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Black Mirror (Quinta temporada)

La más reciente entrega de la serie de la plataforma Netflix contiene tres capítulos.

/ 24 de julio de 2019 / 00:00

En junio se estrenó la quinta temporada de Black Mirror en Netflix, dada la popularidad de la misma, es seguro que en poco tiempo estará disponible en los puestos de venta.

Black Mirror (2011 -2019) es uno de los productos audiovisuales más trascendentes del principio de siglo. Varios comentaristas han calificado al guionista Charlie Brooker como una suerte de moderno Julio Verne, y hay que decir que sí, que salvando las distancias, algo de cierto hay en la afirmación.

Black Mirror tiene la virtud de intentar leer las claves de nuestra realidad a través de la ciencia ficción cercana, apoyándose en las tendencias que marcan las fuertes innovaciones tecnológicas que vivimos día a día. De esa manera no solo anticipa lo que puede venir el día de mañana, sino que nos habla acerca de las implicaciones que podrán tener en terrenos tales como el manejo del poder, las relaciones personales, las condiciones de vida, etc. En ese sentido puede decirse que Brooker recorre un camino similar al de Yuval Noah Harari, el autor israelita de los acertados bestsellers de divulgación científica De Animales a Dioses y Homo Deus. Ambos productos intuyen que la humanidad está en un momento de cambio trascendental (lindante incluso con lo que podríamos llamar nuestra “singularidad cualitativa”), es decir con los aspectos esenciales de nuestra forma de ser como especie. También ambas propuestas muestran sus reservas respecto al carácter perverso que podría tomar dicho cambio.

Poliamor, totalitarismo e inteligencia artificial

La quinta temporada de Black Mirror es corta, consta de tres capítulos de una hora de duración, aproximadamente. El primero, Striking Vipers, usa el vehículo de la tecnología, pero se centra esencialmente en el cambio de paradigma que las relaciones amorosas están sufriendo en estos tiempos. Dos amigos de la vida se reencuentran a través del mundo de los juegos virtuales y descubren otras formas de desarrollo de su vínculo. En este caso lo que hace la tecnología es brindar nuevas posibilidades para que se desarrollen tendencias ya existentes. Logra que podamos “sentir” en espacios en los que antes era imposible hacerlo (y por tanto aumenta las posibilidades de interacción emocional y/o sexual). Pero en definitiva, el capítulo es una apología de eso que en algunos ámbitos se llama el poliamor y que en otros adopta distintas denominaciones (“amigos con derechos”, “aminovios”, etc.). Queda claro que para la serie (igual que para gran parte del mundo contemporáneo) el modelo clásico de la pareja heterosexual simplemente ya no se sostiene, por lo que se abren múltiples posibilidades de relacionamiento.

Smithereens, el segundo episodio, retrata cómo el crecimiento y manejo de las redes sociales nos conduce a un tipo de control totalitario, inconcebible en otros momentos de la historia. Por sus connotaciones políticas y su pertinencia, se destaca en el conjunto de la serie. Un taxista inestable emocionalmente decide secuestrar al empleado de una de las grandes redes sociales (léase Facebook) para poder conversar con su CEO (léase Mark Zuckerberg). A partir de allí se desarrolla una amplia movilización, en la que queda claro que el poder ya no lo ejercen las instituciones formalmente establecidas, sino más bien esas gigantescas transnacionales del conocimiento. “Información es poder” reza un viejo dicho, y los emporios como Facebook o Google concentran toda la información posible, individualizada, sobre los gustos, acciones y movimientos de los seres humanos. Más allá inclusive, el uso de los aparatos “inteligentes” tales como los celulares o las nuevas generaciones de televisores les dan la posibilidad de un espionaje sin restricciones.

Lo peor de todo es que ese aparato en movimiento comienza a comportarse de manera autónoma, al margen de la voluntad de sus propios dueños o creadores.

Algo así como el “complejo industrial – militar” denunciado por Eisenhower en los sesenta. ¿Podemos imaginarnos un Hitler aggiornado, armado con dichos instrumentos en una dictadura? De alguna manera Black Mirror nos advierte sobre la posibilidad. Podrá criticarse a este capítulo por algunas caricaturizaciones (especialmente la del personaje del “falso Zuckerberg”), pero se trata de defectos formales opacados por la claridad del planteamiento.

Rachel, Jack and Ashley Too es el tercer capítulo de la serie. En ella se explora las implicaciones del desarrollo de la inteligencia artificial y el uso de los recursos tecnológicos en la manipulación, tanto de las personas, como del gran público. Una cantante popular es sustituida por un holograma, mientras una muñeca, también versión suya, tiene la capacidad de desenvolverse como un ser humano normal.

A diferencia de las temporadas anteriores, en la quinta, dos de los tres capítulos tienen finales optimistas. De alguna manera podría colegirse entonces que Brooker se está “ablandando”, pero no creemos que eso sea necesariamente cierto. Se trata de variaciones en el tono que no afectan la intencionalidad de la serie. Por otra parte convengamos en que no debe ser fácil mantener una completa coherencia narrativa en 22 capítulos autónomos, que tratan temas de gran complejidad.

La calidad narrativa de la serie es irregular. Así como a momentos nos encontramos con cumbres, en otros lo hacemos con mesetas y en unos pocos casos con llanuras. Pero también es entendible en un planteamiento de esta magnitud (siguiendo la comparación con Julio Verne, sabemos que también existen numerosas variantes de calidad narrativa en el trabajo de este, sin que ello le quite mérito al conjunto).

Brooker, con Black Mirror, se ha propuesto ser un cronista aventajado de la época. Hasta el momento lo ha logrado en forma exitosa.

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You, el machismo estilizado

La serie de Tv creada por Greg Berlanti y Sera Gamble se puede ver en Netflix.

/ 3 de julio de 2019 / 00:00

El estreno de la serie de televisión You en Netflix se produjo el anterior año con un éxito relativo. Se la ha tratado como un producto divertido, con una gran carga irónica, aunque sin ninguna característica verdaderamente memorable. Resulta extraño, no tanto porque en su estructura dramática utilice un mecanismo en boga hoy en día, el que podríamos denominar como de  “banalización” o “normalización del mal”; sino porque en su temática lleva hasta el límite elementos que en los hechos (en la sensibilidad más que en la razón), cuestionan los fundamentos más importantes de las corrientes feministas actuales.

Lecciones para aniquilar el “no es no”

Joe es un psicópata que administra una librería, a la que un día ingresa la bellísima Beck, una aspirante a escritora llena de inseguridades. Joe queda prendado de inmediato y da comienzo a una serie de acciones que, violando las normas más elementales de la dignidad y los derechos individuales, tienen como objetivo la conquista amorosa.

Sigue y acosa físicamente a la protagonista; averigua su domicilio, los sitios que frecuenta, toma nota de sus amistades, contactos de trabajo, etc.; incluso interviene sus aparatos electrónicos. Luego comienza a fingir y manipular situaciones para acercarse y finalmente comienza a asesinar a quienes considera que pueden obstaculizar su objetivo.

Joe entonces es el sumun del machista; brutal y al mismo tiempo refinado. No necesita golpear a la mujer o ejercer violencia psicológica directamente sobre ella porque lo hace en forma cruel y sistemática a su entorno.

Vista así la cosa, nuestro protagonista se convierte en una suerte de héroe en la aniquilación del slogan más preciado del feminismo contemporáneo. El “no” para Joe no solamente es inadmisible, sino que consagra su existencia y sus habilidades a destruirlo, a conseguir un “sí” a cualquier precio.

El mal se justifica

No es una novedad. Casi desde sus inicios en el cine han existido intentos de subvertir el orden moral establecido, aunque la tendencia se ha ido acrecentando con el paso de los años. En los ochenta por ejemplo, un clásico olvidado como Las Brujas de Eastwick (1987) de George Miller, le daba un toque de simpatía y glamour a la perversión progresiva de un grupo de amas de casa.

En los últimos años, muchos guionistas parecen haberse puesto el reto de presentar como normales situaciones o actos que, de manera tradicional, podrían calificarse como degradantes y/o desagradables. En algunos casos el camino para llegar a ello ha sido el de estilizar dichas acciones; por ejemplo una serie como Lista de Clientes (2012-2013) tiene como heroína a una ama de casa que se dedica a la prostitución, aunque en su caso la mayor parte de sus “clientes” son atractivos y/o bien intencionados y educados. Sin embargo, el modelo para seguir funcionando parece tener que adquirir tonos más realistas. En Llámame Bruna (2016-2018), serie brasilera de temática similar, el planteamiento es mucho más ambiguo: la protagonista parece conquistar su libertad, pero el ejercicio de la prostitución se presenta de manera realista (ejercicio sexual mecánico, a momentos brutal,  etc.); de ahí que finalmente sea difícil distinguir si se trata de una crítica reflexiva o de un regodeo morboso.

En Las Escalofriantes Aventuras de Sabrina (2019), serie destinada al público juvenil, los guionistas tratan de poner pimienta a la trama normalizando, casi de pasada, situaciones como las orgías juveniles o el derecho de pernada (el demonio tiene derecho a disfrutar de la novia la noche previa al matrimonio).

En el caso de los psicópatas, hace tiempo que la televisión norteamericana se dio modo de convertirlos en héroes: en Dexter (2006-2013) el protagonista satisface su desviación psicológica asesinando a criminales y Hannibal (2013 – 2015), recupera a un personaje clásico (Hannibal el Caníbal de El Silencio de los Inocentes (1991), acomodándolo como colaborador del FBI en la captura de criminales.

Pero el Joe de You, a diferencia de los dos anteriores, no “utiliza” su “desviación” para castigar o capturar a otros malos, lo hace para acosar y manipular a su pareja asesinando personajes que  son, racionalmente, inocentes. ¿Cuál es el mecanismo que los realizadores utilizan para lograr dicha normalidad?: toda la serie es presentada desde el punto de vista del protagonista, utilizando un recurso clásico y efectivo; la voz en primera persona. De esa manera las víctimas pueden ser inocentes, pero resultan antipáticas ante nuestros ojos (que son los ojos de Joe). Beck es manipulada, pero Joe (y nosotros, a través de él) está seguro de que es “por su bien”, lo que coincide con el convencimiento íntimo de los machistas golpeadores y feminicidas de la realidad.

You es una serie bien estructurada; no realiza grandes proezas narrativas, pero sabe mantener el interés con una alta dosis de ambigüedad; finalmente no queda claro si se trata de una celebración descarada del machismo o un comentario irónico a la preponderancia que ha adquirido el #MeToo en estos tiempos. En todo caso llama la atención que, dada la actualidad de la temática, no haya tenido mayores repercusiones.

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