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Los aforismos de Julio Barriga, un lanzamiento radical para la Feria del Libro

En 1982 el escritor rumano Emil Cioran daba una entrevista en francés en la que le preguntaban sobre cómo y por qué escribir aforismos. Su respuesta, bastante simple, decía más o menos así: vas a una cena, escuchas las bobadas de una señora, vuelves a tu casa y escribes aforismos. Al mismo tiempo señalaba que un libro de aforismos nunca debe leerse entero de una sentada pues de lo contrario nos dejaría una impresión caótica, ya que los aforismos son pensamientos discontinuos. En efecto, el encanto y atracción hacia los aforismos proviene del hecho de que es un enunciado breve que puede leerse solo y tener sentido en sí mismo. Esto no significa que lo diga todo, al contrario, el aforismo suele empujarnos a pensar más allá de lo que se nos dice.

Para esta Feria Internacional del Libro la editorial El Cuervo lanza el tercer libro de aforismos del tarijeño Julio Barriga Aforismos+ Diario de hospital, texto que se compone de dos partes: la primera y más extensa es un compilado de aforismos sobre variadas temáticas y a esto se nos añade un bonus, Diario de Hospital, breve narración que relata la estancia de un paciente internado. Barriga ya tiene práctica y experiencia en la escritura de aforismos, habiendo publicado Aforismos desaforados (1994) y Aforismos desafora2 (2002). ¿Qué hace de estos cortos y no necesariamente simples pensamientos una fuente de curiosidad y diversión? Es un hecho ampliamente aceptado que a la gente no le gusta leer. En general la lectura no es una práctica vista como particularmente disfrutable; sin embargo, como curioso fenómeno social, la mayoría de la gente usa citas famosas en sus redes sociales. Y si bien una cita podría ser un aforismo sacado de contexto, es la idea de leer algo corto y que parezca significativo lo que parece iluminarle el día al ciudadano común. Pero un aforismo no es solo una minidosis diaria de sabiduría, es también, desde la escritura, el ejercicio de poder ser conciso y decir algo contundente. El proverbio, la máxima, la sentencia, todos se parecen en ese sentido, con la particularidad de que el aforismo no tiene una forma ni un estilo estrictamente definidos. En el caso de Barriga, algunos de sus aforismos toman varias líneas e incluso se escriben en verso.

Consideremos algunos temas y ejemplos que nos provee el autor. Él nos habla de cosas cotidianas que todos encontramos o encontraremos en nuestras vidas como seres humanos, la muerte, la traición, el aburrimiento, los hijos, los amigos y, entre todo, la lectura. Varios de sus aforismos mencionan y hacen alusiones a sus lecturas, a sus influencias. Algo similar ocurre en el texto que precede a los aforismos en el que la lectura y los libros terminan teniendo un valor incalculable. El texto organiza sus aforismos en temáticas, siendo algunas de ellas el amor y las relaciones, el alcohol, el trabajo y la escritura, la felicidad. Al contrario de lo que uno podría pensar al mencionar estas temáticas, no se trata de un curso de autosuperación; al contrario, los aforismos están llenos de humor, crítica, desengaño.

Algunos como: “Para cuando me llegaron los choclos, ya no tenía dientes.” o “Qué es ese olor tan lovecraftiano? Soy solo yo que estoy muerto hace tres días.” Nos sacan una sonrisa por su inherente pesimismo. Otros como: “Es como si de pronto ya no tuviera tiempo para nadie más que para mí mismo”. “Hay que ayudar al que se pueda, si vale la pena. Igualmente cagar al que se lo merezca, si también lo vale.” O “así como todo existe para ir a parar a un libro (Mallarmé) el destino de toda obra humana es la basura.” Nos hacen pensar en las muchas veces absurdas facetas de la existencia humana. El autor también se permite enunciar situaciones propias de su vida privada como en “La siempre trágica irrupción del humor en la cultura tarijeña.” Al mismo tiempo nada se toma muy en serio, pues el aforismo no es solemne. Así, el mismo Barriga nos dice: “Falsa sabiduría administrada en forma de píldoras: aforismos.”

El bonus que mencionaba al principio de esta veloz impresión es Diario de hospital, que, como su nombre lo dice, son los escritos de un hombre que ha sido atropellado y está internado por tres semanas en un hospital público. Al igual que en algunos de los aforismos, la lectura aparece aquí como asidero y consuelo a todos los males. Una prosa breve y sencilla nos describe los tortuosos y algunas veces negligentes procedimientos que enfermos de todo tipo pasan en las instituciones públicas del Estado boliviano. A veces parece el diario de hospital de un soldado de la guerra del Chaco abandonado en un precario espacio y no el relato de un hombre atropellado en enero del 2000. El tedio, la carencia, el dolor y la degradación del hombre como simple cuerpo son algunos de los temas que nuestro narrador pone en escena en esta experiencia, en principio breve pero también contundente (como un aforismo). El narrador no escatima a la hora de mencionar sus lecturas y los autores que le llaman la atención, en solo un par de páginas ya tenemos despachados a varios representantes de la literatura universal del siglo XX. Esto hace que se despierte cierta curiosidad en el lector para buscar (leer) más allá de lo que se nos dice. Sin duda encontraremos buenas recomendaciones en las páginas que llegan a las manos de ese paciente. La narración concluirá con la puesta en escena de una cierta fragilidad e impotencia del ser humano frente a situaciones que lo sobrepasan (una traumática operación en este caso) y que serán vividas, sobrellevadas y, en cierto modo, dotadas de sentido gracias a la literatura.

Aforismos+ Diario de Hospital es una obra entretenida, sarcástica, fulminante, y siguiendo el consejo de Cioran, para cada vez que sintamos que queremos darnos el pequeño gusto de reflexionar sobre un par de aforismos antes de acostarnos.