‘The dark lake’, un viaje sonoro por el Titicaca
La nueva pieza del pianista Ruddy Franco evoca el lado místico del lago.
Cuando la vista está limitada por la falta de luz —durante la noche— otros sentidos más conectados con lo espiritual afloran. Es a partir de lo que estos perciben que el compositor paceño Ruddy Franco se acerca al Lago Titicaca y lo evoca en The dark lake, cuyo videoclip estrenó en redes sociales el 5 de marzo.
Este es el primer sencillo de Sentiment, el nuevo álbum que grabó en Buenos Aires (Argentina) y que presentará en los próximos meses.
“La parte mística de Los Andes inspira todo el disco, que produje junto a discográfica Opus XXXIII. Aquella faceta mágica, invisible, que se oculta en las montañas, el viento y el lago”, narra el pianista.
The dark lake es una visión sonora del lago durante la noche. Es una pieza instrumental que relaciona al paisaje acuático andino con experiencias espirituales y místicas.
“Lo más importante en esta pieza es la sensibilidad, lo emocional. Es una composición ambiciosa que busca emular el color sonoro que generan las olas cuando tocan la orilla de la montaña y el sosiego, la paz que contemplar, eso produce”.
Es una pieza minimalista que deja de lado la ostentación de recursos técnicos para concentrarse en el recorrido que busca construir.
El video —dirigido por Eduardo Fisicaro y filmado en Fort Music Studio (Buenos Aires)— se propone emular un recital en vivo del músico interpretando la pieza, para que los espectadores puedan concentrarse en la melodía y en lo que esta les produce.
“Puse toda mi atención en lo expresivo del instrumento para escribir estas composiciones. Están pensadas desde una perspectiva contemporánea, en la cual decidí dejar el virtuosismo de lado y buscar la sencillez en lo técnico, enfatizando la sonoridad, expresividad y sutileza musical del piano para llegar al ser interior de las personas”, detalla Franco, quien ya tiene tres discos como solista, Piano Works, Pacha Kamaq y Om Shanti Om.
La relación de Franco con el lago y con los paisajes altiplánicos implica un despertar espiritual, que construye con música un refugio de paz, dentro de un mundo cada vez más caótico y violento.
Las 10 piezas que componen Sentiment nacen de contemplar los sonidos del altiplano y de percibir allí cosas que el lenguaje común no logra representar. “Son experiencias subjetivas, que para poder decirse se deberían crear nuevas palabras o lenguajes”. Es por eso que arte —en cualquiera de sus formas— es una herramienta para compartir este tipo particular de saberes, que se aleja de lo tangible y racional.
“La música —para bien o para mal— es capaz de llevar a quien la escucha a un determinado estado de conciencia. Puede adormecer, volver al instinto, o despertar, que es lo que espero haber logrado”.