A qué suena la música contemporánea boliviana? La repetición de un insistente do en el piano. “En esta mística puede comprenderse la reiteración como una forma de romper el hilo del tiempo, pues en la medida en la que quiebra la progresión musical, propicia un cambio de lugar en el auditor, creando una especie de espacio fuera del tiempo en el que va a transcurrir la obra”. De esta manera describen Carlos Rosso y Blanca Wiethüchter  Mística N° 6 (1993), de Alberto Villalpando, en la biografía crítica de la obra del compositor potosino, La geografía suena (2004). Este comentario puede responder de forma parcial la pregunta planteada o responderla en el pasado: a qué sonaba la música contemporánea compuesta en el país, en un momento dado, desde una manera particular de pensar el hacer música en este lugar del mundo, desde el hecho de reflexionar y encarnar algo que es más que una idea, la de ser músico en Bolivia, para un músico en concreto. Que no es cualquiera.

Buscando no responder, sino problematizar esta pregunta y abrirla en el presente a una pluralidad de respuestas, el proyecto Música Contemporánea Boliviana propone un nuevo repertorio de música contemporánea en el país, a través de la creación de instancias de trabajo colaborativo entre compositores, compositoras e intérpretes y la difusión y el registro audiovisual del repertorio para acercarlo al público en general. Este repertorio, que se presentará en un concierto el jueves 14 de noviembre, congrega piezas de dos compositoras y dos compositores, cuyas obras se desarrollan a lo largo de 55 años de música contemporánea en Bolivia: Villalpando (n. 1940), Claudia Prudencio (n. 1962), Canela Palacios (n. 1979) y Guillermo Leonardini (n. 1993), quien resultó ganador del concurso organizado por el proyecto entre agosto y octubre de este año, dirigido a compositores y compositoras nacidos a partir de 1989.

¿Y por qué 55 años? En 1964 la música contemporánea ingresó públicamente y por la puerta grande a Bolivia, escriben Rosso y Wiethüchter, refiriéndose al primer lugar que ganó Alberto Villalpando en el concurso Luzmila Patiño por la obra Preludio, Pasacaglia y Postludio, compuesta en un lenguaje dodecafónico y atonal en diálogo con la escena musical mundial más vanguardista de esos años. Villalpando envió la pieza desde Buenos Aires, donde estaba becado entre 1963 y 1965 en el Instituto Torcuato Di Tella, aquel que congregó en obra y pensamiento a la generación de compositores más importantes de Latinoamérica en el siglo XX. “Alberto Ginastera, compositor argentino que dirigía el Instituto, invitó a dar clases en el Di Tella a una serie de compositores muy importantes en el mundo en ese momento: Luigi Nono, Iannis Xenakis, Bruno Maderna, Olivier Messiaen, entre otros. De un golpe; Villalpando se puso al día acerca de lo que estaba pasando en música. Además, circulaba y tomaba cuerpo entre todos estos nuevos compositores una visión latinoamericanista, una búsqueda de identidad cultural, lo que también hace de esta generación, de la que es parte Villapando, fundamental”, explica Canela Palacios, coordinadora del proyecto.

Como primer eje, la obra de Villalpando inicia el recorrido que propone el repertorio del proyecto y del concierto próximo. Esta obra, según Palacios, ha permanecido vigente hasta el día de hoy, a través de una de sus ideas matrices, encarnada en piezas, escritos y pensamiento: la geografía boliviana como un recipiente que nos cobija a todos, el paisaje —especialmente el andino— como algo que innegablemente suena y desde el cual se configura un lenguaje propio en la música académica contemporánea. “¿Qué es lo que él mira y escucha? Es una cosa más profunda, desde mi punto de vista, que la instrumentación, por ejemplo. En mi generación, la reflexión acerca de la música de tradición andina se enfoca en aspectos más estructurales o de pensamiento e imaginario del sonido. Pienso que lo que nos pasó fue que trabajamos con estas maneras de pensar que tiene la música andina para hacer música contemporánea”.

ARTICULACIÓN. La variedad es lo que caracteriza a las obras del concierto —comisionadas y de estreno—, según el compositor Miguel Llanque, responsable del montaje de las piezas. “Mística N° 15, de Villalpando, pareciera profundizar y reafirmar sus observaciones iniciales acerca de lo sonoro y la experiencia mística a partir de una construcción compositiva estructurada en la relación tiempo-memoria. Por su parte, Stabat Mater dolorosa, de Prudencio, es el reflejo de la experiencia de la compositora con la música vocal y sus implicancias espirituales; una obra de gran solidez en términos formales y de gran expresividad melódica y armónica. Golpee, redoble, golpee, de Palacios, lleva al extremo las posibilidades de su propio lenguaje compositivo, concentrando la atención en lo sonoro y también en su resultante visual. Finalmente, la pieza de Leonarnidi está estructurada a partir de relaciones de desfase, desde un universo sonoro austero y expresivo.”

Es de notar que, si bien el repertorio plantea un recorrido de carácter metonímico del panorama de la música académica contemporánea en Bolivia, un arco se dibuja, desde la década de 1960 hasta la segunda década del siglo XXI. Este es el de la formación y, más profundamente, de la transmisión de una manera de pensar y hacer música, de ser músico en Bolivia, en tiempos diversos y con demandas diferentes. En distintos procesos y proyectos educativos, Palacios fue alumna de Villalpando y maestra de Leonardini, quien también se formó con el compositor potosino. El repertorio del concierto Música contemporánea boliviana también es reflejo de esta articulación.

El concierto está planificado para el jueves 14 de noviembre a las 20.00, en el Teatro Doña Albina del Espacio Simón I. Patiño (av. Ecuador esq. R. Gutiérrez). Si la situación política del país no permitiera el desarrollo de esta y/o otras actividades culturales, el concierto será suspendido y se anunciará la nueva fecha por este medio y las redes sociales de Casataller.