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‘Dios y la máquina’

El MNA presenta una museografía contemporánea de las pinturas coloniales de su colección.

/ 5 de marzo de 2020 / 11:33

La dominación colonial construyó una maquinaria compleja y la imagen religiosa fue uno de sus engranajes. Esta se utilizó para profundizar la influencia europea sobre las poblaciones locales de los territorios conquistados. Revelar la tutela de esta lógica sobre la pintura colonial en los Andes fue el principal parámetro curatorial de Dios y la máquina, la nueva muestra que prepara el Museo Nacional de Arte (MNA, calle Comercio, esquina Socabaya), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB).

“Las obras de esta colección estaban organizadas bajo el rótulo de ‘Los grandes maestros de la cultura colonial’. Esta noción pretendía mostrar la maestría de los pintores locales, contrarrestando  un discurso —que también estaba en la historiografía— que decía que los indios solo copiaban y aquí todo el arte es de segunda en comparación con Europa. Ambas se mantienen en una misma conversación con la que queremos romper”, detalla Lucía Querejazu, curadora de la exposición que se inaugurará el 3 de marzo a las 19.00 y estará abierta por un año.

El MNA escapa de aquella idea preconcebida de ser un simple repositorio donde se albergan y protegen obras de arte. Este cambio de paradigma es una de las maneras en las que el museo pretende no solo poner a disposición de la ciudadanía expresiones artísticas, sino también analizarlas y proponer puntos de vista sobre ellas, explica Max Hinderer, director de la institución.

Otro de los cambios iniciados por Hinderer fue dejar atrás el concepto de “salas permanentes”. En su lugar, las diversas series que alberga el museo —que suman más de 9.000 piezas— rotarán en muestras anuales. Dios y la máquina es, así, la primera exposición que inaugura las rebautizadas “Salas de colección”.

“Tuvimos muchos reclamos cuando la gente se enteró de que la colección colonial no estaría disponible. No creemos que descolonizar un museo sea ignorar o destruir obras coloniales, sino todo lo contrario. Estas obras son testigos históricos de una época que nos interesa analizar”, aclara.

La muestra reúne más de 60 cuadros de los siglos XVI, XVII y XVIII, que fueron producidos en la zona andina desde Cuzco hasta Potosí. Tiene obras que en la época fueron muy exclusivas, algunas de valor intermedio y otras, de circulación popular. Esta serie —con piezas que no fueron expuestas a menudo— es muy importante porque la preocupación por mantenerla apropiadamente custodiada desembocó en la iniciativa de crear el museo. “Si bien no es la colección más grande que tenemos, su importancia simbólica pesa mucho porque es fundacional”, describe la historiadora especializada en historia del arte.

La nueva presentación de la serie se trabajó durante casi cuatro meses. Tanto el director como la curadora estudiaron arte sacro colonial en sus tesis de doctorado, así que el diálogo académico fluyó intensamente. En lugar de darle importancia al virtuosismo de uno u otro pintor, los expertos se concentraron en una tensión en concreto: la singularidad de cada pieza y su pertenencia a un proceso de producción masivo.

“Durante el Renacimiento se propagó la noción que ve a las obras artísticas como únicas y extraordinarias. Y aquí no se producía así —de hecho, en Europa tampoco— eso es lo que queremos mostrar, una realidad de las imágenes, en contraparte a ese mito”, argumenta Querejazu. 

“La premisa fue que esta imagen tuvo una función histórica: producir subjetividades y reproducir fuerza de trabajo. Por lo tanto, la imagen necesitaba masificarse acorde a los intereses de la maquinaria de la economía colonial, que estaba en movimiento”, complementa Hinderer.

En un periodo histórico en el que la religión y el poder político están completamente conectados, la iglesia Católica decide, explícitamente, utilizar la imagen como herramienta para obligar a las culturas conquistadas a cambiar su forma de ver el mundo. Si bien la técnica de muchas de las pinturas del MNA es de muy buena calidad y su efecto estético es innegable, pertenecen a un sistema que busca crear cuadros a una escala industrial para despertar cultos y devociones, que sostienen un aparato económico que se beneficia de la religión y la espiritualidad.

Una vez que los lineamientos académicos estuvieron claros, los estudiosos volcaron su atención en los cuadros. Coincidentemente, la colección respondió con lo que tenían en mente, relación que bien podría no haberse dado.

“La manera en la que la muestra y nuestros planteamientos se relacionaron nos llamó mucho la atención. La creación en serie es muy típica de Cusco e inundó el área andina. Gracias a ello pudimos demostrar que hubo un consumo masivo, donde ciertos santos tienen más devoción que otros y existen vírgenes que se hacen y otras que no”, desarrolla la curadora, quien realizó estudios sobre las pinturas de Caquiaviri.

La exposición saca los cuadros de las paredes y pone cada obra mucho más cerca de los espectadores. Están organizadas en salas dedicadas a series con temática similar y en espacios dedicados a piezas únicas, que retratan elementos poco comunes.

“La disposición de los cuadros muestra la diferencia entre la imagen y el cuadro, entre la ilusión pictórica y el lienzo, el marco, es decir el soporte material de la obra”, explica el filósofo, escritor y también curador, quien nació en Alemania, vivió y trabajó en Brasil y viene de una familia boliviana.

El acceso a los respaldos también amplía la superficie de análisis que puede hacerse de cada pieza. Los materiales, como las telas utilizadas, fueron manufacturados en obrajes de la región y abren otro tipo de estudios históricos. Por otra parte, se muestran las diferentes técnicas de restauración y conservación a las que las obras fueron sometidas a lo largo del tiempo. Este despliegue no es aleatorio, sino que forma parte de otra propuesta del MNA.

“Esto nos guía a entender que existe una producción de visibilidad dentro del museo que parte de narrativas museológicas y de los estados de conservación y restauración de los cuadros. Para explicarlo mejor estamos preparando muestras que resaltarán esto, denominadas Colecciones Lab”.

Dios y la máquina comienza con una sala introductoria. Allí, una metáfora de lo divino da paso a expresiones de la trinidad católica y a un cuadro que ilustra la divina familia como modelo de producción artesanal familiar, bendecido por Dios.

La siguiente sala despliega una serie atribuida a Melchor Pérez de Holguín, donde los cuatro evangelistas son los protagonistas. Cada subcolección culmina con una singularidad —lo único dentro de lo múltiple—, que da paso a una sala donde la atención se centra en una sola pintura. “Decidimos que la información adicional de cada obra vaya en una hoja referencial para que así los que deseen tener una experiencia plenamente sensorial, puedan hacerlo”, comenta la historiadora.

Las salas colectivas muestran diferentes retratos de la Sagrada Familia, de Vírgenes de Altar, y de ángeles, entre otros. Las individuales están dedicadas a obras que narran las visiones de monjas, pasajes populares de evangelios apócrifos o bien a santos poco conocidos en Latinoamérica.

El edificio colonial acompaña las obras de una forma renovada. El techo y la habilidad de su construcción quedan al descubierto, gracias al montaje. La perspectiva contemporánea de la exposición se abre a otros puntos de vista —como la propuesta de Pablo Quisbert sobre las ñatitas y el culto al Purgatorio—, a cuestionar lecturas instauradas y a plantear parámetros invisibles, como los múltiples registros espirituales que convivieron en la Colonia, cuya presencia es imposible negar.

Así, los visitantes podrán elegir cómo quieren vivir su travesía: desde la curiosidad, el pensamiento crítico, o a partir de un encuentro místico con imágenes que tratan de conectar a los seres humanos con la trascendencia.

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Mario Ramírez, música en tiempos críticos

El músico lanzó en plena cuarentena ‘InEditadas Vol.2 de Mario Ramírez’, disco marcado por momentos de tensión, que busca contrarrestar con intimidad y conexión.

/ 27 de mayo de 2020 / 09:03

En noviembre de 2019, Mario Ramírez — compositor nacional, parte del dúo Negro y Blanco— se preparaba para cantar mientras motines policiales comenzaban a estallar en diferentes departamentos de Bolivia. Cuando la tensión en las calles subía, el artista actúo —a puertas cerradas— y compartió con su público 32 composiciones inéditas. En mayo de 2020, mientras el país y diversas partes del mundo todavía lidian con los estragos de la pandemia del COVID 19, el artista lanzó por internet InEditadas Vol.2 de Mario Ramírez, álbum que contiene 15 de aquella treintena de piezas.

“No fue casual que el álbum estuviera listo durante la cuarentena y nació una necesidad de compartir esas canciones ahora. Es el tiempo perfecto para lanzarlo por plataformas, ya que las personas tienen tiempo para escucharlo tranquilamente en casa. Habla de sanación, familia, pareja… cosas que todos estamos viviendo, en espacios y realidades diferentes. Durante este tiempo el arte, y sobre todo la música, ha mostrado cuánto hacen por nuestro bienestar y es muy lindo sumarse a esa iniciativa”, detalla el compositor, cuyo dúo cumplió 21 años de carrera, también durante la cuarentena.

InEditadas es un proyecto que Negro y Blanco inició ya hace un par de años, con conciertos y la producción del volumen uno, con canciones compuestas por Christian Benítez. Para seleccionar las primeras 50 canciones que podrían ser parte del volumen dos, Ramírez repasó más de 200 piezas suyas que habían quedado grabadas, algo relegadas, en cassettes.

“Algunas no recordaba que existían. Fue un proceso de redescubrimiento, donde me puse a escuchar piezas que había escrito desde 1998, más o menos. Algunas son muy luminosas, otras más complejas y reflejan diferentes etapas de mi vida”.

Que fuesen obras personales fue uno de los parámetros que definió para escoger las que serían parte de los conciertos. La diversidad de géneros y tonos fue lo que le permitió reunir las cincuenta. Luego comenzó a cantárselas a familiares y amigos cercanos para reducir la selección a poco más de una treintena.

“Durante un mes y medio fui mostrándole las canciones a personas cercanas, organizamos guitarreadas y me fueron comentando cómo resonaban con ellos. Con sus comentarios y lo que generaba más sentido en mí, armamos el repertorio que tocamos en cuatro conciertos, junto a Chris (quien abría los shows) y Mauricio Segalez”.

La votación del público en los recitales terminó por concretar qué obras serían parte de InEditadas, vol. 2. Cada asistente votó por sus favoritas y el compositor se comprometió a sacar un disco con las que recibieran más apoyo. El resultado estuvo lleno de sorpresas y algunas coincidencias. Los ritmos folklóricos — Chacarera Bolivia (2016) y Tinku Bolivia (2014)— tuvieron una enorme popularidad, algo esperado por Ramírez. Sin embargo, piezas menos convencionales se ganaron el corazón de su público.

“El inocente (2018) es la primera canción del disco. Por ésa estaba seguro de que no iban a votar, pero entró. Otra, Frente a frente (1998)—que tiene una estructura extraña y un transcurrir casi tenso musicalmente— también fue una de las favoritas. Y casi todos votaron por Del otro lado (1998) una canción que escribí cuando llegué a casa de una guitarreada en la madrugada y vi cómo hay muchas personas cuya vida ya había comenzado. Es una realidad que no siempre queremos ver”, detalla el compositor.

También hubo algunas que deseó que quedaran y no fue así, honró al pie de la letra el compromiso que tenía con sus fanáticos y respetó el resultado. InEditadas vol.2 tiene canciones compuestas desde 1998 hasta 2019, con ritmos que van desde lo folklórico, con huayños y cuecas; hasta zambas, trova y joropos. Fue grabado por Marcelo Torres, con arreglos y edición de Ramírez y Segalez y está disponible en todas las plataformas de streaming.

“Así, como Testimonios, el proyecto de Inéditas tendrá varios volúmenes. Ya estamos trabajando en un repertorio con canciones escritas por Christian y yo, con la misma dinámica, conciertos y discos grabados en vivo. Tal vez hayan más versiones de cada uno también y en medio algún disco de estudio. Lo importante es que hay compos, hay música que queremos seguir compartiendo”.

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Pizza para novatos, secretos de la receta ideal

Un set con ingredientes, masa lista e instrucciones llega directo a los hogares para que amantes de las pizzas puedan aprender a hacerlas en casa

/ 25 de mayo de 2020 / 13:12

Son las siete de la mañana y es lunes. Luego de un clásico fin de semana en cuarentena por la pandemia del COVID-19 —es decir, sin poder salir a la calle—, Sukko Stach espera la llegada de dos amigos suyos que viven cerca de su casa. Estos encuentros no son solo para mitigar la necesidad de contacto, junto a ellos llegarán además masas y salsas.

Ingredientes. El queso que se utiliza ha sido seleccionado después de tres meses de búsqueda. La salsa de la casa es muy sencilla, pues su sabor radica en la nobleza de las materias primas.

“Cada quien tiene sus secretos y sus recetas. Así que nos vemos para intercambiar nuestras masas y salsas y ver qué podemos hacer con lo que ha llegado a nuestras manos. Es una forma de compartir que incluso ha llegado a ser una suerte de competencia en la que tenemos que inventar de todo para tener resultados interesantes con lo que tenemos en casa”, detalla el dueño de la Imilla Alzada (Álvarez Plata 50, Cota Cota), restaurante especializado en productos fermentados: cerveza, vino, sidra y pizza hecha con masa madre.

Estas reuniones —llenas de retos, charlas y pasiones compartidas— son una de las razones por las que decidió que la mejor forma de reactivar las actividades de su restaurante sería creando un set para que los comensales puedan lanzarse a hacer sus propias pizzas. Éste viene con masa para dos pizzas lista para meter al horno, salsa de la casa, queso mozzarella, pepperoni —si se escoge esta opción—, albahaca, pimiento morrón y cebolla, como un toque especial para despertar la creatividad.

“A un panadero no se le queda la masa en las manos. Pero eso luego de hacer miles de pizzas diariamente. La masa que preparamos para enviar —por Mr. Delivery o Yaigo— está pensada para que sea fácil extenderla directamente con los dedos en una lata de horno. Está un poco menos hidratada que la que solemos hacer en la pizzería. También incluimos instrucciones y sugerencias. Normalmente no le ponemos ni pimentón ni cebolla, pero los incluimos para que los clientes experimenten en casa con los diferentes sabores”. Para tener un resultado al estilo de una pizza napolitana, Sukko recomienda, también, precalentar el horno a la mayor temperatura posible y poner la lata en el escalón más alto.

La temperatura del horno asegura que la comida está libre de bacterias y virus; de esta manera y con sus propias manos, los clientes pueden estar seguros de que comen algo delicioso y libre de cualquier patógeno.

Los pedidos se hacen de 15.00 a 16.00 —esto para evitar la saturación de los servicios de entrega—, los envases pueden reutilizarse y todo está empacado para llegar fresco y listo para cocinarse, aunque también se puede dejar en la nevera para intentarlo al día siguiente.

“Durante varios meses trabajé haciendo pizzas caseras antes de abrir la Imilla Alzada, utilizando el horno eléctrico que tengo, que llega a unos 180 grados centígrados. La experiencia que gané así no pagó muchos frutos en el restaurante porque allí tenemos un horno de barro cuya temperatura puede llegar a los 500. En cambio ahora todo eso vuelve y utilicé lo que aprendí para planificar este kit, que es una buena forma de empezar a hacer pizzas en una cocina común”, narra el emprendedor paceño.

Para quienes se sientan un poco más inseguros antes de empezar, en las redes sociales del restaurante podrá encontrar fotografías que ilustran todo el proceso, así como más sugerencias y consejos. La web también está llena de opciones a probar para todos aquellos que tengan algo más de experiencia y quieran crear combinaciones gastronómicas más elaboradas o exóticas.

“Espero que ahora que podrán tocar y probar la calidad de los insumos haya más apreciación por ellos. Pasamos más de tres meses buscando queso de buena calidad, que es el mismo que enviaremos en los sets. Nuestra salsa es una combinación bastante simple pero rica y la masa ha pasado toda la noche reposando. Así, hacer una pizza puede transformarse en algo más. Es una manera de compartir, que además motiva a la creatividad”.

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Con humor, la galería Altamira cierra sus actividades en la Larga Noche de Museos Virtual

El espacio de arte lanzará un tercer video este sábado

/ 22 de mayo de 2020 / 22:02

“El arte sale bien parado de las grandes crisis”, declara contundente Ariel Mustafá, director de Altamira, galería de arte. Lejos de una actitud apocalíptica, el espacio de arte apuesta por el humor y la irreverencia para cerrar su participación en la Larga Noche de Museos Virtual con un video que lanzará este sábado a las 20.00, desde su página de Facebook https://www.facebook.com/altamiragaleria

“El goce estético es lo que nos ha acompañado en esta cuarentena, no estás solo si tienes un cuadro. Tras teletrabajar, el único momento en el puedes encontrarte contigo mismo es a través del arte. Las personas que tienen el privilegio de hacer la cuarentena han escuchado más música, han leído más literatura y creo que todos estamos más sensibles, condición que nos acerca a todo tipo de creación. Sé que será difícil volver al nivel en el que estábamos, pero estoy seguro de que no nos quedaremos con las manos vacías”, detalla Mustafá. 

Fiel a la visión de su director, Altamira produjo un proyecto audiovisual que busca innovar creativamente la manera en que se recorre la galería. Tres videos son parte de esta propuesta. El primero es una presentación, el segundo, una muestra de los cuadros que están en exposición virtual, denominada Cuarentenarte, que permanecerá en los muros de la galería durante un mes una vez que las medidas se flexibilicen.

Y el último, que se lanzará el sábado, es un monólogo que busca reflexionar con irreverencia, humor y nostalgia sobre la cotidianidad en este tiempo extraordinario.

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Convocan al concurso de ensayos Juventud y ciudadanía en tiempos de crisis

El certamen está dirigido a personas de 18 a 24 años. Los textos podrán presentarse hasta el 14 de julio y el primer premio recibirá 1.000 euros.

/ 22 de mayo de 2020 / 17:28

Juventud y ciudadanía en tiempos de crisis es un concurso de ensayo que busca recuperar las reflexiones y propuestas de los jóvenes en relación a los momentos de crisis que ha vivido Bolivia desde los últimos meses del 2019. Podrán participar personas desde los 18 a los 24 años. Además de premios en dinero en efectivo para los dos primeros lugares, los textos elegidos por el jurado serán parte de un libro a publicarse. La fecha límite para enviar los escritos es el 14 de julio.   

“El objetivo del concurso es contribuir al intercambio de visiones, pensamientos y análisis, desde la mirada de la ciudadanía y desde la juventud, particularmente, en este tiempo caracterizado por cambios inesperados, con la idea de generar un espacio de reflexión e intercambio con la sociedad civil. Asimismo, el concurso quiere apoyar el ejercicio ciudadano de los jóvenes, como los actores emergentes, constructores del nuevo país”, explica la nota de prensa de la Delegación de la Unión Europea en Bolivia, organizadores de esta iniciativa.

1.000 euros recibirá el ganador y 750 el segundo puesto. Participar no tiene costo y solo se podrá enviar un ensayo, obligatoriamente inédito, por persona. Deberá tener 2.500 palabras como mínimo y un máximo de 4.500. Los interesados pueden descargar la convocatoria completa de la página web www.uetrabajandojuntos.org/documentos/  o bien mandar las consultas al mail [email protected]

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Historietistas e ilustradoras nacionales e internacionales se reúnen en un conversatorio, sobre el libro Las viñetas se ilustran en femenino.

Viñetas con Altura organiza esta actividad, centrada en su última publicación en la que participaron 20 autoras

/ 22 de mayo de 2020 / 00:45

El tema de la más reciente versión del Festival Internacional de Historietas Viñetas con Altura fue la mujer. Como resultado, en febrero se publicó “Las viñetas se ilustran en femenino”, una antología que reúne la obra inédita de 20 artistas bolivianas y extranjeras. Ahora, como parte de la Larga Noche de Museos, la asociación Viñetas con Altura organiza un conversatorio virtual con la participación de gran parte de las autoras.

“En esta ocasión contaremos con la intervención de gran parte de las historietistas, ilustradoras y humoristas que fueron parte de esta antología. Ellas hablarán sobre las obras que crearon especialmente para el libro y sobre sus proyectos actuales”, detalla Alexandra Ramírez, directora de la editorial Con Altura —proyecto de la Asociación Viñetas con altura— expresidenta del festival, historietista, ilustradora y animadora nacional.

Alejandra Andrade, Ana Medinacelli, Avril Filomeno, Diana Cabrera, Alejandra Lunik, Susana Villegas, Sofía Cueto, Antagónica Furry y Daniela Peterito, son algunas de las participantes. Además de estar escrito en español “Las viñetas se ilustran en femenino” tiene traducciones al aymara y quechua y contiene códigos QR que se conectan con audios y diferentes elementos interactivos por internet.

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