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Bienalsur una apuesta a futuro

Es un lugar común escuchar decir que estamos en crisis. Una amiga comentaba cómo ella solo había vivido crisis toda la vida, otra decía que desde que conoció a su novio (argentino) solo lo escuchaba decir que estaba siempre en crisis. Quizás una característica de nuestros países sea entendernos como parte de una circunstancia crítica, en un lugar crítico, y bajo un estado en crisis.

Sin ánimo de desmerecer nuestras crisis privadas y sociales, la Bienalsur plantea un modus operandi a partir de las mismas. Cualquiera pensaría que se nutre de ella para resolver los ejes administrativos de la enorme empresa que implica la activación simultánea de más de 40 sedes y el desplazamiento de miles de expertos, entre artistas, curadores y críticos del arte contemporáneo del Sur, incluidos ahora representantes de los países árabes. Es un festival “bien al sur” en el que las “crisis” se entienden lejanas. Todo se puede hacer. Todo se puede lograr.

Los gestores de esta empresa, Anibal Jozami y Diana Weschler, han invitado a 10 días de inauguraciones a Buenos Aires en las sedes de esa capital. Un punto que se repite en los discursos inaugurales y que siguen la lógica de las propuestas artísticas que ganaron su participación en esta Bienal tras una evaluación, es que en el sur global se constituyen sujetos en resistencia a varios sistemas de opresión. Este posicionamiento de un individuo frente a problemas sociales como género, migración, la relación con la naturaleza o la situación colonial, permite una experiencia positiva a los visitantes de las muestras.

En esta versión hubo participaciones tras el concurso mencionado y también participaron invitados de la curaduría. Destacan dentro de los segundos, colecciones como la de Marin Karmitz, quien selecciona alrededor de 100 piezas que constituyen un compedio sobre la migración y el desplazamiento expuesto en el Museo Hotel de Inmigrantes de la Universidad Tres de Febrero (curaduría: Paula Aisemberg). Este ensemble se organiza en relación a una selección de artistas alemanes contemporáneos que entran en diálogo con artistas argentinos (curaduría: Heike van den Valentyn). En la misma sede se producen colecciones: Marta Rosler expone Puede que esta vez sea diferente, una instalación antológica en la que los visitantes pasean por una sala de estar de una biblioteca de feminismo en castellano. Esta biblioteca doméstica alberga los temas clásicos de la obra de la artista norteamericana y los libros podrán ser consultados después de finalizar la exposición, como parte de la biblioteca de la universidad.

La participación de Michelangelo Pistoletto —bajo la curaduría de Marcello Dantas— se constituyó en varios tiempos en los días de inauguración de la Bienal, nominado el Circuito Pistoletto. De alguna manera esta también se constituye en la Bienal como una nueva colección. Desde una interpretación del arte povera en el que la palabra “pobreza” no se refiere a una condición económica sino más bien a un ángulo moral, el artista reinterpreta varias de sus instalaciones anteriores (los espejos, La Venus de los trapos, Terzo Paradiso) en sedes distintas y crea para el KM 0 – Hotel de Inmigrantes una obra nueva, un espejo tripartito con montones de ropas (blancas, negras y multicolores) que se convierte en un eje de vinculación entre las exposiciones inaugurales del segundo piso, pero que a su vez dimensiona el sitio en relación a la ciudad. Sirve de ancla conceptual una retrospectiva de la síntesis filosófica del artista que se organiza a través de una arquitectura estructural, una obra en bruto, que nos invita a interactuar con el pensamiento de Pistoletto.

Más allá de la sede de Hotel de Inmigrantes cabe resaltar la configuración del Museo de Artes Decorativas de Buenos Aires, donde se organizaron dos exposiciones en apariencia disímiles, pero vinculadas por una apropiación de John Berger, el pintor y pensador británico, ya clásico. A comienzos de los años 70, Berger inició sus indagaciones en torno a cómo los “modos de ver” afectan nuestra interpretación ya que “solo vemos lo que sabemos”. Tal premisa fue el punto de partida de este ensayo curatorial que eligió, a modo de muestreo, trabajar con el repertorio de artistas que entre 2000 y 2018 integraron el Prix Duchamp (Association pour la Diffusion Internationale de l'Art Français, ADIAF) considerando que constituyen un panorama posible del arte contemporáneo francés. La transregionalidad, la globalización y las migraciones de sentidos, imágenes, textos y personas son algunas de las dimensiones exploradas por los artistas que integraron esa exposición. En un piso superior, Reza Aramesh, el artista iraní que fuera motivo de polémica últimamente por la negación de su visa a Estados Unidos cuando exponía en el MOMA en 2017, logró una interpelación de los visitantes a través de una serie de tres biombos impresos con imágenes de migración en una arquitectura que se contraponía por ser absolutamente realista. En esta, al igual que en la instalación de Pistoletto en el Museo Hotel de Inmigrantes, lo que se involucra es la historia del sitio, haciendo un discurso sobre las condiciones contemporáneas.

Resalto la participación del boliviano Juan Fabbri en esta Bienalsur 2019. Acompañado de Fernando Farina, la exposición Fricciones compete a la búsqueda de las subjetividades en resistencia que se hacen evidentes en todas las exposiciones, pero la distingue una propuesta de pensamiento local que, desde los preceptos de la descolonización que se han formulado en Bolivia en las últimas décadas, ha incorporado a artistas de otras nacionalidades que avanzan los limitantes de un pensamiento enclaustrado. Sin duda la apuesta de instalación era de las menos presuntuosas de la Bienal, sin embargo con las limitantes que presentaba el espacio, se lucieron obras de compromiso social que justamente interpelan no solo a la arquitectura o a la historia del sitio, sino a la experiencia cotidiana de crisis, tanto del sistema universitario como de los planteamientos de los movimientos sociales contemporáneos de los países latinoamericanos. En momentos en que parecemos solo conocer crisis, la Bienalsur plantea esa experiencia como un prisma de conocimiento y acción.