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Ante ‘el oscuro’

Luis Eduardo Aute, artista que hace poquito se nos fue, tenía una respuesta reiterada cuando le preguntaban sobre la creatividad. Decía que ya todo estaba hecho y consideraba su camino como un “solo estar jugando”, ni siquiera un experimentar, él hablaba de jugar. Entonces, sumándonos a esta afirmación, podemos decir que ahora se nos está presentando la oportunidad de reescribir, escribir la escena de una manera que aún no conocemos.

Esta crisis que vivimos todos en la actualidad es una oportunidad donde el artista puede (si se anima) preguntarse “¿y ahora… hacia dónde?”, y tomar esto como un impulso para una nueva creación en medio de un mundo paralizado, donde muchos vivían de supuestas certezas sobre qué pasa hoy o qué va a pasar mañana.

Para los actores, el espacio escénico (del que se nos ha alejado) es un lugar de prueba y error constante, donde el detonante es el conflicto y el buen actor es aquel que no lo resuelve y tiene la capacidad de buscar muchas alternativas hasta su agotamiento antes de pasar a la siguiente estrategia. Esa travesía de descubrirse a sí mismo transitando y atravesando ese temor y disfrutar de ese no saber e ir construyendo con pura intuición.

¿Qué pasa con la premisa escénica del teatro? ¿qué pasa con el teatro en la virtualidad? El Taller Ser y Estar —que viene trabajando hace cuatro años en un espacio escénico con todas las condiciones para el trabajo actoral, el Teatro Nuna Espacio Arte— se vio obligado, como todos, a replegarse en sus casas. Sin embargo, los 48 que lo componemos, no dudamos en continuar con los encuentros esta vez con la herramienta por excelencia del momento: la virtualidad.

Si bien usamos un programa virtual, el encuentro no es suficiente. Nosotros tenemos la necesidad de crear y construir para un otro y ahí vinieron las preguntas sobre cómo hacerlo en esta nueva realidad.

No pretendo plantear respuestas, sino cuestionamientos, los cuales me son muy gratos, porque creo que el teatro ya venía atravesando una crisis por no querer enfrentar la caducidad de muchas de nuestras herramientas de base para el aquí y el ahora, y el teatro es ese instante vivo, con todo lo que eso implique.

Si bien no creo tener la respuesta a si el futuro de lo escénico es la virtualidad (sobre todo en un país donde pocos tienen acceso a estos medios y tampoco existe la necesidad de consumir artes escénicas) sí creo que, para los que venimos haciendo teatro de manera profesional, esto debería ser un movimiento de tierra para hacernos ver dónde estamos.

Si hay algo que agradezco al Taller Ser y Estar es que es un espacio de investigación. Un espacio principalmente educativo, en el que yo no sería honesta con los involucrados, si no entregara una mayor energía en mi trabajo para que ellos salgan renovados de ahí.

Tenemos la libertad del juego, de no tener que cumplir con las expectativas de nadie desde un espacio formativo para crear y no contentar. Pero igual que todos los artistas escénicos necesitamos un público presente y es aquí donde viene la gran pregunta ¿es el aquí y el ahora posible en la virtualidad?

La mayor duda es cómo hago para escuchar a este público que ya no está presente en la misma sala, pero sin el cual mi accionar no tiene razón de ser. Ese público que estaba en frente mío y ahora va a seguir “ahí”, en ese nuevo espacio virtual. Ya estamos en el tablero de juego, ya no son preguntas a futuro, son preguntas a experimentar ahora, este es el tiempo. Siempre he pensado que los que tienen las posibilidades de reescribir son los jóvenes, son ellos los que tienen menos que arriesgar y los que van a tomar el nuevo camino con mayor fuerza en este nuevo lenguaje. Y es que este es el momento de desprenderse de todo lo heredado que ya no estaba funcionando.

Mientras tanto, en el miedo, todos vamos a continuar como se pueda. Presentar una obra pensada para un escenario, filmarla y reproducirla, es solo una herramienta de supervivencia, una necesidad para no desaparecer. Pero nosotros los artistas escénicos no hemos necesitado realmente estar presentes para existir en el imaginario social, como lo necesita un influencer. Nuestra necesidad más bien es un “no desaparecer”, como un reflejo de saber que estamos haciendo, estamos creando, estamos ensayando. Hoy se ha abierto una nueva gran puerta para crear y en nosotros estará el tomarla.

Se abren otros espacios, gente lejana que no tuvo acceso a ti y ahora llegas a moverle algo. La palabra conmover es la que me da vueltas, en una situación donde tratamos, como malos actores, de dar una solución en vez de atravesar lo desconocido, porque probablemente este transitar nos va a conmover, nos va a remover y nos obligará al fin a movernos de lugar, del lugar cómodo donde ya no construíamos nada. Es la oportunidad de volvernos todos buenos actores.

El arte que surge del vacío, de este oscuro, es el que cuestiona, remueve y conmociona.

Es el momento perfecto para estar absolutamente perdidos, desprovistos de todas las herramientas seguras, dejarnos llevar por la intuición de la supervivencia, el punto más alto de conexión con nosotros mismos y así, reescribir la escena.

Ante “el oscuro” hay dos caminos: prendemos la luz o más bien entramos a jugar a riesgo de perdernos o, lo más probable, reencontrarnos así como somos: vulnerables.

Pati García – actriz, directora y educadora teatral