Hace ya quizá demasiado tiempo del primer cuelgue del director de cine Spike Lee. Aquella historia de Nola Darling y sus amoríos por Brooklyn, rodada en blanco y negro bajo el título She’s Gotta Have It, supuso el despegue en 1986 de un puñado de obras con las que este cineasta lleva varios decenios contando los avatares de la comunidad afroamericana de Estados Unidos y llenando la pantalla de música —siempre buena música—, destellos de realidad y fantasías sobre sus obsesiones. Entre ellas, la denuncia del racismo en sus diversas formas o el lenguaje de las calles. Y Nueva York, la ciudad de sus sueños y sus desvelos. Ahora más que nunca, convertida en uno de los enclaves más azotados por la pandemia en Estados Unidos.

La entrevista transcurre durante la prórroga del confinamiento por el coronavirus que ha decretado en mayo el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. “Nuestro gobernador ha demostrado gran liderazgo frente a esta crisis, y en sus decisiones ha puesto las vidas humanas por delante del dinero”.

Lee viste camiseta roja y cubre los ojos con gafas de montura gruesa y redonda. Lleva una gorra con el lema Da 5 Bloods, título de su nuevo cuelgue en forma de filme bélico sobre las aventuras de unos combatientes negros veteranos de Vietnam cuyo estreno a través de la plataforma Netflix está previsto para el 12 de junio.

— Su nuevo cuelgue es una historia de veteranos de Vietnam que todavía tienen ganas de formar parte del juego. ¿Así es como se siente usted hoy?

—Nunca he dejado de estar en este juego, ¿sabes? Atravieso mi cuarta década en activo y todavía tengo historias que contar.

—En las escenas iniciales de Da 5 Bloods los viejos colegas se reencuentran entre abrazos, lo normal. ¿Cuánto tiempo falta para que podamos abrazarnos con nuestros amigos?

—Ojalá vuelvan los abrazos; veo lejos el momento en que volveremos a chocarnos los cinco. Al menos, hasta que haya una vacuna.

—¿Cómo encuadra el mundo que vendrá después del coronavirus?

—Déjame ponerme bíblico. Esto va a ser A. C. / D. C. Antes del Corona y Después del Corona. El mundo entero necesita reiniciarse. Esta pandemia ha expuesto las desigualdades repartidas por todo el planeta. En Estados Unidos, la población negra ha sufrido los estragos de la pandemia más que nadie. La gente negra de este país sabemos quiénes somos y dónde estamos. Somos conscientes de haber padecido el peor sistema educativo y muchas otras desigualdades. Cuando las escuelas cierran, ¿cómo puedes aprender desde casa durante el confinamiento si no tienes ordenador ni wifi? Persiste un manojo de desigualdades sociales que fueron pasadas por alto en la época Antes del Corona. Todas esas situaciones deberían ser tenidas en cuenta con vistas al reinicio que se va a imponer.

—Los ecos de Martin Luther King resuenan, una vez más, en su nueva cinta. ¿Su mensaje permanece vigente para las generaciones más jóvenes?

—Yo al menos sí creo que su mensaje permanece vigente, otro asunto es si la gente quiere escucharlo o no. En general, los jóvenes saben hoy que el Dr. Martin Luther King dijo: “Tuve un sueño”, que aquí hay un día de fiesta nacional en el que no tienen que ir a clase…, y no mucho más. Pero yo no culparía a la gente joven de esto. Somos nosotros quienes tenemos que enseñar lo importante a las nuevas generaciones.

—¿Cómo lleva el encierro?

—Ya vamos camino de tres meses por aquí… Intento limitar las excursiones fuera de casa. Toda la familia permanece bunkerizada.

—¿Qué ha descubierto de su familia estos días pasando tanto tiempo todos juntos?

—En el mundo Antes del Corona cada quien estaba en lo suyo. Creo que esto era algo universal. Ahora, todos los días, a las siete en punto de la tarde, nos sentamos juntos a la mesa y cenamos. Eso antes solo ocurría algunos fines de semana. Todos tienen aquí su habitación, cada cual desayuna cuando quiere y hace su vida. Pero durante estos últimos días, a las siete en punto permanecemos todos juntos.

—Ahí está siempre la familia, para lo bueno y para lo malo.

—Siempre en las dos direcciones, eso es… ¡Pero cuidado! ¡La gran carrera hacia los divorcios está a punto de arrancar!

—¿Sus hijos ven sus películas?

—Han crecido con ellas. No hablamos mucho sobre el tema. Solo soy papá, el director de cine. Trato de poner el foco en lo que hago y que ellos pongan el foco en lo suyo. Creo que eso es algo que aprecian. Todavía soy su padre.

—Y su propia vida, ¿cómo ha cambiado?

—Por primera vez, desde que empecé a dirigir películas, voy más despacio. Todo se ha convertido en una pausa. Me he pasado cuatro décadas arrancando proyectos, corriendo de un sitio para otro, dándole vueltas al tarro sin parar. Ahora he tenido tiempo de pensar, de recordar a familiares que dejaron de estar conmigo hace años, de leer libros pendientes… He leído una biografía de Marlon Brando y otra de Paul Newman, una obra sobre béisbol… Y he visto muchas películas. Cuando entendí que este encierro iba en serio, me hice la promesa de no dejarlo pasar perdiendo el tiempo. Al principio pensé que esto iba a durar para siempre. Pero los días han volado. Me sigo levantando temprano. Hago mis ejercicios y, si puedo, paseo con la bici por la ciudad vacía. Es una sensación muy extraña. Cada vez que he salido de la ciudad por un corto periodo de tiempo, ya sea por vacaciones o para rodar una película, al regresar y bajar del avión la energía me golpeaba enseguida en la cara. La energía que hay aquí es difícil de describir.

—Ha pasado años retratando la vida de Nueva York en sus películas. ¿Qué siente hoy al verla vacía?

—Veo a una población extraordinaria. Encerrada y golpeada por la pandemia, pero todavía fuerte. Vivimos algo parecido el 11-S. Pero los neoyorquinos son duros y valientes. Tienes que serlo para vivir aquí. Nueva York es estilo, ego y arrogancia.

—¿Y cómo será después del coronavirus?

—Creo que Nueva York tendrá que cuidar en serio de su población negra, que ha demostrado más que nadie lo que significa estar en primera línea durante la pandemia: conduciendo autobuses y metros, despachando víveres en las tiendas y supermercados… Y en general, los Estados Unidos tendrán que ser mejores cuando salgamos de esta. No podemos volver a lo que éramos antes, un territorio lleno de desigualdades. De lo contrario, miles de personas habrán muerto en vano. Y esto vale para todo el planeta.

—¿Cree que su cine puede cambiar algo?

—Yo vivo en un país donde ser negro sigue siendo la única razón por la que uno puede ser asesinado. Cuando Radio Raheem gritaba “¡Levantaos!” en Haz lo que debas, era 1989. Ahora estamos en 2020… Y nada ha cambiado. Al menos puedes aportar luz con lo que haces y que acabe formando parte de la conversación.

—Los recientes galardones del Pulitzer han reconocido el trabajo de autores que narran la Norteamérica negra. ¿Esos premios prestan más atención a la diversidad racial que los Oscar?

—No conozco el funcionamiento de cómo se organizan los Premios Pulitzer, pero lo que sí tengo constatado es que para elegir a los ganadores de un premio hace falta un grupo de personas. Y la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas tomaron conciencia en 2016, cuando Spotlight fue la ganadora a la mejor película, de que los miembros que votan esos galardones han de ser más diversos. La consecuencia es que desde entonces más personas de raza negra han sido nominadas y han ganado Premios Oscar. Y ahí me incluyo. Ha sido mi caso.

—¿Se reconcilió con Hollywood cuando ganó la estatuilla dorada? Tardaron 30 años en proponerle como candidato.

—¡Demasiado tiempo! Aún son pocas las personas de raza negra que toman decisiones en Hollywood. Me refiero a las decisiones importantes en el sistema de los estudios: quién financia, quién escribe y quién dirige una película.

¿Cómo va a cambiar con la pandemia esa industria?

—No veo a la gente volviendo pronto a un cine, en una sala a oscuras y junto a otros desconocidos, al menos hasta que sea suficientemente seguro o exista una vacuna. El verano es la época de los taquillazos. Y me da la sensación de que todos se van a posponer hasta noviembre o diciembre. Las grandes producciones no dan dinero solo con el streaming. Necesitan “culos” sentados en las butacas de los cines. Lo que está pasando va a afectar a todas las industrias y a nuestras vidas. Yo iba a ser presidente del jurado en el Festival de Cannes, la primera persona de color en lograrlo. No va a poder ser de momento.

—Su padre, el músico de jazz Bill Lee, apareció en sus primeras películas. Su madre, Jacqueline, no pudo conocer su éxito. ¿Qué aprendió de ella?

—Lo aprendí todo de mi madre. Ella era una cinéfila. Mi padre odiaba las películas de Hollywood. Yo era el mayor de mis hermanos y me convertí en el compañero de cita de mi madre para llevarla al cine. Ahí, junto a ella, nació esta pasión. Pero como mero espectador. No tenía ni idea de lo que significaba ser un director.

—Hoy es responsable artístico del grado cinematográfico en la Universidad de Nueva York, donde cursó estudios. ¿Qué iba usted buscando en esas clases?

—Honestamente, lo que mi generación iba buscando entonces era contar con un equipo para rodar. Necesitábamos herramientas. Yo no iba persiguiendo que alguien me enseñara cómo ser director de cine. Pero al final, aprendí. Para aprender a hacer películas hay que hacer películas.

—¿Y qué buscan los alumnos que van hoy a sus clases?

—Perseguir sus sueños. Y contar historias.

—¿Se ha hecho millonario con sus películas?

—Te digo una frase que me encanta de El Padrino: “Creo que he sido capaz de calentarme el pico”.

—¿Ha conseguido hacer el cine que quería hacer y lo ha rodado como había soñado?

—He sido muy afortunado, un bendecido. Tengo el derecho al montaje final de mi obra y aún me quedan muchas historias que contar. Rezo por poder seguir haciendo las películas que quiero hacer. Pase lo que pase con esta crisis que estamos viviendo, quede lo que quede después de la pandemia, la gente siempre seguirá necesitando contenido.

—¿Hasta cuándo se ve en este juego?

—Kurosawa siguió hasta los 80… Espero que a mí me queden otros 20 años haciendo películas.

Perfil

Nombre: Shelton Jackson Lee (Spike Lee).

Nacimiento: Atlanta (EEUU), 20 de marzo de 1957.

Es director de cine, guionista, productor y actor. Entre sus películas destacan La última noche (25th hour) (2002), Malcolm X (1992), Do the Right Thing (1989), Crooklyn (1994), She Hate Me (2004) y BlacKkKlansman (2018), entre otras.

Quino Petit – El País