Duna, entre santos griales y utopías
Es uno de los pilares de la ciencia ficción contemporánea y muchos intentaron llevarla a la gran pantalla con varios resultados.
Errakis, Duna, el planeta desértico. Hogar de los shai-hulud, los gigantescos gusanos de la arena y, más importantes aún, de la Melange, la especie geriátrica adictiva cuyo consumo alarga la vida humana, dota de poderes especiales y es la base de la economía universal. Duna, el Santo Grial del Imperio del millón de mundos y de los cineastas que durante décadas lucharon por llevar a la pantalla grande sin mucho éxito.
Hace un par semanas los amantes de la ciencia ficción fueron alborotados: el director Denis Villeneuve y los estudios Warner Bros presentaron las primeras fotografías del más reciente intento por adaptar al cine la novela Duna de Frank Herbert, considerada una de las obras maestras del género.
Si bien estos primeros vistazos fueron bien recibidos, el público aún mantiene una posición de cautelosa espera. No es que se tengan reparos con el director, Villeneuve ya demostró su capacidad para dar vida a complejos mundos futuristas con la más que excelente Blade Runner 2049 (2017) o La llegada (2016). Tampoco hay mucha queja por el reparto, con nombres como Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Javier Bardem o Stellan Skarsgård. La desconfianza surge porque no es la primera vez que un gran cineasta con actores de calidad anuncia su versión de la historia, pero con resultados poco alentadores.
Es que Duna no es una historia fácil y está alejada de las producciones taquilleras, com Star Wars, que son vistas como representantes del género. Si bien hay conflictos, no se limitan a un intercambio de rayos láser entre buenos y malos. Se dan en niveles filosóficos, políticos y, sobre todo, económicos.
Los personajes y facciones presentadas son muy complejos y su desarrollo se da a lo largo de muchas páginas (la novela original, editada en español por Penguin Random House, tiene 702 y la saga comprende nueve libros).
Al igual que otros maestros del género, Herbert presenta un universo en el que el sistema de gobierno, la economía y la religión fueron minuciososamente creadas de forma realista.
La trama se desarrolla 10.000 años en el futuro. Pese a los avances tecnológicos, los seres humanos retornaron a un sistema de gobierno feudal, en el que grandes casas nobles pelean entre sí por mayor poder, mientras que un emperador supuestamente controla todo. En medio de las luchas está la Cofradía Espacial, encargada de realizar los viajes entre sistemas solares, y las Bene Gesserit, una hermandad de mujeres dotadas de habilidades físicas y mentales sobrehumana que a modo de orden religiosa buscan el progreso humano mediante el control genético.
El recurso principal es la especia Melange, un producto con propiedades especiales que solo se produce en un miserable planeta desértico, pero al ser la única fuente de la sustancia resulta siendo el mundo más importante de todo el imperio.
Allí llega el protagonista Paul Atreidis, el hijo adolescente del duque Leto Atreidis, noble que acaba de obtener el control del planeta, desplazando a sus rivales, la casa Harkonen. Pero éstos dan inicio a una conspiración para acabar con sus enemigos.
Publicada en 1965, Duna se convirtió en una de las obras más exitosas de la historia, con más de 12 millones de ejemplares vendidos en un año.
Como es de esperar, los estudios de Hollywood vieron el potencial en taquilla de la obra y fue un latinoamericano quien intentó llevarla al cine por primera vez en la década de 1970: el chileno Alejandro Jodorowsky.
El proyecto era fantástico, tanto por lo atractivo como por su imposibilidad. Y es muy posible que quienes amaron el libro odiaran esta versión, ya que el realizador pensaba tomarse muchas, pero muchas libertades, desde convertir al duque Leto en un eunuco que concibe a su hijo mediante sangre hasta convertir al protagonista al joven Paul en un niño.
También buscó un elenco sui generis con personalidades como el artista español Salvador Dalí, quien solo aceptó si se lo convertía en el actor mejor pagado de la historia, u Orson Welles, que exigía su propio chef. El equipo de producción incluía al historietista Jean Moebius Giraud, el escultor H. R. Giger y la banda Pink Floyd.
Al final los costos se dispararon y el proyecto fracasó. Pero la historia de su desarrollo hizo las delicias del mundo y en 2013 se presentó en el documental Duna de Jodorowsky.
Y no fueron esfuerzos perdidos, ya que muchos de los que trabajaron en el filme terminaron en otras producciones emblemáticas como Alien el Octavo pasajero, Star Wars o Superman.
El segundo intento fue de David Lynch. Estrenada en 1984, fue un desastre tanto para la crítica como en la taquilla. Continuas interferencias por parte de los productores (la familia De Laurentiis) convirtieron la cinta en un mal recuerdo para Lynch. Sin embargo, pese a todo terminó convirtiéndose en una cinta de culto.
En los siguientes 16 años surgieron propuestas varias que fueron rechazadas, hasta que en 2000 el canal SyFy produjo dos miniseries, de moderado éxito. A esas alturas ya se consideraba una obra imposible de adaptar (bien) a la pantalla grande. Pero Denis Villeneuve buscará demostrar que eso es falso, tal y como lo hicieron Peter Jackson con El señor de los anillos y Zack Snyder con Watchmen.
Pese a estos fracasos no cabe duda que Duna sigue influyendo en la cultura popular. Varios de sus elementos fueron aplicados en franquicias como Star Wars: el planeta desértico de Tatooine, la Fuerza o la saga Canción de hielo y fuego —adaptada a la televisión como Juego de Tronos— que reproduce en la fantasía el conflicto entre casas nobles.
Su impacto también fue mayúsculo en los videojuegos. En 1992 salió Dune de Cryo Interactive que junto a Dune II (Virgin Interactive, 1998) sentaron las bases del género de estrategia real.