Mujeres con poder, el nuevo enemigo
‘Dark Phoenix’, la última cinta de la saga de superhéroes Hombres X, está cargada con un preocupante mensaje.
Los cómics son un reflejo, como cualquier producto cultural, de la sociedad en la que se desarrollan. Por cada historia de algún villano loco tratando de apoderarse del mundo, también hay oportunidades que escritores y editores aprovechan para trabajar metáforas que critican, ensalzan o enarbolan banderas de lucha; generalmente enfocadas en temas que van desde lo existencial hasta lo político.
En ese enfoque, el grupo de superhéroes de Marvel Hombres X siempre ha sido el estandarte bajo el cual los fans proclaman que los cómics son más que dibujitos para niños. Más allá de enemigos de turno, el antagonista principal de los Hombres X ha sido siempre la discriminación.
Creados en 1963 por Stan Lee (excelsior) y Jack Kirby (el Rey), el trasfondo fue pensado para reflejar la tensión racial que se vivía en esa época. Los Hombres X exhibían los extremos de la lucha de los grupos sociales de entonces: Charles Xavier sostenía el discurso pacifista y lógico de Martin Luther King, mientras que la visión radical de Malcom X se traducía en las acciones de Magneto; dos caras en una lucha por la igualdad. Esta sensibilidad caló no solo en la gente de color, sino también en adolescentes, la clase obrera y otras minorías étnicas. Todos los que alguna vez sintieron algún tipo de rechazo se identificaron con las historias que contaban, básicamente, la tara social de temerle a todo aquello que no calce con su precepto de “normalidad”; perseguirlo y atacarlo.
Hablar de los Hombres X es hablar de una línea de cómics querida universalmente, una excelente serie de dibujos animados en los años 90 y una primera trilogía que abrió el camino para todas las películas de superhéroes que llevamos viendo por más de 10 años.
Entonces, con antecedentes tan sólidos y años de experiencia contando historias épicas, ¿qué salió mal con Dark Phoenix, la nueva película de los Hombres X?
El director, Simon Kinberg, comunicó hace unos días que si la película había fracasado era por su culpa. Lamentaba que el filme “no hubiera conectado lo suficiente con el público”. Pero más allá de reshoots, cambios de guion y la inexperiencia del director, viendo la película existe un problema mucho más grande que los simples engranajes de la industrial comercial: el lugar que ocupa la mujer en este universo fantástico.
Parece irónico, pero el cómic que tuvo como meta reflejar y concientizar sobre la discriminación, usa en esta película precisamente este eje para colocar a la mujer como un peligro para la estabilidad social del hombre.
Dark Phoenix, en los cómics, relata la saga de Jean Gray- Summers, una mujer mutante (poderes psíquicos) que por salvar una misión espacial queda a punto de morir. Es rescatada por una fuerza de energía (la suma de toda la vida del universo) que adopta su imagen, regresa a la tierra y la corrompe al punto que Jean debe reposeer su cuerpo y cometer suicidio para poder detenerla. Dark Phoenix, la película, pagó un buen porcentaje de su campaña publicitaria para venderse como una seria exploración de lo que puede ser una enfermedad mental y sus consecuencias en el entorno cercano. Un buen intento “marketero” que se cayó inmediatamente cuando el público fue expuesto a una serie de escenas que reflejaban crudamente el abuso patriarcal a una mujer. En la película , Jean es una niña a la que su padre le dice: “yo no sé cómo lidiar contigo que eres diferente”, y la abandona. Es adoptada por Charles Xavier, que toma la decisión de mentirle, borrar sus recuerdos y manipularla porque tampoco sabe cómo lidiar con los poderes que ella tiene. De hecho, en una escena incómoda y contradiciendo a todos sus compañeros, Xavier se mete en la mente de ella (¿violación?) para obligarla a que le escuche y le haga caso. Los poderes que obtiene en el espacio no tienen conciencia, así que se introduce en un personaje, Vuk (Jessica Chastain), parte de los últimos sobrevivientes de una raza conocida como los D’Bari. En los cómics, Jean destruye su planeta y esto justifica que la busquen para matarla; en la película su aparición no tiene sentido, surge porque sí, pero destaca que este personaje femenino obra como todo cliché desde el punto de vista masculino: dos mujeres empoderadas sí o sí deben neutralizarse entre ellas y no puede existir una convivencia pacífica. Una quiere robarle a la otra lo que tiene.
Jean comete un acto de violencia que lleva a la muerte de otro personaje, femenino casualmente; porque una mujer empoderada puede amenazar a los hombres, pero lastima a sus pares de género. Todo finalmente escala en varios clímax ridículos donde tratar de razonar con ella termina en muertes y destrucción. El desenlace inevitable es que Jean se mate, se lleve a la otra mujer empoderada y todo se restablezca sin una sola consecuencia para los personajes masculinos que la llevaron hasta este final.
¿El motivo de ese abnegado sacrificio? Según los escritores (todos hombres por si acaso) “Mis sentimientos me hacen fuerte”. ¿Perdón? La explicación en la lógica de la película para su maldad es que ella tiene la culpa por haber reprimido sus sentimientos, su agresividad y su salvajismo (textual de las entrevistas) y no haberse enfrentado a su pasado.
Igual que Daenerys en Juego de Tronos, la única forma de tratar a una mujer con poder es verla como un peligro, una loca incapaz de manejar sus sentimientos y el poder que tiene, y a la que hay que matar sin ninguna otra opción de por medio. Pueden decir que el final de Juego de Tronos o el de esta película de Hombres X fueron malos, desechables, olvidables… pero eso no debería ocultar que una agenda muy real está ocurriendo actualmente en libros, películas, series y música. Escritores y artistas están dibujando esta imagen de la mujer como un peligro, como el villano al que hay que detener y neutralizar.