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Una película basada en emociones reales

D espués de tres días ajetreados en La Paz, la cineasta española Meritxell Colell se toma un respiro y se sienta en uno de los sillones del recibidor del hotel. Una chompa de lana para mitigar el frío, un mate y una sonrisa diáfana acompañan su espera antes de hablar sobre su participación en BoliviaLab 2019 y   acerca de los entretelones de su película Con el viento, que participó en los festivales de cine más importantes del mundo.

Un día, Mónica, una bailarina española que radica hace 20 años en Buenos Aires (Argentina), recibe la llamada telefónica de su hermana: su padre está muy enfermo, así es que debe retornar a Burgos, un pueblo remoto donde domina el silencio y el frío. No llega a tiempo, su progenitor ha fallecido, y su madre —con quien apenas ha hablado durante estos años— le pide que la ayude a vender la casa familiar.

Estrenado en la 68 edición del Festival de Berlín, el drama que gira en torno a la migración del área rural, el desarraigo, la expresión artística como catarsis y el des/encuentro con los orígenes abrió el BoliviaLab 2019; un encuentro concebido para la formación y el desarrollo de proyectos audiovisuales dirigido a profesionales emergentes de la cadena cinematográfica de Bolivia e Iberoamérica. “La proyección fue en la Sala 1 de la Cinemateca Boliviana, con las butacas llenas, ha sido realmente emocionante”, comenta Colell, cineasta catalana que se ha especializado en montaje de películas, documentales y la pedagogía cinematográfica.

Con el viento es una especie de homenaje a los abuelos de Colell, a su pueblo —Villa Martín de Villadiego, en la provincia Burgos de la comunidad autónoma de Castilla y León— y un reencuentro con su pasado. “Siempre digo que más que estar basada en hechos reales, la producción se basa en emociones reales”.

La trama del filme surgió cuando Colell viajó a Argentina para aprovechar una beca de estudios en la Universidad de Cine de Buenos Aires. “Al volver —después de tres años de ausencia— me pasaron dos cosas: por un lado sentí que me era difícil retratar el mundo de mis abuelos y, por otro, mostrar la realidad del pueblo, donde quedan seis habitantes”.

En el largometraje de 108 minutos, Mónica retorna a un lugar extraño, con una madre prácticamente desconocida, pero debe permanecer allí porque la casa es muy grande y no tiene sentido quedarse con ella, por lo que se tienen que iniciar los trámites de la sucesión para luego venderla.

“Es una película sobre el desarraigo, sobre lo extraño que significa volver, porque es una tierra a la que perteneces y, al mismo tiempo, no perteneces”.

En este panorama de encuentros y desencuentros, con una hermana que reprocha su ausencia de dos décadas y una sobrina que se convierte en el puente de encuentro con la familia, Mónica debe reconciliarse con su pasado y perdonarse a sí misma por no haber llegado a tiempo a la muerte de su padre; por lo que se refugia en la danza como una catarsis para mitigar el dolor y la soledad.

“Tal vez lo que comparto con el personaje (Mónica) es el sentimiento de desarraigo, en mi caso muy leve. Compartimos ciertas emociones de cuando vuelves, cuando te sientes un poco solo, un poco extraño, de que no acabas de encontrar tu lugar, de que extrañas la ciudad donde has estado porque también la quieres”.

El otro elemento común entre la directora y su personaje principal es no haber apreciado el mundo rural, el contacto con la naturaleza y esos abuelos que  tienen tanta sabiduría.

“Más que una reconciliación, es una comprensión profunda de la importancia de lo rural, porque en un primer momento está el silencio, que es necesario para entenderse a uno mismo. Es olvidarte de las redes sociales, del ritmo frenético de las ciudades y reconectarte contigo, con el mundo, con el otro, hablar cosas tan básicas, volver un poco a la infancia”. A las sensaciones.

Admiradora del cine de Jorge Sanjinés, Colell llegó al país gracias a Viviana Saavedra, fundadora de Producen Bolivia, productora privada gestora de BoliviaLab, que este año celebra su versión 11, con la participación de representantes de España, quienes ofrecen charlas magistrales y talleres abiertos a todo el público.

“Nuestra función es trabajar con ellos para ver qué cosas se pueden rever, porque son proyectos que están en desarrollo y lo importante es que lleguen a buen puerto”, explica Colell, quien durante estos días ha ofrecido charlas magistrales, mesas redondas para hablar del mundo cinematográfico y asesoramiento de proyectos, además de asistir a la proyección de películas.

Después, Colell viajará al norte chileno para planear la producción de la película Dúo —continuación de la historia de Mónica— y, si los vientos son propicios, retornará el 10 de julio para conocer un poco más de La Paz.