Crear desde la homosexualidad popular
El escritor y activista chileno Juan Pablo Sutherland llegó a La Paz para enseñar y dialogar desde la disidencia sexual.
Libro ‘gay’ con platas fiscales”, fue el titular que un periódico chileno le dio en 1994 a la primera obra publicada por Juan Pablo Sutherland. Ángeles Negros —el libro de cuentos que escribió con el dinero de una beca estatal— retrata la ciudad a partir de los recovecos que utilizaban los hombres homosexuales para encontrarse en un país donde las relaciones sexuales entre hombres adultos aún estaban penadas por ley.
“Me acusaron de escribir pornografía y toda esa polémica me dejó con un aura de escándalo. El libro se vendió muy bien, claro. Soy parte de una generación de escritores de la posdictadura y uno de los primeros en escribir sobre una minoría sexual en Chile”, explica el escritor santiaguino que llegó para dar clases en la Maestría en Literatura Boliviana y Latinoamericana de la carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Si bien sus obras comenzaron en la ficción, su escritura también se desarrolló en el ensayo y la crítica literaria, propuestas con las que también generó grandes controversias. La compilación A corazón abierto, geografía literaria de la homosexualidad en Chile (2002), despertó un gran debate al tratar de incluir poemas de Gabriela Mistral, requerimiento al que la fundación que lleva el nombre de la poeta se negó.
“Más que discutir la sexualidad de los autores, lo importante era cuestionar la forma en que las instituciones trafican con las obras y poner en escena saberes que han sido continuamente despreciados, silenciados y restringidos por el sistema”.
Otro texto que ha marcado su carrera es Nación Marica: prácticas culturales y crítica activista (2009), una reflexión desde Latinoamérica sobre teoría ‘queer’ — una corriente estadounidense que pretende entender “diferentes tipos de deseo sexual y cómo la cultura los define”, conceptualiza Eve Kosofsky Sedgwick, una de sus creadoras, en el New York Times.
“Nación Marica implica una especie de traducción —aunque ya hay en traducir una implicación política— la teoría queer, como una suerte de teoría marica, una propuesta que está cuestionando las identidades fijas de lo heteronormativo y de lo homonormativo, desde lo local”.
El creador lo define como un libro activista —que puede encontrarse sin costo en la web— que se apropia de un aparato teórico para cuestionar normas de construcción de identidad, sexualidad y corporalidad en Latinoamérica. Es un proceso que la literatura y la ficción habían comenzado a vislumbrar mucho antes.
En Bolivia, el movimiento Maricas Bolivia tomó el nombre del libro para su programa de radio, en el que reivindican la palabra “marica” como parte de su identidad — homosexual indígena—, que deja de lado lo “gay”, por considerarlo un estereotipo.
“Soy amigo de los chicos que tienen el movimiento. Édgar Soliz habló conmigo para contarme que querían utilizar Nación Marica como nombre para su programa. Estuve muy honrado de que lo hayan hecho y de que fuera de Chile esta reflexión alimente acciones”.
Sus lazos con Bolivia no se limitan a su influencia. Vivió en Santa Cruz durante un año y visitó La Paz varias veces, aunque admite que en esta última la altura si le pasó factura. Para el módulo que dará en la Maestría de Literatura Boliviana y Latinoamericana propone un esquema que, como su carrera, discurre entre el activismo, la ciudad y la literatura.
“Hace 14 años hago un curso sexualidades críticas en la Universidad de Chile y ha tenido una gran recepción que genera diálogos entre activistas y estudiantes, porque la teoría también es una práctica política y el pensamiento crítico no está separado del activismo. Desde los lugares que habitemos, dentro o fuera de la academia, podemos crear resistencias y nuevas formas de relacionarnos, eso es lo importante”.
Papelucho gay en dictadura es su más reciente libro. Se presentó en 2019 y ya está por la segunda edición. En él, la nostalgia, la identidad y la violencia se fusionan para relatar una historia con tintes autobiográficos, ilustrada con fotografías de su familia.
Papelucho es un personaje de literatura infantil muy conocido en Chile, creado por Marcela Paz. Sus aventuras muestran cómo va descubriendo el mundo a lo largo de 12 volúmenes. Sutherland recupera este personaje y escribe lo que de niño le habría hecho falta: “un papelucho pobre y gay”.
La narración reconstruye, con guiños a la cultura televisiva de las décadas de 1970 y 1980, una niñez agraviada. El protagonista es un personaje que no puede seguir las aventuras de Papelucho —que pertenece a la clase media— porque habita otro mundo.
Es un juego de autoficción que dialoga simbólicamente con referentes populares, para develar la construcción de una identidad contradictoria, siempre entre el deseo y la agresión: “Estoy reparando una deuda, no solo conmigo, sino con todas esas financias pobres”, asegura.