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Experimentación, el alma de la orquesta Rodolfo Laruta

El nuevo repertorio musical del ensamble Rodolfo Laruta y la Sonora Final Los Andes (RLSFLA) propone algo íntimo, que se aleja del jazz como principal influencia y gira hacia la música contemporánea. Esta transformación no solo se manifiesta en la sonoridad que despliega, gracias a la incorporación de una sección de cuerdas. Para interpretar mejor las nuevas piezas que arregló y compuso su director, Juan Andrés Palacios, los 20 miembros se sientan en círculo, mirándose entre sí.

“Descubrir esta nueva forma de ordenarnos fue algo muy interesante. Nos ayuda a conectarnos, a comunicarnos mejor en las improvisaciones. Si bien buscamos poder ser flexibles y tocar en todo tipo de lugares, mientras se pueda, vamos a mantener esta nueva formación”, cuenta Palacios.  

El 18 de julio, a las 20.00, RLSFLA dará un concierto, celebrando sus siete años de vida —“que se sienten como si fueran el primero”, dice Palacios— en el Teatro Nuna (calle 21 de Calacoto Nº 8509, parada del PumaKatari). La orquesta está compuesta por Luis Alarcón, Roxana Vargas, Franz Guallpa, Víctor Aliaga y Nicole Montecinos (saxos); Iván Canedo, Gary Tohola, Juan Pablo Guzmán y Álvaro Carranza (trompetas); Ana Coss, Pamela Durán, Grace Maldonado, Nataly Zuñagua, Ariana Rodríguez e Ivón Márquez (cuerdas) y Natalia Maldonado (cantante). La Sección Rítmica la integran Moira Diez de Medina (bajo), Ibrahin Murillo (guitarra) y Alejandro Lobatón (batería). Palacios toca el teclado.

En el recital cantará Pedro Pablo Siles, entre otros invitados, músico con el que Palacios comenzó este proyecto. Interpretarán obras que los han acompañado durante esta nueva estapa, como Construção, de Chico Buarque; la musicalización del poema Casida del llanto, de Federico García Lorca, y la suit Todas las posibilidades, de Palacios. Además estrenarán otra pieza.

“El texto lo tengo hace más o menos un año. Trabajo así, escribo y lo dejo reposar durante bastante tiempo. Después vuelvo a él y compongo la música. No estoy seguro de si llamarla canción, porque en este caso tanto texto como música se crean de forma un poco más autónoma de lo usual”, detalla el creador.

Los primeros años de la orquesta estuvieron marcados  por un tono didáctico en la interpretación y una búsqueda por conocer y experimentar con todos los estilos musicales que se interpretan en la ciudad. El esquema del ensamble buscaba estar lo más cerca posible de una big band. 

La música popular estuvo presente continuamente junto a músicos invitados como Manuel Monroy Chazarreta “El Papirri” y Rodrigo “Grillo” Villegas, entre otros.

“Invitamos a todos los músicos con los que soñaba colaborar. La idea era abrirnos a tocar con todos y de todo. Desde folklore hasta cumbia. Creo que lo único que dejamos pendiente podría ser la música electrónica”.

La gran sorpresa de la presentación del nuevo repertorio fue la recepción. El público reaccionó de muy buena manera a un cambio que llevó al ensamble a incluir cuerdas y estar más cerca de una “pequeña orquesta sinfónica”. El tono estético del repertorio pasó de lo lúdico y brillante a algo más  interno, hermético y oscuro.

“La música paceña y su público están expandiéndose. Todos los conciertos se llenaron y encontramos un público al que no apuntábamos desde el inicio. Estamos haciendo música para músicos”.

Si bien tanto el esquema como el repertorio han sufrido cambios trascendentales, la esencia de este proyecto, su versatilidad musical e interpretativa y el deseo de todos sus miebros por hacer de la experimentación su camino, se mantiene.