La arquitectura iberoamericana se congrega
La Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo se centra en lo cotidiano y contemporáneo.
Urbes en formación continua, imperfectas, construidas con lo que se tiene a mano, por quienes la habitan. Así define Arturo Franco, director de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), a las ciudades de esta región conectada por idiomas y una historia común. Ese es el núcleo desde el que se articula esta iniciativa que se realizará en Asunción, Paraguay, en octubre.
En su undécima versión, Bolivia participará con 13 propuestas contemporáneas —el lapso de tiempo de su construcción está entre 2016 y 2018— elegidas por un comité especializado, compuesto por los arquitectos Fernando Martínez, Carmen Aparicio, Diego Collazos y Ramiro Rojas Amurrio.
“Los parámetros que hemos tomado en cuenta son, primero, el contexto. Es decir cómo la obra interviene o realiza una modificación en el lugar en el que se establece. Después la funcionalidad de esa intervención. El tercer punto es la morfología de la propuesta y, por último, la innovación”, detalla Martínez, curador y presidente de la comisión.
Al seleccionar los proyectos se tuvo en cuenta que éstos irán a competir contra los mejores de más de 20 países. Es por eso que un aspecto que pesó de forma determinante fue la originalidad de cada una de las 13 propuestas. “Buscamos que las construcciones seleccionadas muestren sobre todo diversidad. Elegimos edificios, un puerto, casas y también un par de estaciones de Mi Teleférico. Obras que están en diferentes partes de Bolivia”.
Uno de los aspectos con gran potencial en la arquitectura boliviana es el impacto social que tienen las intervenciones. Faceta que aún no tiene la atención que comienza ya a generar en otros países. Gracias a que los miembros del comité se trasladaron hasta gran parte de las obras, notaron que el impacto que tienen puede ser más grande de lo que representa el proyecto escrito, ilustrado y fotografiado.
“Aún nos falta mejorar en cuanto a la presentación gráfica de los proyectos. Nos hemos quedado con las ideas de las viejas revistas de arquitectura que solo mostraban la obra. Ahora tenemos que aprender a exponer los impactos ambientales y sociales que tienen las propuestas. Eso puede valernos ganar o perder reconocimientos”.
Esta versión de la BIAU tiene como tema el agua. Para trabajarlo, los curadores de los diferentes países realizarán una obra en una zona periférica de Asunción.
“Es un lugar que realmente necesita de algún tipo de intervención. Así además de diferenciarse, la bienal se instaura como un evento útil a la sociedad, que prueba los conocimientos de todos los que somos parte de él”, complementa Martínez.