realismo del resto de la puesta. Falabella diciendo, por ejemplo, “esto es dinero” y luces verdes con una música jazz se encenderán, marcando un ambiente que, impresionantemente, hará recuerdo al dinero. Estos sonidos, que marcan ambientes románticos, románticos-sexuales, de silencio…, irán apareciendo a lo largo de la obra, pero no necesariamente en el sentido plano que parecen haber sido descritos al inicio, sino que serán potenciados para ir enloqueciendo a la empleada, tensionándola como a una cuerda que nunca llegará a romperse totalmente, personaje cuya evolución será notoria. Estas imágenes también jugarán con la ironía, evidente cuando dice la empleada: “esta es una persona” y entra la empleadora, afirmación que al final de la obra el espectador dudará de su verdad.

Este es un primer vistazo a lo no referencial de la obra, pero sigamos avanzando. La batería al fondo, se constituye como una segunda metáfora, de algo que ya no se soporta, de una locura o un explotar. Dos veces a lo largo de la obra es tocada por la empleada: la primera, cuando la empleadora arruina la relación con el hombre; la segunda, cuando le pide que desentierre a su bebé, pues la relación dio más resultados de los que uno esperaba, pero el fruto fue enterrado por el hielo. En este momento, el cuerpo de Falabella cambia totalmente, se la ve destruida, jorobada, vomita sobre la mesa: su papel es exigente y ella lo da todo. Estas metáforas y gestos alejan a esta obra, quizás de origen sumamente comercial, de ser solamente simples e intensifican y politizan el resultado; algo que deberían aprender los teatreros bolivianos.

La obra acaba con una última imagen metafórica. El tiempo ha pasado, la empleada ha ido recobrando la cordura, se reúne con la empleadora nuevamente. Hablan, la rutina vuelve a empezar, la oficina se empieza a llenar de un humo denso, su color y su textura recuerdan al espectador la textura del nitrógeno líquido, del hielo. Así de fría es la empresa, la Ley, el sistema, lo abstracto con lo individual, concreto, con aquel yo que tiene un nombre propio. Esto, como ya se mencionaba antes, es apreciable también en la actuación de Novaes, pero también en los vestuarios, de elegancia y hermosura exagerada, una estética de lo impostado, pero inmovible. La obra se rige sobre la poética del hielo y sobre ella erige una torre que critica, desde sus metáforas, desde aquello que no está en el texto dramático, a la modernidad y el positivismo que la corona.

Ficha técnica

Título: ‘Contracciones’. (Brasil)

Actúan: Yara de Novaes y Débora Falabella.

Producción: Compañía Grupo 3 (Brasil) / Teatro Punto Bo (Bolivia).

Dramaturgia: Mike Barlett.

Dirección: Grace Passô

Duración: 80 minutos

Calificación: 14 años