Ligia D’Andrea, tejedora y dibujante del lenguaje
‘Continuum’ es la muestra que la artista presenta en la galería Mérida Romero.
La palabra es el primer dibujo abstracto que hace un ser humano. De niño, se trazan con facilidad líneas para representar la casa, la familia, el perro… pero cuando nuestra mano se desplaza sobre el papel para plasmar su primera “A”, entramos al universo de los simbólico. De ese punto parte la muestra Continuum, de Ligia D’Andrea, que se expondrá hasta el 2 de junio en Mérida Romero Espacio de Arte (Gabriel René Moreno 1223, San Miguel).
Nacida en Coixas do Sul, Brasil, en 1948, la artista radicada en Bolivia desde 1993 ha elegido para la muestra piezas que giran en torno a la palabra y la escritura, evocando el movimiento, el tránsito del lenguaje. “Hemos escogido materiales que pudiesen formar una línea narrativa. Este trabajo lo tenía guardado, nunca lo he mostrado en una galería, por eso hay obras de 2002, 2004… Si bien siempre he trabajo con instalaciones, en paralelo he dibujado mucho”, explica la artista que se formó en Artes y Diseño en Brasil y Alemania.
D’Andrea presenta dibujos que evocan la escritura, así como escritura que evoca el dibujo, en un viaje de ida y vuelta, con la sensación de perpetuo movimiento. A la vez, la palabra escrita o dicha no tiene retorno: deja de pertenecernos. Con los libros arma esculturas u objetos arte, manipula las hojas creando texturas o cascadas de frases. Es el movimiento que refleja Continuum, palabra que toma del latín —madre del español, el portugués, el francés o el alemán, que se incluye en las piezas— para describir movimiento.
Textos de la escritora y cineasta francesa Marguerite Duras (1914- 1996), así como los de la ucraniana-brasileña Clarice Lispector (1920-1977) y de la literata y poeta paceña Mónica Velásquez están presentes en las obras: D’Andrea transcribe en papelitos, con los que forma un cuadro tridimensional, un libro de Duras que habla sobre la escritura. “Cuando lo leí, vi que ella describía su posición personal al respecto, y hablaba de toda la ambientación que un artista puede tener en la creación y me di cuenta de que era la misma que yo tenía al dibujar”, agrega la creadora.
En otra pieza, copia un texto de Lispector que versa sobre ella misma y su deseo de pintar. “Una escritora habla sobre pintar. Es un paralelismo. Yo estoy al medio: copio textos porque escribir es el primer dibujo conceptual del ser humano, del habla y sobre el entendimiento del lenguaje”.
Con los textos de Velásquez —extraídos de La hija de Medea (2008)— intervino un catálogo del artista estadounidense Andy Warhol (1928-1987), de cuyas páginas salen versos en pedazos de papel.
También la escritura se relaciona con el tejido: el hilado de letras, de conceptos. Por ello también incluye arteobjeto: dos nidos hechos de alambre. “El acto de tejer los alambres es una graficación, así como escribir es la graficación de las palabras; comparten la misma cadencia gráfica”.
El paso del tiempo, tanto sus procesos cíclicos como su carácter definitivo, como la muerte, son abordados a través de la palabra. Están las cartas manuscritas, un rastro de escritura a través del tiempo que permanece en tiempos del correo electrónico y el mensaje de WhatsApp; están los curvilíneos dibujos en textos en alemán antiguo, donde destaca la figura femenina y símbolos de la procreación. Por eso un libro toma la forma de matriz y otra pieza, un cráneo mapeado, “vomita” palabras, aquellas sin retorno, que ya no pueden volver.
Este cuadro que “vomita” palabras dibujadas en papeles representa a la palabra que permite permanecer más allá de la muerte: “cuando se habla de un muerto, lo que hacemos es perpetuar su existencia; la palabra nuestro origen y ese final que no acaba”.