El barro es una materia viva, blanda y moldeable, surge de la naturaleza y una vez en contacto con las manos te invade el alma. En el exterior algo se va transformando mientras las manos hacen lo suyo con la mezcla de agua y tierra.

Mi formación comenzó en el colegio, un día que mi profesor de Artes Plásticas llegó con un pedacito de barro en la mano y nos lo enseñó. Desde ese momento sentí una conexión con la “materia más noble” (como dice la ceramista Olga  Ribera) que existe desde comienzos de la historia. Cuando ingresé a la universidad para hacer un estudio más profundo de las artes conocí a mi maestra de Cerámica y de la vida Olga Ribera Diez. De ella aprendí todo lo que sé y todo lo que soy, actualmente soy su ayudante en las clases de Cerámica.

Durante mi tercer año de la carrera de Artes conocí el trabajo del colectivo ARTErias Urbanas, fui a uno de los muchos talleres y actividades que daban y me llamó mucha la atención que la gestión era realizada por gente joven que había salido de la misma carrera que yo estaba estudiando. Así es que participé de varios eventos ayudándoles en lo que necesitaban y también en algunas actividades artísticas y concursos.

A finales de 2019 fui invitada por miembros del colectivo ARTErias Urbanas a participar como residente en un proyecto llamado Yangareko, que se realizaría en la comunidad de Ivo, en el Chaco chuquisaqueño. Sin saber mucho lo que me esperaba, partimos a Ivo el 13 de enero. Me gustó mucho el abrazo del sol, el paisaje de las montañas, el cielo estrellado y la gente que nos recibió muy amablemente. Todo encajó tan bien que con la primera persona que hablé me dio el nombre de doña Catalina Santos Satiyu y fuimos en busca de ella. Nos llevamos la sorpresa de que es abuela de nuestro amigo Heriberto y sentimos esa energía familiar en el momento.

Gracias a la predisposición y ayuda de la gente, sobre todo de doña Catalina, que nos abrió las puertas de su casa, nos fue fácil acomodarnos en la comunidad, para organizarnos y trabajar junto con las doñitas y las Mburuvichas (capitanas) comunal y zonal que nos ayudaron a coordinar distintas actividades en toda la estadía.

El arte indígena, el arte de nuestras tierras, surge por alguna necesidad que se vuelve parte de la vida cotidiana. También puede crearse para ornamentar el espacio, para renovar las energías o tal vez con algún fin ritual, diferente a la concepción tradicional del arte occidental. Es importante preservar y transmitir estos usos y utilidades del arte en nuestra vida.

El arte popular está hecho por manos del mismo lugar con materias del mismo lugar y sin dañar la naturaleza, es un arte puro.

He tenido varias experiencias sobre la arcilla, desde pensar cómo puedo volver esta arcilla en una cerámica resistente. En esos procesos y búsquedas he leído varios libros y he escuchado consejos de ceramistas, pero no hay mejor forma de aprender que poniendo en práctica los conocimientos adquiridos. Dentro de todas las teorías que tenía, hay algunas que se descartaron en la práctica.

En estos 12 días, en la comunidad de Ivo tuve la suerte de contar con doña Catalina, quien tiene todo el conocimiento de la cerámica del lugar en su mente y en sus palabras, pero también en sus manos, aprendí mucho de ella. Nos dimos cuenta de que la técnica para levantar vasijas era la misma que yo había estudiado en la universidad, era algo universal.

Conté con la presencia de doña Teresa, doña Carmen, Paola (hija de doña Carmen), Yara (nieta de doña Carmen) y  Daniela y Amanda (nietas de doña Catalina). Todas mujeres, muy interesadas en aprender porque reconocen que la cerámica es parte de su cultura, parte de sus ancestras, aunque ellas ya no habían recibido esos conocimientos de sus madres, recordaban a sus abuelas ceramistas y mostraron toda la predisposición y un gran cariño que hizo que todo fluya de la mejor manera. A todas ellas gracias por estar ahí todo los días.

Yasurupaï (gracias) por estos días en esta tierra increíble donde me desconecté de todo para poder entonces conectarme con la naturaleza, con la sabiduría de nuestras ancestras y la vida cotidiana de Ivo.

Yasurupaï.