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Víctor Hugo, el cronista de los bajos mundos

Un homenaje al escritor paceño que retrató en sus escritos las vivencias de la noche paceña.

/ 14 de junio de 2020 / 12:20

Víctor Hugo Viscarra nació borracho en 1958. Fue un día de lluvias y con granizo. Su vida, aunque viscosa, opaca y llena de recuerdos funestos, lo llevó por extraños recovecos dentro de una ciudad que transpiraba lujuria y fabricaba insomnios: La Paz.

Víctor Hugo, no el poeta francés, fue arrojado a un mundo con la certidumbre de que muy pocos lo iban a querer y muchos a detestar. En efecto, su magra existencia la fue distribuyendo entre bares y cantinas; entre noches sin luna y fríos amaneceres; entre prostitutas y lupántropos (individuos que beben en lupanares de baja reputación) que exigían siempre la sangre de sus víctimas.

Su niñez fue cubierta por una costra de momentos tristes, junto a una familia enferma de eso que decimos “soledad”. Salió a caminar a los catorce años y nunca más se detuvo. Su andar lo transformó en una sombra insípida que soportaba un cuerpo castigado por el alcohol. Comía poco pero bebía como beduino junto a esa extraña hermandad de lumpenautas (seres que incursionan en la lumpen de la sociedad). 

Había algo en él que lo hacía diferente de los demás, quizás su amor por las palabras, esas arañitas pequeñas que dicen tanto y que a pocos gustan. Empezó leyendo y transformó su desgracia en libros y cosas peores. Palabras furiosas, de todo calibre fueron encerradas en crónicas y relatos tan vívidos que al leerlos producen una tristeza ajena. Fue un buen escribidor que expresó grandes cosas con palabras simples; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas.

Tejedor de pesadillas, Víctor Hugo empezó a perder su sombra o tal vez la empeñó por un par de tragos baratos en alguna cantina de malvivientes. Sintió en el pecho un dolor fuerte, quizás por causa de dormir en la intemperie o comer alimentos guardados. Por ese entonces ya había escrito su primer libro: COBA, lenguaje secreto del hampa boliviano, en el que la marginalidad de nuestro país logró construir a través de su historia un lenguaje propio, distinto al idioma castellano; codificado por aquellos seres que solo exhiben su voz desde las tinieblas. Por ejemplo la palabra “flauta”, que quiere decir “prostituta”, o “club”, que quiere decir “Barrio Chino”.

Tuvo muchos problemas, sobre todo con la policía; pero igual siguió contando cuentos en Alcoholatum, un libro de cuentos que narra historias imposibles de borrachos, prostitutas, homosexuales y una camada variopinta de personajes increíbles y peculiares.

Borracho estaba pero me acuerdo es casi una biografía suya, donde la soledad y la tristeza impregnan sus páginas; un testamento anticipado de una vida llena de amarguras y desazón y una muerte que se veía próxima, esperándolo en alguna esquina de cualquier calle maloliente.

 A ese libro le siguen Relatos de Víctor Hugo y Avisos necrológicos, en los que la crónica y el cuento juegan un papel muy importante. Por ejemplo, narra situaciones de compañeros suyos que encontraron la muerte en el fondo de una botella; cómo las enfermedades venéreas se llevaban también a sus amigas de infortunio o sucesos donde se involucraba a la pedofilia, la homosexualidad, el incesto y otros.

El 24 de mayo de 2006, Víctor Hugo yacía en silencio. La policía lo declaró cadáver sin pena ni gloria. Con los ojos amarillos y el rostro cocido por el alcohol fue encontrado inerte en su residencia hecha de asfalto y basura. Víctor Hugo pensaba un único pensamiento que le flotaba sobre la cabeza: “¿Dónde andará mi sombra?”

Los lupántropos y lumpenautas, en cambio, expresaron su tristeza emborrachándose con los tragos más infames de la Buenos Aires. Según ellos, el Víctor Hugo los había retratado al pie de letra en sus libros. Eso dijeron, yo no sé. Lo cierto es que el cronista de los monstruos de la noche se había marchado hacia los infiernos de su niñez.

Víctor Hugo dijo una vez: “Quisiera dormir, tan solo eso, dormir. Dormir sobre este suelo tantas veces emputado y carcomido de orines venéreos, poniendo como almohada las experiencias que me encorvan las espaldas y la conciencia. Dormir y no despertar jamás”. Y tal vez siguió diciendo solo: “Soy… ya ni siquiera sé quién soy, puesto que estoy llorando y mis lágrimas mojan por enésima vez el suelo que voy pisando”.

En el libro de Omar Qamasa Guzmán Camarada Perro, el autor retrata muy bien al cronista de la noche. Es una especie de novela, donde la realidad y la ficción se entremezclan a tal punto de no poder distinguir cuál es cuál. Las historias de Víctor Hugo Viscarra también sirvieron para hacer la película de Tonchi Antezana ‘El cementerio de elefantes‘.

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Rushdie y la maldición de la fatwá

El escritor británico de origen indio Salman Rushdie fue apuñalado a causa de su libro ‘Los versos satánicos’ (1988)

El escritor británico de origen indio Salman Rushdie

/ 22 de agosto de 2022 / 14:46

El martes 14 de febrero de 1989, cinco meses después de haber sido presentado el libro Los versos satánicos en el Reino Unido, el ayatola Ruhollah Jomeiní comunicaba la fatwá (pronunciamiento legal en el islam emitido por un especialista en derecho religioso sobre un tema específico) contra el escritor Salman Rushdie: “Informo al noble pueblo musulmán del mundo que el autor del libro The satanic verses, el cual está contra del islam, el Profeta y el Corán, y todos los implicados en su publicación que estaban conscientes de su contenido, son sentenciados a muerte. Pido a todos los musulmanes que los ejecuten dondequiera que los encuentren. Si alguien los conoce, pero es incapaz de matarlos, deberá entregarlos al pueblo para su castigo”.

A partir de ese momento, el escritor indio nacionalizado británico debía dormir con un ojo abierto, en estricta vigilancia y escondido del resto del mundo; pues la condena se esparció por todo el globo como un reguero de pólvora y su vida cambió radicalmente. Estaba marcado por el destino y por un retrógrado fundamentalismo que aún hoy permanece intacto en ciertas mentes cartesianas. De hecho, aprendió a vivir como una sombra.


El imán Ruhollah Jomeiní procalmó una fatwá contra Rushdie en 1989 por ‘Los versos satánicos’

‘Los versos satánicos’

La historia en la novela versa sobre dos emigrantes hindúes a Gran Bretaña que son desviados por fanáticos en un avión en camino hacia Londres. Después de 111 días, únicos e indemnes, son arrojados afuera y caen desde 10.000 metros cantando y riendo. Sin que se sepa si sueñan, si están muertos o vivos, ambos personajes están en el Londres de hoy. Ellos encuentran a un hombre de negocios, Mahound, fundador de una religión. Y es aquí donde la blasfemia empieza, pues este Mahound semeja mucho al profeta Mahoma; pero le gustan las prostitutas y es dueño de un burdel.

Asimismo, si se añade que uno de los héroes se llama Gibreel Farishta (como el ángel Gabriel), y el otro Saladin Chamcha, el cual sería el diablo, no se puede dejar de convenir que la metáfora es atrevida.

Con la publicación de Los versos satánicos en 1988 se abrió una polémica inmediata en el mundo musulmán a causa de la supuesta irreverencia con que se trataba a la figura del profeta Mahoma. India prohibió el libro el 5 de octubre y Sudáfrica lo siguió el 24 de noviembre de ese año.

Al cabo de varias semanas, Pakistán, Arabia Saudita, Egipto, Somalia, Bangladés, Sudán, Malasia, Indonesia y Qatar también prohibirían la novela bajo la atenta mirada de líderes religiosos que veían en ella una suerte de blasfemia en mayúsculas. Es más, los radicales la consideraron un insulto al islam y se escandalizaron, entre otras cosas, por el hecho de que dos prostitutas tuvieran nombres de esposas del profeta Mahoma.

El escritor

Salman Rushdie nació en Bombay en 1947, dos meses antes de que los británicos abandonasen la India. Sus padres admiraban las costumbres inglesas. Por eso, decidieron enviarlo a la edad temprana de 13 años a estudiar en Rugby School, luego se formaría en Cambridge, donde se graduaría en 1968 y obtendría la maestría en Historia.

Casado cuatro veces y con dos hijos, Rushdie fue un paria de las ceremonias y eventos literarios, y no por convicción propia, sino llevado por ese temor de verse muerto en cualquier acontecimiento literario.

Con 19 libros editados a lo largo de casi 35 años de labor literaria, navegó por distintas aguas narrativas; desde la novela, el cuento y el ensayo hasta libros infantiles. Sin embargo, la obra Los versos satánicos le traería no pocos problemas, además de arruinarle la vida. Ya lo dijo él: “Una publicación en la revista India Today fue la cerilla que prendió el fuego”. De hecho, el artículo puso de relieve los aspectos controvertidos de la novela, dándole una interpretación imprecisa del contenido del libro. Este artículo fue leído por el parlamentario indio y conservador islámico Syed Shahabuddin, el cual escribió una carta abierta titulada “Señor Rushdie, ha hecho usted esto con premeditación satánica”.

LA GRÁFICA

ATENTADO. El 12 de agosto de 2022, Hadi Matar apuñaló al escritor durante un evento en Chautauqua, Nueva York.

El ‘apóstata’ escribidor

Con el precio por su vida que asciende a los tres millones de dólares, el apóstata del islam observó incrédulo las diferentes manifestaciones en contra de su libro, y no solo en países fundamentalistas, sino también en sociedades occidentales donde quemaban su libro, amedrentaban a las editoriales, ponían bombas en varios recintos o se alzaban decenas de protestas en las que morían muchas personas (59, según informa BBC News) y decenas más resultaban heridas.

Sir Rushdie vivió oculto, protegido por el Gobierno inglés, pues una condena de muerte aún pende sobre su cabeza como la espada de Damocles. Temía por los suyos y por quienes le ayudaron a publicar el libro que —según el islam— “insultaba al profeta”.

Cansado de ese temor, en 1998 decide que ya era suficiente de vivir bajo las sombras, con el miedo a cuestas y con la incertidumbre de verse muerto por fanáticos religiosos. Aunque la condena continuó en pie, el escritor emergió de a poco, pero continuó negando al islam y, para variar, se declaró ateo.

Y es que esa efervescencia impregnada en su personalidad lo convirtió en un personaje célebre del cenáculo artístico literario en ambos lados del Atlántico.

Sin embargo, por razones de seguridad y por consejo de varias fuentes de inteligencia, canceló sus presentaciones en distintos festivales de literatura, sobre todo en la India, lugar en el que todavía hoy Los versos satánicos siguen prohibidos. Decía que acudir a esos eventos en estas circunstancias “sería irresponsable para (su) familia, para la audiencia de los festivales y para (sus) compañeros escritores”.

El 12 de agosto de 2022

Y es que la condena seguía intacta después de 34 años de haberla sentenciado. La maldición estaba vivita y coleando. De hecho, en 2017 así lo confirmaría el nuevo líder religioso Ali Khamenei: “El veredicto del imán Komeini respecto de Salman Rushdie se basa en versos divinos y, justamente como los versos divinos, es sólido e irrevocable”.

El 12 de agosto de este año, la maldición de la fatwá se vio reflejada en los ojos de Hadi Matar, un joven de 24 años que subió al escenario como un furtivo y apuñaló al escritor dos veces en los predios de la Institución Chautaqua, al oeste de Nueva York. Hadi buscó el cuello y el abdomen para inflingirle heridas mortales, ya que su fundamentalismo religioso y su simpatía por el Gobierno iraní nublaron su razón y se apoderaron de su instinto asesino.

Un mes antes (julio de 2022) dio una conferencia en la que abordó la trama de su último libro y también se animó a esbozar un análisis social: “Son tiempos peligrosos en Estados Unidos; por ejemplo, si eres negro, si eres mujer, si eres gay, o incluso si molestas a alguien con un arma, porque ahora hay más armas que personas”.

Hoy, Rushdie, con 75 años en el cuerpo, está grave. Según su agente, Andrew Wylie, comentó que las noticias no son buenas ni alentadoras, ya que está conectado a un respirador. “Es probable que Salman pierda un ojo; los nervios de su brazo están seccionados y su hígado muy dañado”.

Realismo mágico

El estilo de este enfant terrible ha sido comparado con el realismo mágico de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes por la mezcla de ficción, magia y no ficción en sus relatos. Él mismo ha reconocido sus importantes vínculos con la literatura latinoamericana, pero también bebe de la rica tradición oral india, que hunde sus raíces en las grandes epopeyas fundacionales. Su mezcla de realismo mágico y ficción histórica hace de sus novelas más que una narración al uso, una cosmovisión, herencia cultural de la vasta cosmogonía del hinduismo. Sus textos combinan la sátira, la fantasía y la alegoría política.

FOTOS: AFP E INTERNET

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